Una cadena de televisión mostraba unas imágenes de lo que sucede en un instituto de secundaria. Entre otras, la grabadora registró las siguientes “intervenciones” de los alumnos: “¿Sabes lo que me ha dicho un colega de ahí fuera?. Que te quieren pegar un palizón, por no sé que cosa" (...) "Se hacen las víctimas porque les dan la baja y siguen cobrando, y le das una patada y dicen que le han partido la pierna.” ¿Indignada?. Pues sí. Muchísimo. Los docentes se merecen menos que nadie semejantes vejaciones. En ninguna profesión se da un acoso tan humillante como en la de maestro.
El sindicato de profesores ANPE puso en marcha hace tiempo el Teléfono del Defensor del Profesor. Un psicólogo está al otro lado de la línea. Cuando comenzó a funcionar éstas eran las estadísticas: un 70 por ciento de los profesores presentaba síntomas depresivos; el 75 % reconocía que les era imposible dar clase; un 24% sufrió amenazas verbales de los alumnos y un 5% ¡de los padres!. Disculpen que desconozca los datos de este curso. Pero me da la nariz que el tema no ha mejorado. Insultos, amenazas, gritos, golpes con tizas, borradores o lo primero que pillan; destrozos en coches, denuncias e incluso agresiones físicas graves.
Transcribo un caso como muestra. X lleva 21 años en la enseñanza y ha sufrido amenazas de todo tipo. «Uno me dijo que si no lo aprobaba me iba a enterar. Le suspendí y vino su familia a buscarme a la puerta del colegio. Mi equipo de baloncesto me defendió, pero hoy habría llamado a la policía». También cuenta cómo a un compañero le abofetearon por quitar el boli de la boca a un alumno que se reía de él. El chico dijo a sus padres que le había pegado y éstos fueron al colegio y, sin mediar palabra, abofetearon al maestro.
El sindicato de profesores ANPE puso en marcha hace tiempo el Teléfono del Defensor del Profesor. Un psicólogo está al otro lado de la línea. Cuando comenzó a funcionar éstas eran las estadísticas: un 70 por ciento de los profesores presentaba síntomas depresivos; el 75 % reconocía que les era imposible dar clase; un 24% sufrió amenazas verbales de los alumnos y un 5% ¡de los padres!. Disculpen que desconozca los datos de este curso. Pero me da la nariz que el tema no ha mejorado. Insultos, amenazas, gritos, golpes con tizas, borradores o lo primero que pillan; destrozos en coches, denuncias e incluso agresiones físicas graves.
Transcribo un caso como muestra. X lleva 21 años en la enseñanza y ha sufrido amenazas de todo tipo. «Uno me dijo que si no lo aprobaba me iba a enterar. Le suspendí y vino su familia a buscarme a la puerta del colegio. Mi equipo de baloncesto me defendió, pero hoy habría llamado a la policía». También cuenta cómo a un compañero le abofetearon por quitar el boli de la boca a un alumno que se reía de él. El chico dijo a sus padres que le había pegado y éstos fueron al colegio y, sin mediar palabra, abofetearon al maestro.
¿Por qué?. Leía hace poco unas declaraciones de la fiscal coordinadora de Menores de Valencia, Teresa Gisbert. Los niños son más violentos porque la sociedad es más violenta. ¿Una solución?: “o los formas y educas, o estallan”. Doña Teresa habla de límites, los que no se ponen. “Hay cosas que son negociables, pero sólo al principio; porque cuando un niño se te levanta, te destroza la casa, empuja, insulta, amenaza, da portazos... no cabe la negociación. Hay que decirles: «Tienes límite, no vas a hacer lo que te da la gana»”.
Esos límites se aprenden en el ámbito familiar; también en la familia se aprende que quien marca límites tiene autoridad para hacerlo. Esta es la disyuntiva: o educamos nosotros o educan los otros. Los otros son las series de televisión, los videojuegos violentos, la calle, el matón de turno... A la hora de buscar culpables, como los hijos son de los padres, a los padres nos toca escuchar su reflexión fundamentada en una larga experiencia con chavales conflictivos: “Cada vez hace falta más dinero, más clases particulares, más marcas, más libros, más viajes... y eso son horas y horas a costa de la vida familiar, a costa de la educación”
Parafraseando a no recuerdo quién, el violento no nace violento; se hace violento y planta cara a cualquier tipo de autoridad. “...Estallan”, dice Teresa Gisbert. Basta una corrección para que al profesor le explote en la cara lo que es, sin duda, el resultado de una sociedad permisiva y meliflua donde se acata lo que a los críos les sale del pie. A esta realidad hay que sumarle otros dos factores.
