Enviado y colgado. Gracias, Driver.
PADRE
"Puede que no te acuerdes.
Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez.
Incluso pueda ser no que haya ocurrido.
Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre la llanura.
…
Un día tú eras pequeña.
Apenas dos o tres años.
Todo el universo, un descubrimiento diario.
Cada avatar, un castillo de fuegos artificiales.
Sorpresa sorpresiva.
Y allí estabas tú, pegada al latido de tu madre.
Unidas por un cordón invisible.
Y estaba él, que venía empujando.
Quería hacerse notar.
Pardillo total.
No pienses que fue fácil.
Le tuvo que dar vueltas a la cabeza durante varias madrugadas.
Hasta que encontró un truco.
Lo suficientemente potente para que no se te olvidara.
Te cogió de la mano y te llevó al coche familiar.
Solos tú y él.
Condujo un buen rato.
Aparcó lejos de las dunas, para no encallar el vehículo.
Dejó caer el sol.
Tu piel blanca no era la adecuada para el brillo intenso.
A eso de las cinco y media empezó a canturrear.
Era como una nana, pero en plan padre.
Un soniquete repetitivo y grave.
Agradable y fuerte.
Aquel hombretón no tenía vergüenza cuando veía cerca el oleaje.
Y se dio el gustazo de presentarte a su mejor amigo.
Te cogió en brazos y avanzó tranquilo por la duna, por el matorral, la arena húmeda.
Buscó la zona más tranquila de la bahía.
La bella bahía.
Tú estabas acostumbrada al ritmo pausado de la luz del dormitorio.
Al dominio de las distancias cortas.
Y de pronto, él lo hizo.
Te agarró por debajo de los brazos.
Elevándote sobre su cabeza te ofreció la mejor de las perspectivas.
Sin dejar de canturrear, lo hizo.
Con dos años vistes por primera vez el mar.
Él fue quien te lo enseñó.
Aquella avalancha de color azul se quedó prendida en tu mente.
Eternamente.
…
Puede que no te acuerdes.
Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez.
Incluso pueda ser no que haya ocurrido.
Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre ti.
Así que felicítalo. Esté donde esté.
Es tu padre."
"Puede que no te acuerdes.
Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez.
Incluso pueda ser no que haya ocurrido.
Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre la llanura.
…
Un día tú eras pequeña.
Apenas dos o tres años.
Todo el universo, un descubrimiento diario.
Cada avatar, un castillo de fuegos artificiales.
Sorpresa sorpresiva.
Y allí estabas tú, pegada al latido de tu madre.
Unidas por un cordón invisible.
Y estaba él, que venía empujando.
Quería hacerse notar.
Pardillo total.
No pienses que fue fácil.
Le tuvo que dar vueltas a la cabeza durante varias madrugadas.
Hasta que encontró un truco.
Lo suficientemente potente para que no se te olvidara.
Te cogió de la mano y te llevó al coche familiar.
Solos tú y él.
Condujo un buen rato.
Aparcó lejos de las dunas, para no encallar el vehículo.
Dejó caer el sol.
Tu piel blanca no era la adecuada para el brillo intenso.
A eso de las cinco y media empezó a canturrear.
Era como una nana, pero en plan padre.
Un soniquete repetitivo y grave.
Agradable y fuerte.
Aquel hombretón no tenía vergüenza cuando veía cerca el oleaje.
Y se dio el gustazo de presentarte a su mejor amigo.
Te cogió en brazos y avanzó tranquilo por la duna, por el matorral, la arena húmeda.
Buscó la zona más tranquila de la bahía.
La bella bahía.
Tú estabas acostumbrada al ritmo pausado de la luz del dormitorio.
Al dominio de las distancias cortas.
Y de pronto, él lo hizo.
Te agarró por debajo de los brazos.
Elevándote sobre su cabeza te ofreció la mejor de las perspectivas.
Sin dejar de canturrear, lo hizo.
Con dos años vistes por primera vez el mar.
Él fue quien te lo enseñó.
Aquella avalancha de color azul se quedó prendida en tu mente.
Eternamente.
…
Puede que no te acuerdes.
Que tu mente lo haya olvidado en un momento determinado de la madurez.
Incluso pueda ser no que haya ocurrido.
Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre ti.
Así que felicítalo. Esté donde esté.
Es tu padre."
UN INCISO IMPORTANTE: Desde este ring, que ha presenciado los combates más divertidos; desde esta casa, que ha quedado salpicada para siempre de tu sal y tu pimienta... y del asssúcar de Celia Cruz. ¡¡¡Felicidades, Pepa!!!
11 comentarios:
¡Hala, Pepa!
¡Tómate unas cervecitas a nuestra salute!
Y unas anchoas de la Escala.
Y un guiso asturiano.
Y unas sardinitas.
...
¡Sáltate hoy todo!
¡Disfruta, hermana!
Felicidades, hermosa.
Como yo siempre me quedo con frases... me quedo con esta... sé que Driver me lo permitirá...
(prometo volver a colocarla en su sitio...)
