viernes, 30 de abril de 2010

"Se me ha roto el corazón"


Después de dos días muy largos, me decido a compartir con vosotros un rincón de la república donde se guardan los sueños rotos.

Cuando das a luz conoces por primera vez el llanto de un hijo. "¿Es la tripa...?" "¿Tiene hambre...?" "¿Qué tiene mi hijo, por Dios?" Ea, ea... no llores...  Y aprendes una lección nueva: el desasosiego ante la impotencia. No sabes... No atinas... Recuerdo perfectamente esa ignorancia. ¿Quién sabe interpretar a un bebé que no dice ni señala...? Es entonces cuando desearías que supiera hablar. La palabras... Las primeras palabras, los signos que les abren la puerta al mundo para poder liberar y nombrar su mundo recién descubierto.

Para mí se terminó...¿cómo la definen...? Sí... la edad del cisne. Ahora no sabría explicar la razón por la que se etiqueta así  la infancia que aún no vislumbra la preadolescencia. Sí sé que fue una época dulce, de besos regalados, de aprendizaje, de cuenta-cuentos, de hábitos que se adquirían con relativa facilidad. Los ciudadanos eran entonces como un libro abierto... receptivos. Podíamos escribir a seis manos, como si se tratara de un piano con infinitas teclas, y borrar alguna nota que no cuadraba en la partitura... o añadir un sonido más armónico. Quien lo haya pasado sabrá que no dura demasiado. Hay un momento en el que lo que se despliega vuelve a doblarse. Nace la intimidad... disminuyen las palabras... ¡Crecen! Se alargan, se rellenan más con el corazón que con el entendimiento. Y se enamoran.

A veces, cada vez menos, empiezan a amar lo querrían que fuese el amor... Platón nos podría contar largo y tendido. Y llega el día... Ese día dicen : eres tú. TÚ... Nada ni nadie podrá destruirlo. Las palabras y los sentimientos son rotundos. Todo. Nada. Siempre. Nunca. El trayecto se recorre a corazón abierto y con los pies descalzos... Si hay matorrales espinosos ni se advierten. Ya sólo existes TÚ.

El TÚ es inmenso, compacto, global. Llega hasta donde la mirada se funde con el horizonte. Es tan absoluto que nunca nada duele tanto como el primer amor roto. ¿Mañana? No existe mañana. El mundo se ha derrumbado..."¿Qué hago con todos estos escombros? No me hables de futuro. No existe ... Jamás podré volver a ser feliz."

Agazapado en un rincón de la república un hombretón llora. Le falta el aire y cree que no volverá a respirar; es de noche aunque luce un sol descarado y veraniego.

No sabe que ahora, cuando hiere incluso oír el murmullo del mar, sentir la brisa en la piel, está pegando otro estirón. Crecer otra vez y aprender a coser lo que parece que no puede recomponerse.

Cómo se sufre... ¿verdad, hijo?  ¿Sabes qué pasa? Que ese dolor es justo la medida de tu amor. Y es mucho, ¿no?... Pero aunque no quieras, mañana será mañana. Saldrá el sol. ¿Que no? ¿Qué te apuestas? Vas a perder. Seguro. Los años son un grado.








miércoles, 14 de abril de 2010

Tal vez... hasta pronto.

Dejo el blog apoyado en un árbol... bajo la sombra. No sé por cuánto tiempo. Voy hacia donde sopla el viento... para poder avanzar. Gracias por entrar, por comentar, por acompañarme en estas páginas... un lugar donde he  compartido y aprendido de vosotros en ese  empecinamiento de querer "pensar de oficio".
Nos vemos... Gracias de nuevo.


lunes, 12 de abril de 2010

Cuando llegan las notas..

La naturaleza sufre una profunda transformación; los días son más largos, la luz se muestra con una intensidad distinta, la vegetación parece despertarse de su letargo invernal. Es primavera. ¡Cuánto apetece dar un paseo o, simplemente, holgazanear! Pero el final de curso está a la vuelta de la esquina. Pronto llegan las notas ... definitivas. “¡Niño, estudia!”...,” “¿Qué examen tienes mañana?”...