Primero: al docente le robaron hace ya unos cuantos años los recursos legítimos para hacer valer su autoridad en el aula. Cosa distinta es que ahora se le considere autoridad. A buenas horas… Un alumno que falta al respeto al maestro debe saber y debe comprobar con las medidas que sean necesarias que “eso no” y que “hasta ahí”. La autoridad cuesta ganársela, pero se pierde en un instante.
Esos límites se aprenden en el ámbito familiar; también en la familia se aprende que quien marca límites tiene autoridad para hacerlo. Esta es la disyuntiva: o educamos nosotros o educan los otros. Los otros son las series de televisión, los videojuegos violentos, la calle, el matón de turno... A la hora de buscar culpables, como los hijos son de los padres, a los padres nos toca escuchar su reflexión fundamentada en una larga experiencia con chavales conflictivos: “Cada vez hace falta más dinero, más clases particulares, más marcas, más libros, más viajes... y eso son horas y horas a costa de la vida familiar, a costa de la educación”
Parafraseando a no recuerdo quién, el violento no nace violento; se hace violento y planta cara a cualquier tipo de autoridad. “...Estallan”, dice Teresa Gisbert. Basta una corrección para que al profesor le explote en la cara lo que es, sin duda, el resultado de una sociedad permisiva y meliflua donde se acata lo que a los críos les sale del pie. A esta realidad hay que sumarle otros dos factores.
Primero: al docente le robaron hace ya unos cuantos años los recursos legítimos para hacer valer su autoridad en el aula. Cosa distinta es que ahora se le considere autoridad. A buenas horas… Un alumno que falta al respeto al maestro debe saber y debe comprobar con las medidas que sean necesarias que “eso no” y que “hasta ahí”. La autoridad cuesta ganársela, pero se pierde en un instante.
Segundo: algunos padres ven en el maestro un enemigo de sus hijos en lugar de un colaborador preparado y eficaz en la tarea educativa. Con demasiada frecuencia son objeto de desconfianzas inmotivadas o, cuando menos, no constatadas. Éste punto es tan preocupante como el anterior. Al profesor no se le pasa ni una, es sospechoso de casi todo y se le niega la presunción de inocencia.
¿Hasta cuándo van a aguantar?. Están tocados pero no hundidos. Los profesionales de la educación son -la mayoría – profesionales con vocación. Por el momento. Pero tanto va el cántaro a la fuente que, al final, se rompe. Creo que no debemos permitirlo. Los necesitamos.
¿Hasta cuándo van a aguantar?. Están tocados pero no hundidos. Los profesionales de la educación son -la mayoría – profesionales con vocación. Por el momento. Pero tanto va el cántaro a la fuente que, al final, se rompe. Creo que no debemos permitirlo. Los necesitamos.
15 comentarios:
Lo mejor de tocar fondo es que ya sólo queda un camino posible.
Subir.
Hay muchos casos como el que cuentas, pero creo que hay que trabajar desde la serenidad, no desde el alarmismo. Esos que ejercen la violencia en el aula son minoría, lo que ocurre es que el resto tienen miedo de plantarles cara, con razón. No hay que llevar un mensaje equivocado a la sociedad: las aulas no son una jauría humana. Todos los días se encuentra uno historias maravillosas, pero esas no salen en los periódicos. Me gustaría que, para el futuro, se dedicasen recursos para Servicios Sociales, para educar a las familias, para refuerzos académicos fuera del aula, etc. Así, cada día serían menos los violentos en el aula.
Un saludo.
Siempre positivo Driver. Más allá del suelo... nada más. Habrá que encontrar un resorte para subir.
Gracias, siempre
Hay que enseñar a la gente a diustinguir el bien del mal: falta conciencia.
Y muchos padres no ayudan nada.
Llevas razón, Antonio. Mi intención era llamar la atención sobre la tarea del profesor, que a veces se parece al del torero o al de un animador cultural.
Pero lo que sí es cierto es que desde el alarmismo tampoco consigues nada.
Gracias por tu aportación.
Hola, Modestino. Como me indica Antonio, quizá soy alarmista.
No obstante, no veo que wel tema remita.
Posiblemente me repito, pero el respeto, si no se enseña en casa...¿dónde? Los límites, si no los ponemos los padres... ¿quién?
Gracias por tu comentario.
