Son pocas las peticiones que me hacen... En el anterior post me llegó una de la Gran Fetuccina, La Bella Ragazza. "Sí, capitán, mi capitán". No sé si sabré interpretar la sugerencia... Ya me dirás.
El "habitual" del organismo autonómico al que me refería en la anterior entrada... es un señor de ROSTRO AFABLE. Y he caído de cuatro patas en la misma piedra con la que tropiezan los medios de comunicación: resaltar lo que es noticia por ser la excepción que confirma la regla; lo que es noticia por no ser una buena noticia. Se quedan por el camino, sin que nadie los inmortalice con una instantánea, la buena gente, el buen hacer... el esfuerzo por no volcar en el trabajo las cuitas personales o el estreñimiento matutino. A pocos les sale de natural... La mayoría realizan una abstracción mental para dejar aparcadas las preocupaciones y hacer bien su trabajo. El del señor de ROSTRO AFABLE, el que da el numerito para la cola, a primera vista parece poco relevante. A primera vista...
Me gusta la frase de Mario Conde: "No somos ni siquiera nuestros actos; somos nuestra conducta". Los actos pueden ser puro mimetismo. La conducta tiene raíces: voluntad por ser... que se manifiesta en mirar en lugar de ver, escuchar en lugar de oír...
Ilustrativa la viñeta de Quino:
Mafaldas y Susanitas. Si nos da por ser Mafalda... somos intensos, cósmicos... Si el tiempo te convierte en Susanita... hay callo. Tal vez sea una división maniquea: buenos y malos. No es eso o, al menos, no lo pretendía. A Mafalda a veces le pasa lo que advierte Rabindranath Tagore: "si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas". Y sí hay estrellas. Y el que llora las puede ver. Basta con coger un kleenex y secarse las lágrimas.
De Tagore me quedo con esta sentencia que completa la anterior. Se aproxima bastante a lo que distingue al señor de "cara afable" del "bienvestido":
"Dormía..., dormía y soñaba que la vida no era más que alegría. Me desperté y vi que la vida no era más que servir... y el servir era alegría"