Hace un tiempo se reunieron en Tenerife un grupo de expertos para debatir sobre los derechos de los menores extranjeros. Cuento con información de primera mano. “Entre los presentes – me explicaba mi marido- llamaba la atención un personaje con barba blanca y pelo larguísimo. Pregunté por ese individuo peculiar que iba a intervenir con una ponencia muy distinta a las demás”. “Es Andrés Sorel, el Presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España”.
El título de la conferencia: “La responsabilidad de la literatura ante el desarraigo de los menores”. Me la he leí, despacio. Entramado perfecto entre lo que dice y cómo lo dice. La dureza de las expresiones están a la altura del drama real. Sorel habla en el lugar adecuado; en una tierra que viene recibiendo cayucos y no tienen más tierra para albergar tanta pobreza. Y habló de cayucos, de enfermedad, de prostitución, de abusos, de hambre, de explotación... de muerte. Todos los datos que existen y fueron recopilados en algún trozo de papel los volcó en su ponencia.
Su interpelación incisiva, punzante, me empujó a escribir. Corrijo: me obligó a escribir. Y lo rescato. Y empiezo con su punto y final “...al escritor... al periodista... Ya para ellos no existe la conciencia social, el compromiso ético. No piensan que ellos, como tantas personas influyentes, podrían contribuir a sentar las bases de una sociedad más justa.(…). Se publicarán más de 6.000 títulos de novedades en las distintas editoriales del país. ¿Cuántos abordarán la problemática de estos niños, de estas víctimas que debieran llenar, en el testimonio, relato, estudio sociológico, psicológico, imaginación literaria, las páginas de los periódicos, las reflexiones filosóficas, las creaciones poéticas o realistas de los escritores?”
Estas son las cifras. Y cualquier comentario añadido suena a frivolidad. Porque detrás de cada número hay un niño. 146 millones de humanos, menores de cinco años, apenas comen. Se estima en 5 millones los que mueren cada año de hambre. África e India figuran a la cabeza de esta - como la define Sorel -”tragedia terrorista”. Son las estadísticas de UNICEF. Más cifras. Según la Organización Mundial del Trabajo, 217 millones de niños trabajaban en condiciones infrahumanas el año 2004. En el África subsahariana, 50 millones de niños hoy siguen trabajando para paliar el hambre de sus familias. 50 millones... porque otros, los enfermos de Sida, no pueden.
El continente del hambre y la emigración masiva cuenta con 1. 2000.000 niños portadores de esta enfermedad. Más cifras. Un millón de niños cae en las redes de traficantes de explotación sexual, comercio que genera alrededor de 12.000 millones de dólares anuales. Medio millón de niños son soldados, la mayoría en las guerras de Uganda, Sudán, Congo. “Se asesina así, desde la infancia, al ser humano, privándole de su desarrollo físico, mental, educacional...”. “Trabajar. Enfermar. Morir. Emigrar tal vez. He ahí la cuestión”.
Más. Amnistía Internacional entona un “Yo acuso”. En las cárceles de Estados Unidos permanecen encerrados unos 4.000 niños en condiciones infrahumanas. Dice el informe que son pateados, esposados, rociados con sustancias químicas, violados, electrocutados ... por el personal que trabaja en estos centros. Muchos son utilizados para engordar el negocio de la pornografía infantil. En Tailandia el precio de una niña virgen es de 150 dólares. 218 millones de niños trabajan en las minas, en faenas agrícolas, de limpiabotas, en la industria textil. Cuando cumplen los 14 años realizan trabajos peligrosos. Y nos preguntamos por qué emigran... Mejor preguntarse qué hacemos para que no se vean obligados a emigrar. Mientras... un inmenso barco surca las aguas de los océanos cargados de niños “que intentan arribar a una playa cualquiera”.
En España, más de 400.000 niños entre cinco y catorce años son explotados en la denominada economía sumergida. ¿De dónde vienen? ¿Dónde están? ¿Quién lo permite? Sorel es rotundo: “Los derechos del menor terminan allí donde se impone la legislación sobre los inmigrantes”. Y un “Yo acuso” a Occidente, a su conciencia y a su civilización. No dejar descansar la conciencia....”porque si así no lo hacemos, el escritor, el periodista, tendrán derecho a ocupar, con mayor o menor éxito, un lugar en el mercado (....). Mas no lo encontrarán en la ética, el código estético y deontológico que ha de regir el pensamiento y la creación artística”
Cuando hablamos de niños será necesario preguntarse ¿pero de qué niños hablamos? Si hablamos de los niños convertidos en cifras... en esclavos, enfermos, hambrientos... por nacer donde han nacido... “Yo me acuso”.
