domingo, 11 de marzo de 2012

11-M- 2012.



A Emilio Jalil Abumalaham le sacude el atentado desde una parte de España situada en el continente africano. Sabe que su hijo Daher se sube a ese tren fatídico para asistir a clase. Quiqui, así lo llama con cariño, termina la carrera de Odontología. Es el orgullo de este casi anciano abogado libanés; toda una institución en la “curia” de Ceuta. Son horas sin minutos de sesenta segundos… le duelen los dedos de marcar el mismo número de móvil. Llamadas reiteradas sin respuesta, sin escuchar esa voz conocida, concreta... que le da los buenos días cada mañana. “¿Qué hay, papá? ¿Ha amanecido con levante o poniente?”Es el único vínculo familiar que le queda cerca después de la muerte de su esposa y la marcha de su hija al Líbano. Emilio no llora. Hace años que no puede porque lloró mucho a los pies de la cama de su esposa, sobre su ataúd y en sus visitas al cementerio. Emilio – también poeta, profesor, filósofo y la retahíla-, al bravo Emilio, valiente,     sincero y magnánimo, que por no ahorrar no escatima nada que empañe lo que que quiere afirmar bien alto y bien claro...  prefiere dejar de ser que volver a vivir cargando con otra ausencia eterna, sin billete de vuelta. “¡Quiqui no contesta… ¡¡¡No contesta!!!” Un hombre con el rostro marcado por la guerra de una tierra en permanente guerra, el cristiano maronita  que se pasea sin chaleco antibalas por el Barrio del Príncipe… vuelve a respirar el olor a pólvora… en un país sacudido por el terror, apiñado por el dolor y el miedo, orando por los cadáveres de  
Atocha, 
El Pozo del tío Raimundo, 
Santa Eugenia … auxiliando a los heridos, consolando a los que no encuentran consuelo. Consolando a Emilio que sigue sin noticias de Daher.

“(…)
Miedo.
Frío.
Inquietud.
Preguntas.
Rocas parecidas a esqueletos.
Nubes arrasadas.
Límites inciertos.
Horizontes abiertos.
Árboles excelsos.
Dedos invisibles.
Tinieblas misteriosas.
Horror…
El sudor de tu frente,
Mi pañuelo…”
(Raíces y pensamientos. Emilio Jalil)

En los medios se atan cabos. Al Qaeda… Bin Laden… terrorismo islámico… Y como quien despierta de un sueño ignorante, desfilan los recuerdos de tantas horas de charla con Emilio intentando que comprendiera los entresijos de la religión musulmana, ¡la jihàd... !

Esta historia acaba como el final del poema: “Y la tranquilidad”. Creo que lo traicionaría si no añadiera que fue una "tranquilidad" relativa. ¿Qué padre no se alegra por no haber perdido a un hijo? Pero... ¿qué ciudadano no perdió  la "tranquilidad" el 11-M- y  le invadió la certeza de que ya no... nunca más  se podrá sostener la afirmación "todo está bajo control"... nunca más vivirán los que pasaron por allí... o estaban allí...?


-“¿Papá? Por fin puedo hablar contigo… Hoy empezaba las prácticas más tarde….” 


Daher no se subió a ese tren. Se quedó en el asfalto como si un ángel lo hubiera retenido con sus alas porque todavía no; no era ni el día ni la hora.

Hoy, este nuevo 11 de Marzo, después de ocho años en los que el recuerdo se ha mantenido intacto… habrá que hacer un esfuerzo para olvidar durante un día los rifirrafes políticos de la nueva Ley, la crisis… y quizá… quizá… dar gracias. Somos afortunados. Poseemos el mayor bien que a muchos les fue arrebatado: la vida. 
Descansen en paz. Amén.

17 comentarios:

Susana dijo...

Yo conozco a una señora que perdió a su cuñada. Nunca recuperaron los restos. Es terrible. Un beso.

paterfamilias dijo...

Buena entrada. Un recuerdo para todos ellos

Modestino dijo...

Me uno a los recuerdos: hizo mucho daño ese atentado, a todos.

Driver dijo...

