Muy interesante el correo que me mandó Mireia. La soledad, el pensamiento... que no ... que las prisas no sirven ... que ojalá alguien caiga en la cuenta y regule las horas de los silencios.
"La mitad de nuestros males proceden de no poder estar solos. La otra mitad de no saber estarlo. Con esto no quiero decir que la soledad involuntaria sea buena. No, no. Eso es aislamiento y desgasta y mata el alma y los afectos.
Me refiero más bien al don de estar apaciblemente solo. Sin ruido. Sin prisa. A la invencible sensación de tener el tiempo en las manos y sentir como se escurre, cómo se desliza y desaparece sin dejar rastro.
En estos días nuestros, severos y atropellados, la soledad es un lujo al alcance de pocos y percibirlo es un don de menos. Todo nos empuja, sin piedad, en sentido contrario, por eso la lentitud y el sosiego cotizan a la baja en el bazar moro que se ha convertido la vida.
Hay mil maneras de estar solo. Eso lo descubrí con Eloy Sánchez Rosillo, poeta tranquilo, y el libro del mismo título con el que ganó el Adonais hace tres décadas. La soledad es, desde entonces, algo necesario, un tiempo de espera y también de plenitud.
Estar solo para sentarse en un parque y ver la vida pasar y saludarla mientras se aleja. Estar solo para leer de nuevo aquel viejo libro que tanto dijo. O para catar un vino joven que promete y cumple. Estar solo y echar a andar sin saber adónde ir y permitir a los pies que elijan la senda correcta. Estar solo para crecer hacia dentro, para librarse de la tensión de una familia excesivamente cercana y numerosa o para alejar la neurosis de un trabajo monótono y mal pagado. Estar solo, en fin, para no hacer nada que no sea estar solo y pensar. O rezar, si es que eso ayuda. Ni más ni menos.
Antaño la soledad era algo cotidiano. Entonces la vida pasaba con otro ritmo, más humano, más exacto. Los días eran largos, como los de un niño en verano. Hogaño no. Ahora hay que correr, acelerarse, hacer más cosas. ¿Más cosas? Quizá lo único urgente sea hacerlas mejor. Con pausa, con sentido, con el oficio del que ya ha visto mucho y quiere apurar la vida que le resta. ¿Apurar? No, apurar no, degustar, sin prejuicios.
Hoy falta tiempo para maravillarse con lo pequeño porque la realidad nos aturde y nos aleja de nosotros mismos. Vivimos un exilio forzado y en nuestra demencia inculcamos la prisa a nuestros hijos, que sobreviven como pueden en medio de cursillos absurdos (inglés y tenis, a ser posible al mismo tiempo), competiciones necias y modas extravagantes (como las clases de chino mandarín).
Algunos padres dicen –y otros se lo creen– que hay que prepararlos para el futuro, pero me temo que ese futuro será de psiquiatras y lexatines. El porvenir, que ya es presente, es de niños hiperactivos y desgraciados, que saben elegir un hierro o una madera de su bolsa de palos de golf, pero que el único conejo que han visto en su vida se llama Bugs Bunny.
Otro gallo nos cantaría si fuéramos capaces de no planificar nada y que esa decisión no nos provocara ansiedad. Si encontráramos el tiempo para estar con nosotros mismos, aún a riesgo de no gustarnos, solos con nuestra soledad. Si cayéramos en la cuenta de que a menos velocidad, más felicidad. Si durmiéramos las horas necesarias, si aflojáramos el ritmo, si apagáramos el móvil.
Quizá entonces la vida volvería a ser vida y no una carrera de obstáculos. Simplemente vida. "
(Nacho Uría)
22 comentarios:
Cabo de San Antonio.
El velero orza.
Y el viento brama.
Las olas se encrespan.
Y el alma remansa.
...
Cabo de San Antonio.
Tormentas de verano.
Azules INFINITOS.
Espuma, luz y salitre.
El alma se silencia.
Las drizas tensas.
La quilla te abre el corazón.
Y tú, enmedio del oleaje.
Escuchando el eco de una plegaria.