El título de la conferencia: “La responsabilidad de la literatura ante el desarraigo de los menores”. Me la he leí, despacio. Entramado perfecto entre lo que dice y cómo lo dice. La dureza de las expresiones están a la altura del drama real. Sorel habla en el lugar adecuado; en una tierra que viene recibiendo cayucos y no tienen más tierra para albergar tanta pobreza. Y habló de cayucos, de enfermedad, de prostitución, de abusos, de hambre, de explotación... de muerte. Todos los datos que existen y fueron recopilados en algún trozo de papel los volcó en su ponencia.
Su interpelación incisiva, punzante, me empujó a escribir. Corrijo: me obligó a escribir. Y lo rescato. Y empiezo con su punto y final “...al escritor... al periodista... Ya para ellos no existe la conciencia social, el compromiso ético. No piensan que ellos, como tantas personas influyentes, podrían contribuir a sentar las bases de una sociedad más justa.(…). Se publicarán más de 6.000 títulos de novedades en las distintas editoriales del país. ¿Cuántos abordarán la problemática de estos niños, de estas víctimas que debieran llenar, en el testimonio, relato, estudio sociológico, psicológico, imaginación literaria, las páginas de los periódicos, las reflexiones filosóficas, las creaciones poéticas o realistas de los escritores?”
Estas son las cifras. Y cualquier comentario añadido suena a frivolidad. Porque detrás de cada número hay un niño. 146 millones de humanos, menores de cinco años, apenas comen. Se estima en 5 millones los que mueren cada año de hambre. África e India figuran a la cabeza de esta - como la define Sorel -”tragedia terrorista”. Son las estadísticas de UNICEF. Más cifras. Según la Organización Mundial del Trabajo, 217 millones de niños trabajaban en condiciones infrahumanas el año 2004. En el África subsahariana, 50 millones de niños hoy siguen trabajando para paliar el hambre de sus familias. 50 millones... porque otros, los enfermos de Sida, no pueden.
El continente del hambre y la emigración masiva cuenta con 1. 2000.000 niños portadores de esta enfermedad. Más cifras. Un millón de niños cae en las redes de traficantes de explotación sexual, comercio que genera alrededor de 12.000 millones de dólares anuales. Medio millón de niños son soldados, la mayoría en las guerras de Uganda, Sudán, Congo. “Se asesina así, desde la infancia, al ser humano, privándole de su desarrollo físico, mental, educacional...”. “Trabajar. Enfermar. Morir. Emigrar tal vez. He ahí la cuestión”.
Más. Amnistía Internacional entona un “Yo acuso”. En las cárceles de Estados Unidos permanecen encerrados unos 4.000 niños en condiciones infrahumanas. Dice el informe que son pateados, esposados, rociados con sustancias químicas, violados, electrocutados ... por el personal que trabaja en estos centros. Muchos son utilizados para engordar el negocio de la pornografía infantil. En Tailandia el precio de una niña virgen es de 150 dólares. 218 millones de niños trabajan en las minas, en faenas agrícolas, de limpiabotas, en la industria textil. Cuando cumplen los 14 años realizan trabajos peligrosos. Y nos preguntamos por qué emigran... Mejor preguntarse qué hacemos para que no se vean obligados a emigrar. Mientras... un inmenso barco surca las aguas de los océanos cargados de niños “que intentan arribar a una playa cualquiera”.
En España, más de 400.000 niños entre cinco y catorce años son explotados en la denominada economía sumergida. ¿De dónde vienen? ¿Dónde están? ¿Quién lo permite? Sorel es rotundo: “Los derechos del menor terminan allí donde se impone la legislación sobre los inmigrantes”. Y un “Yo acuso” a Occidente, a su conciencia y a su civilización. No dejar descansar la conciencia....”porque si así no lo hacemos, el escritor, el periodista, tendrán derecho a ocupar, con mayor o menor éxito, un lugar en el mercado (....). Mas no lo encontrarán en la ética, el código estético y deontológico que ha de regir el pensamiento y la creación artística”
Cuando hablamos de niños será necesario preguntarse ¿pero de qué niños hablamos? Si hablamos de los niños convertidos en cifras... en esclavos, enfermos, hambrientos... por nacer donde han nacido... “Yo me acuso”.
