Cuaderno de bitácora

Pesaditos los de las compañías de telefonía móvil, fija, ADSL y demás ... Llaman , llaman mucho, pero ya no me pillan. Os paso una experiencia que redacté para que no se me olvidara. Incluso la publiqué para que mi experiencia no pillara desprevenidos a futuras víctimas.

Viernes, 18 de Marzo: Espero un correo importante y descubro que no puedo recibir ni mandar e-mails. Tampoco tengo conexión a internet.

Sábado, 19 de Marzo: Ídem. Le echo la culpa al servidor. Más tarde compruebo que mi pobre servidor está sirviendo... a otros. Los tiros no van por ahí. Por la tarde caigo en la cuenta de que una compañía de servicios de telefonía e internet me había ofrecido hace poco ¡la bomba!. Por una cantidad irrisoria podía estar colgada al teléfono y conectada a la red las 24 horas del día. Recuerdo la última cuestión que formulé al operador: “¿Qué pasa con telefónica?”.Respuesta:“Ningún problema. Nosotros nos encargamos de todo.” ¡Un chollo!

Domingo, 20 de Marzo: Busco soluciones. Pero inicio una ruta equivocada: llamo al número de atención personal de Telefónica. Me remiten a mi contrato con ADSL. No reconocen mis dígitos. Vuelvo al 1004: “Está usted en el aire”. ¿Cómo? ¡Indignante! Y la operadora que me atiende con una amabilidad que no merezco intenta hacerme entender que mi ADSL ya no está en Telefónica. Marco el teléfono de atención al cliente de la compañía de los “duros a cuatro pesetas”. Estaré sin servicio un mínimo de doce días... Me remiten a otro número: “¿En qué puedo ayudarle?” ... Pues no, no me pueden ayudar. Doce días, mínimo. Sobre este “pequeño detalle sin-importancia” no se me había informado. Y digo que me siento estafada. Y me remiten, como solución provisional, al servicio de “Tarifa Plana”. Se activa en media hora. O yo soy gafe o no sé cómo funciona. Llamo de nuevo. Pero qué estúpida. No tengo el MODEM adecuado. Pido que en el plazo de 24 h. se persone alguien de la compañía a mi casa y me proporcione el analógico o como se llame el artefacto en cuestión. Por lo visto no sé qué me he creído; ellos no se hacen responsables de daños y perjuicios. Reivindico con demasiado retraso mi derecho a haber sido informada que mi ADSL es un pájaro que deberá migrar durante un tiempo... de una compañía a otra.

Lunes, 21 de Marzo: Llamo de nuevo. No estoy dispuesta a que me dejen sin servicio y quiero anular la petición de envío del “fantástico” kit ADSL. Pero no puedo hacerlo verbalmente. Debo enviar un Fax en el que se explicite que me “doy de baja”. Ésta es precisamente la clave y la única prueba fehaciente de que existe un alta ¿falsa?. Pregunto: “¿Qué creen ustedes que es un contrato?” Se entiende que es la aceptación por las dos partes de una serie de condiciones que deben ser conocidas y pactadas previamente a la firma. El Fax, que no pienso enviar, es una prueba material y viciada de un alta que nunca existió por desconocimiento de las verdaderas condiciones: las que silencian cuando ofertan el servicio. En telefónica, a pesar de las broncas injustificadas de una usuaria ingenua que se enfada con quien no debe, me indican un número de Fax para volver a recuperar mi línea ADSL anterior sin coste alguno. He omitido el nombre de la otra compañía, no sé si por ética o porque me revienta mencionarla.

Jueves, 24 de Marzo: Por fin en tierra firme... con Telefónica. La experiencia es un grado. Lo barato, a la corta o a la larga, sale carísimo.

Ahora, cuando llaman, les digo con toda la amabilidad de la que soy capaz que no pierdan el tiempo. Les doy las gracias, por supuesto. Pero me cierro en banda.