;))
"...Pero la sombra de un gigante siempre se proyecta sobre ti".
...
Así ha sido siempre la palabra PADRE para mí.
Se puede jugar Ana, se puede jugar.
"El gigante en la sombra guardaba grandes proyectos para tí"
"Los proyectos en la sombra eran gigantes para tí"
"Aquel juego en la sombra era una proyección de tí"
"Iba con él, a ver los grandes juegos proyectados en la pantalla"
"Cada vez que jugaba contigo, se producían efectos gigantestos"
"Corrí toda mi vida detrás de la sombra del gigante, y ahora que no está, siento la proyección de su gloria sobre mí."
Si juegas, juegas.
Si amas, amas.
Si recuerdas, recuerdas.
Esa sombra de ese gigante. Me daba una seguridad, una tranquilidad...
De pequeña lo veía enorme e infalible. Estaba papá. Era como si estuviera junto a un gran escudo. Estava a salvo.
Mi padre fue el que me enseñó a nadar. En el mar. Me enseñó a hacer cabuzones y tirabuzones y que el agua salada entrara y saliera por la nariz : la mejor vacuna para los resfriados invernales.
Ya de mayor, me ha enseñado a caminar por la arena sin que se resientan los tobillos.
Un gigante del Mediterráneo.
Yo a mi padre lo recuerdo pegado al horizonte. Era como yo lo veía cuando nos dejaba en la finca y él se iba lejos con su tractor a trabajar esa tierra que nos dió lo que somos.
Cuando se bajaba y caminaba por el campo lo veía allí, al lado del horizonte... y lo miraba de reojillo siempre mientras jugábamos en la finca. Y sabía que aún de lejos... su sombra estaba a nuestro lado. Y que él, él era el dueño de aquel horizonte que unía al azul con el amarillo.
Habia mucha libertad en aquel campo de veranos tan largos.
Aquel... mi mundo rural, siempre en el recuerdo. Siempre sosteniendo lo que mi vida es.
Y de nuevo las frases... nada hubiera sido lo mismo si tú no hubieras sido mi padre... si tu sombra de gigante no se hubiera proyectado sobre mi...
... hoy ha sido un buen día.
Y mi padre sigue siendo el dueño del horizonte... todavía.
El amor a la lectura.
La curiosidad por todo.
Estar estudiando siempre algo.
Cantar.
Estar alegre, por uno y por los demás: se hace todo más agradable.
Ser sociable.
Desdramatizar.
Querer a la gente.
Amigos en todas partes.
Llorar sin vergüenza.
A mostar el cariño sin miedo.
A no opinar sobre matrimonios ajenos ni parejas: todo un mundo desconocido siempre para "los otros".
Tener corazón y usarlo.
No tomarse muy en serio.
Dormirse temprano, levantarse temprano, trasnochar es todo un esfuerzo.
A no tener miedo, mejor dicho, a tenerlo y saber vencerlo.
Las mujeres arregladas siempre, cuidadas.
A disfrutar de la vida y saber que todo es corto, muy corto.
Compasión.
Pasión.
Comprensión.
A estar contento con lo que se tiene, no envidiar jamás.
A reconocer el bien y la verdad vengan de donde venga, los haga o diga Agamenon o su porquero.
Todo esto mi padre me lo enseñó, no todo lo aprendí, bien es cierto. En fin. El hizo lo que pudo.
"Hija mía, no me has dado un beso, y ese que no me diste ya no me lo daras, será otro"
Mimosón, que eres un mimosón.
Ves el problema.
Una montaña ante tí.
Inmensa, alta, abrupta.
No sabes ni como dar el primer paso.
...
Entonces es cuando me sale su recuerdo.
¿Qué hubiera hecho él, me pregunto?.
...
Arranco, subo de revoluciones y me dirijo al problema.
A ciegas.
...
Y digo, yo soy su hijo.
Así que lo haré como me enseñó.
...
"Dos cosas te digo, pardillo:las cosas hay que hacerlas; y hay que hacerlas bien".
...
Sus palabras me empujan.
Patean mi trasero.
Cada día.
Máster... al abrazo más grande del mundo... hoy para tí.
Máster... tu padre. Lo habrá leído y se le habrá caído la baba de su hija. Y su hija aún vive con la sombra alargada, como el ciprés, de su padre.
En estas líneas le has vuelto a dar vida.
No sé cuánto tiempo estuvo con vosotros, pero pienso que lo suficiente como para haberte dejado en herencia lo mejor de sí msmo.
Un beso. Hoy, un beso de hedbana...
Más padres:
El de Ana: el dueño del horizonte, todavía.
El de Driver: las palabras que empujan a hacer las cosas bien.
Tenemos o hemos tenido unos padres magníficos. Es para dar gracias a Dios.
Hedabanas, hedbano Driver, ésta su servidora (pero no segura) se va a la cama por eso de la tradición familiar de empezar a bostezar a las 10.
Gracias, hoy ha sido un día muy especial, por razones diversas.
Un abrazo a todos y gracias por poner la casa tú hoy, Sunsi.
Aurora
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