9 comentarios:
Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más.
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) Misionera yugoslava nacionalizada india.
No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón. .
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) Misionera yugoslava nacionalizada india.
Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio.
Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.
Estremecedora entrada, Sunsi, para el corazón y para el pensamiento; para el “oficio” de pensar y su correlato de sentir. O viceversa.
Hace un año escribí un poema que luego no quise publicar. Me lo has recordado hoy, y te lo mereces tú por esta dentellada en el alma. El sentimiento es común con lo que dices. Sea, pues, para ti.
Si un niño muere lejos, o aquí al lado,
tan cerca de nosotros que tenemos
otra vez que poner el alma en hora,
y dejar el dolor arrinconado
para vivir los días que solemos
pensar que Dios aún no nos ignora…
Si un niño se nos muere en cualquier parte
y no se interrumpen los telediarios;
y se sigue engañando la mirada
con esa confusión que nos reparte
la vida en un quehacer de calendarios,
el alma en no querernos casi nada.
Si un niño muere y luego nada ocurre…
Y nada portentoso ocurre… Y pasa
de largo la noticia y la olvidamos…
Sólo queda pensar que el mal aburre,
que el hombre es polvo y la verdad escasa.
¡Vivir no se merece que vivamos!
Un saludo.
Muy buen hilo, para pensar y mucho. De oficio... y a instancia de parte.
Esta vez, dos citas de una gran mujer que eligió para servir a Dios a los más pobres entre los pobres. Y a los niños... enfermos, desvalidos. La leo a menudo. Hacen mucho bien sus escritos. Ella nos dejó en herencia el significado del Amor y la Misericordia.
Hala... me rindo.Bienvenidas sean tus citas. No hay nada mejor en esta vida que darle la vuelta a la tortilla.
En esta casa caben todos. Tú también, Biela.
Un saludo.
Gracias, Antonio. Un poema "distinto", ni mejor ni peor..., sólo distinto a los que estoy acostumbrada a leerte.
Tantas veces lo pienso y lo digo en voz alta...con palabras parecidas...
"Si un niño se nos muere en cualquier parte
y no se interrumpen los telediarios;"
"Si un niño muere y luego nada ocurre…
Y nada portentoso ocurre…"
Creo que estamos embotados. Ya no nos conmueven ni nos impulsan determinadas imágenes. Las visonamos como si fueran ficción.
Suelo pensar en ello cuando se anuncia que podremos ir más allá de Marte. Marte... cuando en nuestro Planeta hay tantos niños con hambre, analfabetos porque deben trabajar y no pueden ir a la escuela... cuando se lanzan al mercado vehículos carísimos o es noticia un buque que supera con mucho un hotel de diez estrellas si los hubiera... y una noche en un camarote vale lo que alimentaría a toda una familia durante mucho tiempo.
No lo puedo evitar... ni quiero. Y sí . "Yo acuso" y "Me acuso"
Muchas gracias, de veras. Valoro mucho este poema.
Saludos
Modestino, la voz de un jurisconsulto. En este caso sí se puede interpretar "de oficio" como intuyo lo has hecho.
Gracias por tu comentario
Pues en un hospital si un niño muere... se para el mundo... se cae cada uno de los fundamentos de nuestra vida cómoda... y el silencio se convierte en un grito... un grito de impotencia que por infinito estremece al mismísimo cielo!!!!
Pero hay tantas muertes infantiles sin grito... tantas sin presencia... y sin oración.
"Me acuso". Por impotente. Por ser una absurda espectadora.
Gracias Sunsi por este latido de la realidad.
Gracias Antonio por tus palabras.
Buenos días, Ana.
Me traslado mentalmente a un hospital. Y estoy convencida de que no os acostumbráis a la muerte... y a la muerte de un niño ... menos.
Gracias por explicarlo.
Estos días, que tanto se escribe sobre el aborto, creo que faltaba decir algo de los nacidos que viven en el abismo de la muerte.
No están tan lejos. Somos ciudadanos del mismo mundo, nos calienta el mismo sol, nos alberga el mismo Planeta. Están a la vuelta de la esquina y nosotros llorando por nuestras "tragedias" particulares.
Fijo que se puede hacer algo. De entrada, mi amiga Mireia, que le falta muy poco para jubilarse, se va al Congo. Es una gota en un Océano, pero es una gota.
Un beso, Anita.
Hacía tiempo que no me conmovía tanto un poema.
Felicidades al autor
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