A veces cuesta dormir. El insomnio es la sensación de impotencia ; es la inequívoca certeza de estar pegado por la ley de la gravedad al mundo en el que se quedadan aprisionados los que agonizan bajo las ruinas de sus casas, las guerras incomprensibles, los tsuamis que asoman cuando no se esperan. Sin casa, sin alimentos, sin agua potable. Después de tantos muertos, acecha la enfermedad que abonan los cadáveres sin una sepultura digna. Y por la mañana uno no puede poner el pie en el suelo como si el mundo siguiera girando armónicamente. Es la punzante realidad de saber que compartimos la misma redondez de todos aquellos que la tierra o el mar ha engullido.
En los rostros de los no tan niños se adivina el desconcierto. Toca explicar que esas terribles imágenes no anuncian un video-juego de los catalogados como violentos. La realidad, de nuevo, ha superado la ficción. «Apaga, por favor», me sugiere ... oprimiendo los párpados para no llorar por lo que ve. «No, hijo. Abre los ojos. Ábrelos más».
Abrir los ojos. Lo necesitan, aunque les cueste. A los que no pueden enviar dinero o alimentos, a los que no se pueden desplazar al lugar de la tragedia porque son menores, a los que no pueden prestar sus conocimientos porque aún no los han adquirido... precisamente a ellos les conviene abrir los ojos.
«!Abre los ojos! Esto que ves no es un dolor inventado. !Ábrelos más! Grábalo a fuego en la memoria y acuérdate ...
cuando las contrariedades te parecen inasequibles,
cuando un error de los adultos lo elevas a la categoría de injusticia,
cuando conviertes en un drama terminar una tarea,
cuando te cuesta esperar a la cena y crees que eso es pasar hambre...
Abre los ojos y aprende.
Que la soledad no son los momentos en los que tú crees estar solo, sino cuando dejas solo al que tienes a tu lado;
que la miseria no es el capricho que no te han dado, sino las consecuencias de lo que dejas de hacer para que en el futuro a nadie le falte lo necesario;
que la enfermedad no es la gripe que te postró en la cama, sino la antesala de las muertes que se podrán evitar si tú estudias a fondo para saber cómo combatirlas».
La solidaridad y el compromiso reclaman hoy que los hombres y mujeres de mañana sean hombres y mujeres de una pieza. Y a nosotros, los padres, nos exige que acompañemos a nuestros hijos en esta carrera de obstáculos, sin adelantarnos para retirar los escollos antes de que intenten superarlos. Basta con correr a su lado, ayudarles a levantarse cuando caigan, aplicar mercromina en aquel rasguño y soplarles al oído, siempre que sea preciso: «!Abre los ojos!».
6 comentarios:
Hola Sunsi:
Me ha encantado tu actualización de hoy, y tienes toda la razón, hay que abrirles los ojos, y cada vez más.
El otro día iba con mi hija Anna por la calle y vimos a una señora buscar en la basura, se quedó mirando y me dijo que le daba mucha pena y, vino muy bien para tener una charla con ella en el camino hacia casa,hasta que se dió cuenta que son unas privilegiadas y que no deben quejarse por tonterías.
Por cierto, ayer te ví muy bien, que tal acabó la reunión del corto?
espero que bien
un beso.Blanca
Abrir los ojos para llegar a saber que muchas cosas que no brillan... son oro.
Oro en todas esas pequeñas cosas que nos rodean, que tan a menudo, asan desapercibidas...
Feliz sábado.
Blanca... Ana... acabo de llegar de Lleida. Reventada. Mañana comento como os merecéis.
Aún tenemos que preparar la cena.
Un beso a las dos. Y gracias por vuestros comentarios.
Deu meu, Senyor !!!!!!!!!
Las tres últimas entradas me he leído, con sus comentaristas y el alma se eleva, de tan jugosos comentarios, de tanta ternura, delicadeza, bondades y destrezas.
Enjundia de cada una, en la hoodura del sentimiento, en lo hondo del pensamiento.
Tras la umbrosa belleza del alma céltica, el verdodr de sus paisajes y la amabilidad de sus gentes, sin nostalgias encuentro casi idéntica melancolía y semejante poesía.
Esperad, hedbannna, sosegaos, ora lo dejo, ora torno, cuando recupere el ánimo y la templanza aquiete mi espíritu.
Mas me voy con pensamiento: NO SE OS PUEDE DEJAR SOLAS
Si supieras cuánto te echo de menos... Y mira que cuando te te da, sabes ponerme a caldo como nadie.
Pero... ¡qué quieres! Eres la sal y la pimienta. Sin ti no es lo mismo,hedbana Balboa... anónima.
¿Qué tal por Dublín? ¿Sabías que mis ancestros son irlandeses?
Alegría me da que estéis de vuelta. ¿Habéis tratado bien a Luis?
En fin... que ya contarás.
REcuperada, ya, de tan bucólicos comentarios y de tan melifluas entradas, la respuesta es SI a todo.
1.- La hedbanna casi-nunca-pastoril, la verdad sea dicha, genial.
2.- Dublín, ssstuppenndo, hasta la lluvia.
3.- A Luis lo trató la hedbanna de maravilla; yo, como acostumbro.
4.- No me extrañan ancestros irlandeses: buólicos y pastoriles, como sólo tú sabes, hedbanna rana.
Hala pues, ahora que ya sales y te relacionas con el común de la humanidad, emplazada estás ....
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