Los profes que yo tengo cerca, de mi familia, te cuentan y no paran. A lo mejor tienen mala suerte en los institutos que les ha tocado, pero me temo que allá donde vas y hay profesores las historias se suceden...
Un abrazo y, en cualquier caso, ser padre debe de ser lo más difícil de todo.
Aurora
No lo pongo en duda, tarea complicada esta de ayudar a los demás a comprender, a saber, a tener pasión por las cosas del mundo y su comprensión...
... eso os pasa por tener el mismo cliente todo el año! :))
Yo estoy en sanidad, y no te creas que nos tratan mejor, te contaría cada una...
... creo que la suerte que tenemos _a diferencia de vosotros_ es que el cliente no es el mismo todo el año. Un día le dan el alta, se va y se te olvida. También influye la circunstancia de que no estamos nunca solas en el ejercicio de nuestra labor, siempre está al lado algún compañero, familiar... etc.
Ahora nos están empezando a proteger frente a insultos y amenazas. Empezamos a estar más seguros institucionalmente. Podemos hacer una denuncia ya que hay un protocolo de actuaciónal que agarrarse ante determinadas circunstancias de agresión y amenazas.
Hasta hace tan solo dos años, estábamos muy desprotegidos.
Es lamentable, pero es así.
Vivimos en un sociedad formada por personas que ha asimilado muy bien la cara fácil de los derechos. Personas que se has aprendido al dedillo todos sus derechos y que incluso los malinterpreta, pero que no le ha dado la vuelta a la moneda... y por tanto, nada sabe o ha querido saber sobre las obligaciones que todo derecho conlleva.
Obligación de cuidar los hospitales, obligación de ejercer un uso adecuado de cada una de sus instalaciones, obligación de respetar el silencio, al compañero de habitación, obligación de saber entender las prioridades de un hospital, obligación DE SABER DIRIGIRSE AL OTRO CON EDUCACIÓN.
uff... una jungla a veces...
También es cierto que entre estas flores... se encuentra más a menudo de lo que esperamos una flor de loto.
Sólo por ella merece todo lo demás.
Así que a todos los profesores que saben ser en esencia, un millón de gracias.
Pienso que la situación del profesorado, en general, responde a nuestra sociedad, en general.
Somos un país maleducado, poco formado y poco culto.
Hace un suspiro, salimos a la calle al grito de ¡viva las cadenas!, entretanto, el resto de Europa o, como diría un pedante, "los países de nuestro entorno cultural", alfabetizaban a sus ciudadanos; sin ir más lejos, la Francia napoleónica.
Hace nada, setenta años, la mayor parte de nuestra población era analfabeta.
Hace menos todavía, comienza la España desarrollista, un poquito más, la de la transición y un poco más todavía, la de la bonanza económica.
Resultado: nuevos ricos, maleducados e incultos.
Dicho sea en términos generales.
Lo triste es que somos mucho más "belen esteban" que "carla bruni"
Mucho más "el dioni" que "thomas crown"
Nuestros héroes literarios nacionales: Lazarillo, el Quijote y Don Juan. Esto es, un pícaro que malvive de su ingenio para engañar a los demás; un soñador que no comprende la realidad en la que vive; y un zoquete, guaperas y chulesco, que hace de todo por acostarse con cuantas más mejor "(...) ma Spagna son ya mile e tre "...)"
Pues eso ¿qué esperamos?
Y, para terminar, después de desmantelar toda una escala de valores por obsoleta y trasnochada, nos sacamos de la manga la EDpC y en lugar de educar, repetimos y adoctrinamos.
Y en lugar de invertir en formación (colegios, universidades, institutos y formación profesional) lo gastamos en ¿............? subvencionar a una pandilla de mamones sin escrúpulos a los que llamamos políticos.
Pues eso. A j...........se.
Ah... y un libro.
MÚSICA BLANCA.
Cristina Cerezales Laforet.
Es la recreacuón literaria de una vida, la de la escritora Carmen Laforet, madre de la autora. Es el ensimismamiento en la propia vida, un silencio que los conscientes juzgamos como vivida en el olvido, en la nada, también hay quien la juzga como no-vida, vida que no debiera ser vivida... ¡Qué limitados estamos a veces para escuchar la música blanca!
Es un libro emocionante. Hermoso testimonio para todas aquellas personas que cuidan a seres queridos que parecen estar en el aparente Y MÁS ABSOLUTO DE LOS LOS SILENCIOS. Personas queridas que permanecen en el recogimiento de su tiempo creador, que están completando el círculo de su biografía. La música blanca es el acto que nos permite poner nuestro nombre en una piedra blanca... con todo su sentido. Saber ya, por fín, quiénes somos.