Ahora nos entran las prisas. Y afloran dos identificaciones muy arraigadas: nuestros hijos son, por encima de todo, estudiantes; el buen estudiante saca buenas notas. ¿Me permitís un pseudosilogismo? Luego... un buen hijo es el que saca buenas notas. Expresado así, parece una aberración. Pues no tanto. Seamos sinceros. ¿Cuántas veces premiamos sólo los éxitos académicos y olvidamos su esfuerzo diario? ¿O no es cierto que lo que valoramos es “el diez” en lugar de apoyarles, día a día, para que rindan al máximo según sus posibilidades? En el fondo –y en la forma- el problema es esa tendencia al reduccionismo, que sólo se resuelve si nos replanteamos hasta qué punto es importante la familia.

La familia -en teoría- es el único ámbito de la sociedad donde deberíamos ser apreciados también con nuestros defectos. En la familia deberíamos “caber” todos; deberíamos sentirnos orgullosos por cada pequeña victoria de cualquiera de sus miembros y cerrar filas alrededor del que sufre un fracaso... porque nuestro vínculo es el amor. En la familia, en casa, nadie es más importante que nadie; nadie es el modelo de nadie; nadie se compara con nadie. En casa, todos triunfamos; y si no, siempre hay otra oportunidad. Nuestros hijos, además de estudiantes, son hermanos, nietos, amigos de... que comparten su tiempo libre, colaboran en casa, hacen deporte... Un hijo es mucho más que un “cerebro con patas”; es un ser irrepetible en el que se integran cuerpo, afectos, intelecto. El estudio no es un fin en sí mismo, es un medio para adquirir conocimientos y asimilarlos, para crecer en virtudes y ponerlas en juego, para ser mejor persona.

“Bien, como teoría está bien ; pero a la hora de la verdad lo que cuentan son las notas.” “¿O no?”... Pues sí y no. Las notas son la consecuencia lógica del trabajo bien hecho. No obstante, cabría hacer dos precisiones:

1.- El mismo listón no sirve para todos porque no todos están dotados del mismo potencial intelectual ni de las mismas destrezas en todas las asignaturas.

2.- A veces los resultados positivos se hacen esperar porque están aprendiendo el propio proceso de aprendizaje. Para poder estudiar, han de saber estudiar. Y eso lleva su tiempo. Y cada estudiante tiene el suyo.

Valdría la pena saber qué podemos exigir a nuestros hijos y esforzarnos por crear un clima de comprensión, sin el cual la propia exigencia se vacía de contenido para convertirse en disciplina de cuartel. Deberíamos transmitirles que lo que cuenta es el empeño y la constancia muy por encima de los resultados...y que los resultados llegan con empeño y constancia; que el estudio es un verdadero trabajo y no un simple trampolín para la fama.

Aún podemos rescatarles de otro reduccionismo muy pegado al anterior y muy común en nuestra sociedad de consumo: tanto tienes, tanto vales.




sábado, 10 de abril de 2010

El final de una etapa. "Promoción Barcelona 92"


En tiempos del Imperio Romano, en una carta de Claudio al cónsul de Tarraco, se puede leer el siguiente testimonio:

“Uns homes enlairats com els ocells formen en un aclucar i obrir d’ulls un edifici amb llurs cossos, tot enfilant-se l’un damunt de l’altre”

Son "els castells", los castillos humanos de nuestra tierra que tanto se asemejan al edificio de los capítulos de nuestra vida. Ayer empezasteis a cerrar uno: vuestro paso por el colegio. Estáis llegando al final. La tensión es máxima. Son momentos decisivos. Queda el último tirón. El “castell” tiembla; los brazos de este edificio humano sujetan fuerte y se apoyan en el compañerismo y la amistad de muchos años. Queda el eslabón definitivo. Es el esfuerzo necesario para que culmine este castillo humano. “L’ enxaneta” está subiendo. Apenas falta un tramo para coronarlo y alzar la mano que hará “l’ aleta”.