...
Las vuelvo a ver.
Las gaviotas.
Planean sobre el mástil.
Girando como satélites eternos.
Vuelan sobre el Mediterráneo.
Libres.
Las olas se encrespan.
El alma remansa.
Son como los sueños.
Gratuitas y potentes.
Son como la esperanza.
Las gaviotas flotan.
Y tu observas y sientes.
Que mientras tu alma se reconforta, ellas planean sobre la intensa mañana.
Sobre el Cabo de San Antonio.
Las gaviotas te enseñan a rezar.
En silencio.
Con la brisa sobre tu rostro.
Viento y luz.
Gracias, Driver "gavioto". Precioso, a pesar de... las onomatopeyas.
Por cierto, las dos tórtolas siguen con su punto de encuentro en la Gre. Desde ese domingo. No me digas que no es casualidad.
"Las olas se encrespan.
El alma remansa."
Instantes de soledad ... contemplando el cielo y el mar...
Creo que sí sabemos -todos- estar solos con nosotros mismos. El único problema es que en ese instante nos percatamos de la cantidad de cosas que cambiaríamos.
Yo también creo que es muy importante la soledad, pararse a pensar de vez en cuando, sobre todo para conocernos.
Saludos
...Pero mis preferidos son, con mucho, los puestos de calzado. Esos montones de sandalias marcianas, estrafalarias, anticuadísimas, alucinantes, de charol normalmente, en todos los colores incluidos el oro y la plata, me arrebatan los sentidos. Suele haber de promedio unas cuatro señoras removiendo al unísono, más la mano del vendedor que se hunde en el caldo caliente, brillante y colorido intentando sacar la substancia del fondo…es difícil de entender si uno no es un hortera. Para mí es motivo de enorme satisfacción encontrar el par perdido y comprobar que sí, que forman parejas de dos, cosa que he dudado demasiadas veces, y cuando lo logro es como la confirmación de un misterio que deja de serlo. No recomiendo comprar ya que las suelas suelen ser más plásticas que los toldos y amenazan derretirse pegadas a las plantas de los pies del veraneante hortera. Es en cambio divertido y un gran ejercicio gimnástico agacharse en los puestos de vendedores africanos y revolver, a derecha e izquierda, probándose, entre las exclusivísimas babuchas que algún año llegan, traídas de otra playa hortera con excedentes. Donde se pone el ojo y la mano aparecen como por arte de magia dos o tres compañeras que deciden investigar los mismos productos y precios, también este extremo me resulta encantador ya que así se comparten descubrimientos que uno cree sólo a su alcance.
Es parada obligatoria el puesto de música. Suele estar en el centro del mercadillo y reclama la atención con la banda sonora del verano, a bastantes decibelios más de lo permitido. Pero es imposible para un hortera no canturrear la cancioncilla e incluso bailarla un poco, cuando uno se acerca a este punto neurálgico. Entre la música que allí se atesora hay copla, pasodobles, recopilaciones varias, mixes de todo tipo y muchas falsificaciones. Es bonito pararse y escuchar un rato.
Me gustan mucho los melones en verano y el puesto de mis meloneras. Casi aseguraría que son robados, pero visitarlas y luego comerlos es un placer que pasa ya de lo hortera a lo exclusivo.
Mis meloneras son de familia gitana. Pasan los años y aún no consigo saber cuántas son. La madre es siempre la misma, año tras año, y se la reconoce por la edad y porque está sentada encima de dos cajones de fruta al fondo del puesto, comiendo siempre y no precisamente melón. Es un almuerzo que dura toda la mañana. Pero las hermanas, puede que también haya nueras, cuñadas y primas, varían ligeramente cada jueves y esto me lleva a confundirlas. Son morenas todas, con el pelo recogido, falda larga y delantal pequeño. Las uñas negras de hincarlas en la fruta. Los ojos grandes. Y son enormes, enormemente gordas: grandes y gordísimas todas. Sus móviles son de última generación y suelen hablar con algún familiar que está ingresado, al que presentan a las clientas por videoconferencia, con lo que el enfermo pasa también una mañana distraída.