La apariencia del olvido es como la MÚSICA BLANCA.
"Se ejecuta suavemente y se baila lentamente. Cuando la ejecutan bien es como oir el silencio, y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles.
Alejandro Baricco
"Y ahora, en que todos los que se mezclan conmigo me miran con lástima y conmiseración, ahora, en que los que no saben, me juzgan acabada y muda, anclada en una silla de ruedas, ahora en que mi única actividad física está encaminada a menterner mi cuerpo con vida para terminar a través de él la labor encomendada, ahora ya pudeo, ya siento al fin, libre de toda trampa mental, libre de los temores que entonces me cercaban, libre de aquel dolor lacerante que me agijoneaba sin cesarm libre del terror de lo que podía acontecer con las vidas de mis hijos, ahora siento con plenitud de parte de todos ellos el mar de su cariño".
MÚSICA BLANCA.
Cristina Cerezales Laforet.
Máster, yo no conozco a ningún docente que no salga de clase echando humo por algo. Y date por satisfecho si sólo echas humo. No estoy en activo. Y el tema, desde entonces avanza a pasos agigantados. Al final se acaba elaborando un lista larguísima de sanciones: leves, graves, muy graves... que se las pasan po el forro. Uno por uno suelen ser un encanto. En masa, un peligro.
Seguro que existe algunos oasis de paz. Yo no lo conozco.
Y lo peor: salen perdiendo los alumnos que quieren aprender. Y los buenos profesores que , como les importa demasiado su tarea, terminan enfermos.
Dices que es difícil ser padres. No lo niego. Pero ya que estamos, vamos a intentar ejercer de padres... mejor o peor, pero vamos a intentarlo, por lo menos. También en la adolescencia, ahí, con ese pulso que requiere tiempo, que te deja sin saliva y arrugados los oídos. Perdón. El orden va al revés. Primero los oídos...
Vengo de tu blog y ya que... me lío como una persiana con mi amiga del Boalo.
Besos, guapa
Ana grande, Ana pequeña...
Está muy bien el paralelismo de profesiones. Un cliente tanto tiempo y un cliente de unas horas o de unos días. Con el primero empiezas ilusionado... la agonía es más lenta. Con el segundo... un mazazo de entrada y ... de salida.
Sobre el tema de los derechos... eso es cara dura, Ana. ¿Desde cuándo hay derechos sin sus correspondientes deberes?En una escuela, en un hospital, alumnos, profes , pacientes, enfermeras, médicos....
Y otra. Siempre hay un culpable. Y eso lo sabéis muy bien los de tu gremio. Todo el mundo es perfecto. No cabe un error desafortunado. No cabe ni un resquicio de mala suerte. Que me den al culpable...que lo...
Todo son denuncias. Incluso si te caes solito en la calle. ¿La culpa es de la piedra o de mi pie? No,la culpa es del que cimentó la acera en cuestión, que igual no la dejó lisita del todo. Vamos, hombre...
He leído tu segundo comentario. Me voy a recrear un rato. Gracias por pasarte. Te echaba de menos...
Pepa, me descubro. Un poco radical, pero llevas razón. ¿Tú con cuál de los tres personajes te identificas? ¿O tienes la suerte de haberte librado de esta lacra , de esta esencia que define ser español?
¿La política? ¿Los políticos? No vale la pena gastar ni una gota de tinta. Incluso los que están en contra de EpC, que vete a saber cuáles son sus motivos. "No hi ha un pam de net"...
Yo... Quijote. Por lo menos hacía algo que no perjudicaba a nadie... aunque fuera luchar contra molinos...
Pues la verdad es que no me identifico con ninguno.
Y trato de librarme de esa lacra con todas mis fuerzas, aunque creo que cuanto más lo intento más profunda es.
Si pudiera elegir, Teresa de Jesús, por esa mezcla de profundidad intelectual, hondura religiosa, realismo y agudeza práctica.
Nada que ver conmigo, como bien sabemos.....
Caramba, Pepa, Santa Teresona. Por distinguirla de Sta. Teresita. Mejor elección imposible.Pero has hecho trampa. Había que elegir entre tres de los que has citado. Y te has escaqueado.
Pero en la elección te has superado.Una gran mujer y gran Santa.
"Nada te turbe.
Nada te espante.
Sólo Dios basta"
Paz interior. Lo que más ansía el corazón del hombre
Un saludo hedbana auténtica donde las haya
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