Ahora, cuando finaliza una de las etapas más importantes de la historia de cada una de vosotras, es de justicia recordar cómo se ha ido diseñando. Es de justicia mirar hacia abajo.

“La pinya”… Los que ayer os acompañamos en esta cloenda, los que hemos rodeado siempre el “castell” y no nos hemos movido. Los que hemos estado en todos los momentos, aunque algunos momentos hayan sido menos buenos. Nosotros somos vuestra “pinya”, una "pinya" siempre alerta. Tanto en el éxito de la subida como en épocas que habéis podido caer y hacer “llenya”. Nunca ningún castillo humano sube sin ella. La pinya apretada en la que no quedan huecos…que no ha dejado de mirar cómo ibais alcanzando metas, la pinya que os ha arropado y animado. La que alguna vez seguro que hubiera subido por vosotras, pero sabíamos que teníais que ser vosotras las que debíais aprender a subir: “¡Arriba! ¡Arriba otra vez!”.

Seguimos mirando hacia abajo. Esta “pinya” envuelve la “soca”. La “soca” del colegio apenas se deja ver. Y esa es su belleza, su importancia. Pasa desapercibida, pero su trabajo diario, bien hecho, hace posible que encontréis limpias las aulas, la comida a punto, las puertas abiertas... Han sido y serán merecedores de nuestro  cariño, respeto y agradecimiento. El Sr. Pau, que ya se jubiló, y el Sr. Mariano; el personal de la cocina, de la limpieza...  y  Dolors Pagés; las personas que empiezan su tarea cuando vosotras abandonáis las clases;  Secretaría… que es mucho más que la voz que está al otro lado del teléfono. Detrás de los papeles, las cartas, las fotocopias, los calendarios y un listado larguísimo, con un trabajo realizado muchas veces a contra reloj. Son la “soca” que aguanta  parte del cimiento…

Y seguimos mirando hacia abajo. Asoma ya el tronco. Las “rengleres” visibles.

“Els baixos”. Recuerdos antiguos de una época que, aunque no estabais todas las que habéis llegado hasta aquí… para muchas es el recuerdo de lo primero que aprendisteis. (Querida María... siempre discreta... Probablemente tus compañeras no saben que ayer fuiste la becada con más años en esta escuela... Apenas tenías un año y medio). Los primeros palotes, los primeros gomets, los primeros números, las primeras letras. El preescolar del colegio con nombres de animales. Cada curso con vuestras “caps de colla”.  Entonces todavía no llevabais uniforme. Estrenasteis el edificio nuevo en P-4. Son recuerdos de batas con piedras en los bolsillos, lamparones que no se iban ni con agua hirviendo. Son recuerdos de vuestros primeros pasos en Aura. Y el recuerdo de los recuerdos: esa canción que cantasteis y ayer volvisteis a hacerlo cuando dejasteis de ser las pequeñas del cole : “Recuérdame que te entregue una rosa…” . A todas las profesoras de vuestro preescolar... recordadles  que siempre las recordaréis con el mismo cariño de antaño.

Un poco más arriba “els segons”… Vuestra primaria .

“Els terços” de vuestro "castell" casi los podéis tocar con la mano. Están cerca. Es el principio del “Pom de dalt”. La ESO. Cuatro cursos que empezasteis un poco niñas, medio pavas y terminasteis adolescentes rematadas. Un tramo en el que tembló la pinya, la soca y els caps de colla… Un estadio que a veces parecía que el castell no se sabía si, finalmente, podría ser un castell "acabat  i carregat”.