Las ofertas que pregonan, bonita, son como para no poder volver al coche que está en el descampado allá lejos, porque regalan dos por cada uno que compras y tienen tal habilidad que te encuentras de repente cargada de bolsas. Te lían que es un primor. Me gusta que me líen y repartir melones cuando llego a casa. De los ocho que te llevas tres o cuatro salen malos, pero el resto son placer hortera por excelencia.
Un verano hortera no es nada sin las meloneras y sus melones. Me gusta ir al mercadillo, aunque no llegue a mandaros la crónica. Es la mayor y mejor inmersión en la vida veraniega que uno puede regalarse. Sobre todo si se es un hortera.
Sois infumables, colegas; repito que, mientras "planean sobre el mástil. Girando como satélites eternos" con un poco de suerte, te destrozan la camiseta, te queman el ojo o provocan que te rompas una pierna.
De hecho, lo único que te enseñan es que nuestra civilización tiende a contaminar: sobrevuelan, más que elMediterráneo, los vertederos.
Así que ¿qué queréis que os diga?
La soeldad puede ser en ocasiones muy difícil de llevar, muy dura; pero la soledad buscada es muy útil, muy fructífera y muy necesaria.
Gran post y gran canción.
Katt, corazón... ¿tú crees? Yo no estoy tan segura. Igual es que estoy poco segura de muchas cosas. O quizá es que soy más vieja...
El silencio... la soledad ... te despoja y muestra sin costras lo que uno es. Estoy de acuerdo contigo en que ves lo que cambiarías... y oyes palabras que no se pronuncian que pueden resultar incómodas.
Tengo ganas de un ratillo de "coversa" con usted, joven pensadora.
Besiños
La prueba del algodón, Aprendiz, llega cuando se funden los plomos y no funciona nada que deba enchufarse. La soledad y el silencio es como fundir deliberadamente los plomos, desenchufarte y así, a pelo, sin nada más que tu ser...permanecer activo por dentro. Necesitamos como el pan que comemos ese ejercicio. Pra ser más y poder trascender.
¡Aprendiz!. Me gustaría nombrarte de otra forma... Porque, en el fondo todos somos aprendices siempre. En fin... Besos, guapa...
Anónima... Anda, dame una pista... que no estoy acostumbrada a no poner le nombre al que está tras la pantalla...
Sarracena... no hace falta que digas nada, hija, que sabemos de sobras el repelús que te producen los pájaros... y que con las gaviotas no puedes... Driver es "gavioto" y escribe bonito. ¿O tampoco?
Tengo dos cosas que devolverte. Una buena excusa para vernos de nuevo.
Un... apretón de manos.
Bueno ... Modestino... es que la soledad que mencionas primero es sufrimiento puro y duro. Y es posible que se padezca aunque estés rodeado de gente. No sé... quizá es un estado de ánimo, no buscado, en el que la tristeza te atenaza y no puedes dar ni un paso... ni ver la luz...
Otras es la suma de mucho tiempo de indiferencia.
Buscada, como dices, sin cinta aislante (creo que eso nunca es bueno)muy necesaria. Al menos yo la necesito. Y el silencio a rato... también.
Un saludo desde Tarraco.
Nacemos solos,vivimos solos y morimos solos, es inherente al hombre y su modo de vida.
Yo además, soy de los que subscriben cien por cien aquello de "más vale solo..."
Saludos
Esas dos tórtolas acaloradas han elegido tu estanque para refrescarse.
O tal vez vinieron para provocar a Sarracena.
O les gusta ver como sales a espantarlas.
O son un recuerdo que te persigue.
Igual te están buscando las cosquillas.
...
Seguro que cada tarde las buscas con la mirada.
Acabarás echándolas de menos.
...
Son simples tórtolas pero se quieren y han elegido tu estanque para bañarse.
El día menos pensado te piden que seas su madrina.
Al tiempo.
¿Maneras de estar sola?
Abrir un armario-sin connotaciones-meterme dentro y cuando todos me busquen, yo callaita.
