No existía en las escuelas españolas y era impensable en la etapa escolar. Oí hablar de ello por primera vez a mi padre antes de pisar Aura; me sonó a película americana. Además de la tutora - la profesora que coordinaba una clase- cada alumna tenía una preceptora. No era obligatorio que coincidiera con la encargada del curso. Era (es) una docente que te daba clase y, por tanto, te conocía lo suficiente (salió un pareado...). De la preceptoría hay mucha teoría escrita. Es el canal que unifica la escuela, los padres y el alumno. Me voy a limitar a relatar mi experiencia personal y algunas conclusiones que me sirvieron cuando tuve la oportunidad de preceptuar.
Cuando llegaba el reparto, tocaba corrillo. “¿A quién tienes?” “Qué morro. Yo prefiero la tuya…” “¿Puedo cambiar?”…Como si se tratara del número de una rifa. En la “tómbola” de 1º de BUP, con una edad de esas que ya se sabe que hay conflictos… adolescentes perdidas todas… me adjudicaron a una profesora que me siguió preceptuando en momentos concretos de mi vida. Actualmente, Pilar Caldú es una buena amiga. Aprovecho la oportunidad para pedir oraciones por su madre; está muy enferma.
La primera entrevista tenía ese punto de intriga, tanto para la preceptuada como para el resto de las compañeras… “¡Qué…! ¿Es guay? A mí todavía no me ha llamado…”
Pilar, la filóloga a la que adjudiqué las licenciaturas de Historia, Geografía y Filosofía… y no acerté ni una (daba de todo con una profesionalidad envidiable…), tenía todas las virtudes de las que yo carecía. Unas escuchaderas que no me las explico sin la posibilidad de poder recargarse con pilas Duracell. Tiendo a la exageración, pero esta vez no exagero. Escuchaderas pacientes e incombustibles. Uno puede pensar que con desconectar de cuando en cuando… es llevadero. Pues no es el caso. Hay que sumarle también la empatía; difícil ejercicio cuando la preceptuada es el anverso de tu moneda. Podría escribir una oda a Pilar. Si lo hago, ya avisaré. De momento, este es un retrato fiel.
Tuve mucha suerte… O mejor dicho, la Providencia quiso que fuera Pili y no otra la que me acompañara durante esos años de idealismo y contradicciones internas, de búsqueda y encontronazos. Idealismo… mucho idealismo. 1975 fue un año que no hace falta explicar por qué ha pasado a la Historia. Por lo que he podido constatar, a los jóvenes de la transición nos bullía más la sangre que a los del siglo XXI. Si nos hervía demasiado, queríamos cambiar el mundo pintándolo con tintes revolucionarios. Si además eras clasificada como “trasto” y con razón, enarbolabas una bandera muy molesta en la que se ejercía una implacable oposición con el lema “de qué se trata que me opongo”. Ese olfato quinceañero tendía a captar las injusticias engordándolas de forma desproporcionada y a expresarlas con radicalidad: blanco o negro; todo o nada; siempre o nunca. ¿Cómo se canaliza la lava de un volcán adolescente en erupción sin ahogar la personalidad? ¿Con qué armas cuenta el docente para que el alumno encauce sus legítimas opciones en libertad sin que caiga una bomba en la escuela? Ahí… Sí. Ahí estuvo Pilar con sus métodos originales que me salvaron el pellejo.
Un colegio no es un pabellón deportivo preparado para un mitin diario. Las escaleras de una escuela tampoco es el recorrido de una manifestación con bandera incluida. Vivía con apasionamiento la frase de Aristóteles en la que afirma que “el hombre es un animal político”. Quizá fue por eso que enseguida me cayó tan bien el filósofo griego… Pero se me olvidó que, además, desarrolló una teoría de las virtudes entre la que se encuentra la Prudencia.
“Entra en el despacho”. “Vamos a ver… ¿Qué es eso tan injusto?”.
Mggggghhhhhfffffffffffffff
“¿Por qué te enfadaste el día X…?
Mgggggghhhhhhffffffffffffffffff ….
“Y ahora grita, desahógate el rato que necesites…”
Solté la papilla acumulada y del tirón. Lloré hasta quedarme afónica. Pilar dejaba que sacara todos los sapos y culebras que se me amontonaban en el corazón. Cuando terminé, me quedé extenuada pero liberada.
“¿Estás mejor?... Tú y yo vamos a hacer un pacto. Cada vez que necesites vomitar, me llamas. Nos encerramos en el despacho y me cuentas todo lo que quieras, aunque sea una barbaridad…Y si lo necesitas, gritas… Pero hazlo aquí, conmigo, entre estas cuatro paredes”.
Si las cuatro paredes tuvieran memoria y pudieran hablar… necesitarían una “katharsis”.
El ideario de Aura incide en la “Enseñanza personalizada”. A veces, hablando sobre el tema, parece que se interpreta como “clases particulares”. No es este el concepto. La raíz del calificativo “personalizada” hay que buscarla en la figura de la preceptora. En el ámbito de esa confianza que depositas en ella, sabiendo que tus confidencias son lo más parecido al “secreto de sumario”. Con Pilar -disculpad el tópico- hablábamos de lo divino y lo humano… Problemas para entender una asignatura… cómo confeccionar un horario… la importancia del esfuerzo más allá de los resultados… amoríos y Amor… aspectos del carácter y de la falta de carácter… el enfoque trascendente de la amistad… esa Prudencia que no, no había manera… profes que tampoco había manera… Allí, en ese reducto del colegio, se desplegaba todo un potencial que todavía se estaba “haciendo”, que todavía no había perfilado los fundamentos de una personalidad… Confidencias a quien se había ganado mi confianza. No siempre es así; a veces es necesario un cambio de preceptora porque no hay ¿”feeling”? ...
La tutora coordinaba una clase; la preceptora coordinaba, canalizaba asuntos delicados, complejos, personales… como compleja y delicada es el alma y los afectos de la persona en la etapa y el entorno escolar.
Esta mañana he acompañado a mi padre al Nàstic y hemos estado un buen rato contando batallitas en casa. Le he preguntado: “Papá ¿cómo definirías tú al preceptor?” Se ha quitado las gafas… ha entornado los ojos… “Preceptor es el “instrumento” que unifica los conocimientos y la educación -en su sentido más amplio- que recibe el alumno en el colegio… Una figura esencial para la formación integral del educando”. Gracias, papá. Gracias, Pilar.
Mi agradecimiento a Carmina, que ha elegido la canción.