Y els Quarts, decisivos… El Bachillerato. Las dudas sobre vuestras aptitudes... vuestro futuro profesional. Os ha tocado. Estrenáis  el Plan Bolonia y una selectividad distinta. Al pie del cañón: la pinya, las tutoras, la jefe de estudios (gracias, Antònia)... todo el profesorado (un guiño a Mari Carmen ... a Esther... a María... ¡¡¡ a Mireia!!!) . Todos al unísono, como un solo "cap de colla"... "Amunt!!... Amunt!!"    

Hoy ya a por els dosos, l’acotxador i l’enxaneta... Hoy, después de la intensidad de la fiesta, a retomar el final. El do de pecho para coronar el castell si conseguís "fer l’ aleta". Castell carregat i descarregat.



En el colegio vosotras y nosotros hemos aprendido qué es "fer pinya", qué significa participar en el Castell de la vida; que  la soca es sinónimo de fundamento; el porqué  del trabajo bien hecho y terminado , un trabajo responsable que nos acerca a las necesidades de nuestro entorno y tiene el valor de trascender a nosotros mismos, el valor de servicio a la sociedad. Hemos  aprendido... todos... que cada persona tiene un valor absoluto … ocupe el lugar que ocupe... en la pinya,  en la soca o coronando el castell. Hemos aprendido que cuando l’enxaneta fa l’aleta es el gozo del sacrificio que muchas veces pasa inadvertido.

Si me lo permitís... unas palabras para mi hija María. Un beso, princesa. Nada ha sido en vano. Dejas la escuela habiendo sacado de ella el fruto más sustancial... su esencia... lo que no se derriba con facilidad.  Con emoción que intento contener... podría decirte muchas cosas. Aquí basta con que siga diciéndote que la pinya nunca se separa del castell... mientras los tramos van completándose... Que el castell de la vida no  culmina hasta que llega nuestro traspaso definitivo  que nos regala la Vida para siempre, siempre.

¡Enhorabuena, Barcelona 92! Ayer... la baba por los suelos. Las voces del coro ( gracias Tona... Joana...). La flauta "travessera" de  Mire y el oboè de Georgina. La Santa Misa y la homilía del sacerdote... La beca por tantos años de "piña" a Encarna y Alfredo... El triunfo de Meritxell con su Treball de Recerca...Vuestros discursos (Georgina y Aina)  detalles (Paola... Inés... Patricia...Sara...) y tiempo invertido (Clara...  Jur ... Conchita... Anna C. ) para que la velada resultara redonda ... Porque fue redonda, Lidia...  Y ese abrazo potente, sincero... Lucía. Y tú, Meneses ...porque ... porque sí (ya sabes). Perdonad que no os nombre a todas. Pero es que las demás sois "la soca"... el cimiento.
Os quiero... A todas. Gracias...



martes, 6 de abril de 2010

Hoy...


Una estancia llena de cuerpos y almas doloridas. Apretujados... inmigrantes, cochecitos con niños que "nacieron de pie", mentes jóvenes y desestructuradas, ancianos con la mirada perdida... 

No sé si mañana preferiría que , en lugar de ir a clase, algunos chicos y chicas pasaran unas cuantas horas en esa sala de espera. Cuánta falta les hace la escuela de la vida desde la perspectiva del reverso. Sobra mucho... y falta corazón. Pesa demasiado lo que estorba y la misericordia es un balón  hueco; rueda sin apenas empujarlo por los pasillos de estos seres que se ocultan.

Querría romper la burbuja para que puedan contaminarse... Es una asignatura que no figura en ningún temario. Y así salen ellos... como flores de invernadero que se mustian cuando la brisa deja paso al viento fuerte y la temperatura baja unos cuantos grados.

Hoy lo pensaba... María se gradúa el viernes sin resultados académicos todavía. En la asignatura pendiente y perdida en estas estancias apretujadas... tiene sobresaliente. Y Blanca. Y Carlos. Y Chus. Sé que les va a servir... mucho más que el "Treball de recerca". Estoy convencida de que haber pisado estos caminos ignorados serán una buena brújula para no perderse en el mar de la estupidez y la indiferencia.