¿Maneras de estar sola? "¡Voy a Mercadona!" Y llamar desde Valencia diciendo que ya he llegado.
Seguiré pensando:)
Un besazo, abrazos y saludos cordiales, según corresponda.
Luisa
Insatisfecho ... Desde luego que nacemos y morimos solos. Pero creo que éstos son los únicos momentos-cortos o largos- que estamos completamente e irremediablemente solos. Son tramos en los que nadie nos puede acompañar. Pero vivir solos... no creo. A no ser que uno decida que quiere que sea así o que nadie nunca dé un paso para compartir la vida contigo...
Saludos también para ti
Driver... les diré a las tórtolas si quieren que sea su dama de honor... Que se vayan de viaje de novios a otra charca.
Es curioso...ahí todos los días. O no me había fijado antes o eres tú que atraes a todo tipo de aves...
No te extrañe que cualquier día te las encuentres en una charca cerca de tu casa... les chivaré la dirección.
Hasta pronto, Driver "gavioto"
Luisa... cómo se nota que, de cuando en cuando, te escapas... "Voy a comprar tabaco" (también sin connotaciones) y volver por la noche , excusándote..."no sabéis cómo estaba hoy la carretera... y me he quedado sin gasolina y no llevaba dinero y me dejé la visa en casa... y el móvil..." Para poder estar solo un rato... imprescindible no llevar encima el móvil.
Me doy por besada y un beso también para ti.
Que solito, que solito,
se encuentra el pajarito
¿abandonará su nidito?
¿o buscará otro arbolito?
Entretanto la tortolica,
retozanto en la fuentecica,
mira y mira y no se explica,
porqué la amenaza una pica.
No se dacuenta, pobrecilla,
que hay un ojo que brilla,
un pi que trastabilla,
un palo sin polilla.
Es la hedbanna rana, señores,
entre calores,estertores y humores,
aplica remedios exterminadores
a los pájaros cagadores.
Y a lo lejos, el poeta impenitente
la sarracena impertinente
y la familia complaciente,
a mandíbula batiente,
se cachondean resplandecientes.
Y nada más, amigos míos,
con una letrilla,
una redondilla,
gracisosilla, graciosilla,
me despido por ahora.
Las toooortolitas jovenzuelas
juegan en el jardín de Sunsi,
ante la atenta mirada
de Sarracena expectante
y de la Sunsi pensante.
Y ellas se distraen,
mirando los pájaros cagones,
que se bañan en la piscina,
humilde pero refrescante.
Y el poeta atento,
les advierte sin apuros,
que preparen peineta,
arros y puros.
Pues de tanto batir de alas,
ante tanta juventud,
ante tanta carantoña,
en fin, ante tanta emoción...
La veo vestidas de madrinas,
con traje de volantes,
en el altar del Señor,
llorando de emoción.
Que no hablo de tortooolitas,
que no nombro a las aves,
no me seáis pardillas,
que os estoy nombrando
a esos jovenzuelos bien formados,
que el día menos pensado,
se presentan con noviet@s,
y os veo a ambas llorando
a lágrima viva
en feliz ceremonia,
con el cura platicando.
Eso es lo que yo ví,
entre tórtolas y tórtolos,
a unos jóvenes glamurosos,
que hace unos días eran neonatos,
y ahora,
el amor andan rozando.
Espero que lo llevéis bien,
que seais buenas suegras,
que aunque la palabras es fea,
la hora...
os está llegando.
Andad con Dios y comportaos,
sed prudentes en el ceje,
pues las historias de amoríos,
empiezan...
y ya no hay quien las frene.
Las tórtolas y los tortolitos,
cunto más jóvenes,
más bonitos.
Sunsi, en la antepenúltima entrada te decía que me podías llamar Beatriz ;)
Besos
Te va a parecer una tontería... pero me he quedado con una sola, sólo una, palabra... "hogaño". ¿Sabes cuánto hace que no oía esa palabra? Acabas de traer a mi mente la imagen de mi abuelo pronunciándola, sílaba a sílaba...
Gracias por este momento!!!! Besos
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