Recuerdo el ulular de las ambulancias, esperando en fila en la entrada del Hospital Gregorio Marañón.
Si no había treinta, no había ninguna.
Una fila interminable, donde la necesidad de que hubiese un orden para descargar heridos, era la única traza de sentido común.
Las había rojas, otras azules, algunas verdes.
Un arco iris de carne chamuscada por la barbarie.
...
Frené justo enfrente.
De la puertas de urgencias salían ángeles con batas blancas, corriendo para sacar a los heridos.
Y la ambulancia que descargaba a uno de ellos, salía enflechada para buscar a más.

Saltándose todas las normas de tráfico.
Arremetiendo contra los bordillos.

Conduciendo de forma desesperada y salvaje.

Donde los únicos gritos audibles eran los de los neumáticos.
...
Y después, el maldito silencio.

El maldito silencio que se apoderó de la ciudad.

Anónimo dijo...

Aun tengo el corazón herido por lo ocurrido, y de cómo se utilizó con vileza, por algunos.

Descansen en paz quienes fallecieron, y que Dios conceda consuelo a quienes aun sufren sus secuelas.

Xavier G.

Anónimo dijo...

Preciosa historia. Todavía se me pone la carne de gallina cuando pienso en ello; no creo que nunca deje de sucederme.
Y no conozco a nadie que tomara ese tren.

sunsi dijo...

Buenos días, Susana. No tengo experiencia directa, pero dicen que no poder enterrar a un ser querido es terrible. Nunca acaba el duelo... Parece que las personas necesitamos un espacio concreto para orar por el alma de los que se fueron, dejar una flor...
Gracias por pasarte. Un beso.

sunsi dijo...

Gracias, Pater. Han pasado muchos 11-M- y no lo había contado nunca. Un recuerdo para ellos y sus familiares. Y ojalá no lo olvidemos.

Un saludo para ti y la tropa.

sunsi dijo...

Modestino...gracias. Mucho daño; físico y moral. Y este año algunos no han respetado la memoria de un día que nos convulsionó a todos.

Un saludo y que se nos dé bien la semana;-)

sunsi dijo...

Y recuerdo cómo nos contaste esos recuerdos cuando estuvimos en Madrid. Nunca puede ser lo mismo si lo has presenciado, Driver. Aunque doloroso, duro... terrible... nunca olvidaré tu relato cercano a la barbarie terrorista. Gracias, camarada.

sunsi dijo...

Xavier... ¡cuánto tiempo!
Duele todavía más pensar que fue indiscriminado, que podían haber sido nuestros hijos si se hubieran subido a uno de estos tres trenes... Estudiantes, trabajadores... fijos de esos recorridos...
Este año me ha dolido especialmente que no se haya respetado el día, que es de ellos, de los que fallecieron y de las familias que sufren todavía la pérdida.

Una oración por todos ellos. Gracias, Xavier.

sunsi dijo...

Afortunadamente es estrictamente real, Rhiannon. Me pongo en la piel de Emilio y puedo imaginar cuántas veces habrá pensado "¿...y si a Daher no le hubieran retrasado las prácticas...?" Creo que es de justicia que se nos siga poniendo la piel de gallina...

Un abrazo, Rhiannon, y gracias por tu comentario.

Ana, princesa del guisante dijo...

Mi oración para que no se deje de investigar, queremos saber la VERDAD.

tomae dijo...

Muy buena historia, Sunsi, gracias por traerla.

Por supuesto me uno al dolor de los familiares de las víctimas.

Aunque sigo pensando que nos diferenciamos del resto del mundo hasta en "nuestros atentados", el 11 M sigue haciendo daño y levantando ampollas, me pregunto como lo verán desde otros lugares del mundo que han sufrido acontecimientos de esta índole.

sunsi dijo...

Sí señora. Algo huele a podrido... y no se destapa.

Besos, Princesa.

sunsi dijo...

Muy buena pregunta, broder. Alguien decía ayer a propósito de un tema similar: "¡Esto es España!" No sé qué nos pasa, Tomae. Todo se extrapola, se saca del tiesto o se sale de madre. ¿Tú crees que ayer era día para que los sindicatos se manifestaran...? Siempre hay alguien que nos pone un zapato encima para que no podamos ver ...

Gracias... Das siempre en diana.

Zambullida dijo...

Sí, somos afortunados y, además, contamos con cuanto necesitamos para ser felices.

Preciosa remembranza.