Hoy pensaba que tengo que dejar pasar unos días para que esa contusión que me ha dejado "tocada" no me haga escribir torcida.

domingo, 4 de abril de 2010

Domingo de Resurrección




“Regálame una caña de bambú”. ¡¡?? Puede parecer una extravagancia; según se mire, según quién mire o cómo lo mire. En definitiva, lo mismo hacen los que se quieren y no quieren olvidar, aunque les resulta bastante más caro. Se regalan una joya y la llevan prendida en la solapa o limitando el perímetro del dedo. Y no se desprenden de ella porque aquello es lo más parecido a llevar impreso en la cabeza, en la piel, en la memoria ese ser único-para-mí. Hoy preferiría una caña de bambú. Tiene el valor del recuerdo; el recuerdo de una historia importante.



El Domingo de Ramos, la palma. El domingo de Resurrección, una caña de bambú. Una caña que se balancea como los cuenta-cuentos orientales; que sabe a menta y azúcar. Una caña que dejó de vivir para sí misma... un atardecer de abril.



La caña de esta historia preside un jardín privilegiado. Sol y sombra ... silencio, sosiego y belleza. Ella es la preferida del amo. Erguida, esbelta y majestuosa. La que mejor soporta el viento del invierno y el calor asfixiante del verano. La preferida, la más observada y admirada por los ojos del señor. Esta tarde de primavera no será tranquila y plácida como la tarde anterior y las otras tardes desde que empezó a brotar... El dueño, esta vez, se le acerca con más ternura. Casi susurrando musita: “Te necesito”. Ella ya lo sabe; está plantada en aquel jardín , en la tierra de su señor para lo que su señor desee. No entiende a qué viene este ruego. El señor acaricia sus hojas y sus ramas; caricias que suavizan lo que el amo quiere pedirle. “Te necesito y, para lo que necesito, debo cortarte”. ¿Cortarla? ¿Arrancarla?. ¿Para qué entonces el dueño de aquella tierra fértil ha empleado tantas horas en cuidarla, podarla, mimarla?. No tiene sentido que el amo quiera destruirla. ¿Para qué tantos desvelos?.Ella no sabe, pero su señor sabe más. La caña de bambú se dispone a ser cortada por las mismas manos que la han plantado. Ama esas manos; se fía de esas manos.



“Querida caña de bambú. Me queda algo que me cuesta pedirte. Tendré que partirte en dos y extraerte toda la savia. Si no, no me servirás”. No es necesario pedirlo. El amo es el dueño y señor. Una vez arrancada, ¿qué importa ya su forma, su ubicación, su destino en aquel paraíso verde y dorado?. Esbelta y majestuosa, pero limitada. Su mirada no alcanza a ver todas las tierras que se encuentran más allá del cañaveral.



Segura de que el señor ve más, la caña se balancea con furia en un intento de reclinarse y postrarse.... hasta que queda definitivamente echada en tierra a los pies del amo.



La historia acaba bien. El señor del jardín la arrancó, la partió en dos y le extrajo la savia. Y la arrastró junto a una fuente fresca y cristalina, muy cercana a sus campos. Las plantas de aquellas tierras , a pesar de estar tan cerca del agua, hacía tiempo que morían de sed. Un pequeño roquedal impedía que el agua siguiera su ruta. Con delicadeza de artesano, el señor ató una punta de la caña de bambú a la fuente y la otra la colocó en el campo. El agua, poco a poco, fue humedeciendo la tierra reseca por los años y el olvido. Cuando llegó la primavera, el amo sembró arroz. Las semillas crecieron . Llegó el tiempo de la cosecha. Una cosecha abundante con la que se pudo alimentar a todo un pueblo hambriento.



Cuando la caña de bambú era esbelta y majestuosa, vivía y crecía para sí misma, para su autocomplacencia. Ahora, echada en el suelo del roquedal, se había convertido en la prolongación de la fuente de vida que el señor necesitaba para hacer fecunda su tierra.



La caña de bambú. Una historia sencilla, en la que la naturaleza, las piedras y el agua hablan.... de servicio, de vivir por algo y para algo. Una historia que demuestra lo mucho que vale una caña partida en dos. La hermosura de una caña de bambú cortada de cuajo para que la tierra dé fruto. La hermosura de una caña de bambú que sirve porque sirve. Las demás cañas del cañaveral no lo saben. Pero lo sabe el dueño. Y eso basta.



Hoy, Domingo de Resurrección. Después de la Pasión, la Vida. El arroz que crece en una tierra antes estéril nos da de comer a todos.... si nos acercamos a saborear el dulce manjar.

¡Felices Pascuas!

Esta historia la colgué hace un año. Disculpad la repetición. Es antigua, pero cada Domingo de Resurrección me parece nueva.




viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo


"Dejad que lo niños se acerquen a Mí"...

Lo tomo al pie de la letra. Me desprendo de las "adulteces" que me tienen pegada a los razonamientos humanos. Porque te veo en la Cruz... después de tres años de vida pública... Sanando a los enfermos, dando de comer a la multitud en la multiplicación de panes y peces, transformando el agua en vino en las Bodas de Caná, arropando a la mujer adúltera, llorando por la muerte del amigo Lázaro...

Si no me desprendo de todo lo que me tiene tan pegada a la tierra no entiendo por qué ahora te tratan así.  Tanto Amor y Dolor se me hace cuesta arriba. Los latigazos, la corona de espinas, la cruz que pesa tanto y que te hace caer tres veces mientras María va recorriendo las callejuelas que llevan al Gólgota.

Si no me desprendo de mis "adulteces" es imposible que vuelva a ser pequeña... y no me puedo colar entre la muchedumbre que grita y me deja sorda. Yo no sé qué les has hecho. Pero los gritos son de rabia incontenida. De cuando en cuando, en el recorrido, sí veo unas mujeres que lloran. La piedad ante tamaño sufrimiento derrama lagrimones que caen al suelo como si quisieran purificar este Vía Crucis que se hace cada vez más duro y penoso. 

Paso inadvertida porque he encontrado el lugar perfecto. Entre tu Madre y Juan. Los sigo... Ellos te siguen hasta la meta. Allí ya es el despojo radical. Cuesta ver los rasgos de tu Santa Humanidad. ¡¡¡Cómo te han dejado, Jesús!!! Tengo miedo y  me agarro a las faldas de la Virgen María. Ya colgado en el madero me atrevo a mirar tu rostro. Y Tú nos miras a todos... a mí también. Son instantes dolientes que se hacen eternos. No puede ser que te estrujen más. En la llaga del costado sale sangre y agua. ¿Ne te queda más sangre para derramar, Jesús? Parece que no. Que tampoco queda ya ningún órgano de tu cuerpo sano. Tú eres el holocausto.  Dios-Hombre que está sufriendo lo que es impensable si me pongo a pensar. Pero ahora no pienso.  Lloro con María y con Juan... y me arrodillo como ellos.

Ya basta, Jesús. Ya está. No hace falta que sufras ni un segundo más. Pero aún te diriges a uno de lo ladrones y le prometes el Paraíso.

Todo está consumado. Todo lo que habían dicho los profetas se ha cumplido. Y ahora sí. Ahora expiras. Señor mío y Dios mío.

Peso poco y puedo encarmarme y llegar a tu mejilla. Y te doy un beso. Mi primera Misa, Jesús.

Hoy te contemplo así... muerto... desnudo...  Dolor, agradecimiento... y espera.

Silencio en el alma, respeto profundo, contemplación de mi Dios que se ha hecho Hombre para morir por toda la Humanidad.

Silencio en la espera. Emoción contenida hasta la Resurrección.

Señor mío y Dios mío.