Hace unos días, a propósito de una entrada, escribí un comentario. Después me di cuenta de que era una declaración de principios... unos principios que están más o menos interiorizados y que también me han dejado más de un moratón.
Si en un punto de mi vida...- y eso creo no haberlo expresado jamás en el blog- los ardores juveniles me hicieron actuar de forma poco conveniente, con pinceladas- -o brochazos- de dogmatismo ... imaginad a Saulo cayéndose del caballo. Pues así me ha ido, más o menos.
Éste es el primer trompazo que me hizo entender algo básico, fundamental, a pesar de lo mucho que cuesta aplicarlo : nos pronunciamos sobre los hechos... tenemos inteligencia y capacidad de juicio para adherirnos a ellos o rechazarlos. Distinto , muy distinto, pero que muy distinto - lo repetiría mil veces si pudiera, pero no se trata de cansar al lector- es juzgar a las personas. A las personas no se las juzga nunca. NUNCA. Y si lo hacemos, por lo menos hemos de reconocer que hemos metido la pata... hasta el fondo.
Segundo trompazo: a las personas no se las humilla nunca- NUNCA- y menos en público por razones de convicciones, ideario y derivados. Otro gallo nos cantaría si nos lo grabásemos a fuego en nuestra conciencia.
Tercer trompazo y a propósito de la conciencia. Es grave, muy grave, forzar a que alguien actúe contra su conciencia y, por las mismas, que uno mismo actúe contra la ídem.
Cuarto trompazo: nadie es nadie para decirte que te concede la licencia de ser libre. ¡Faltaría! Nacemos libres- LIBRES- porque Dios nos ha creado así y así ha querido que recorriéramos nuestra andadura en la tierra. Y en nuestras manos está hacer uso de esta libertad. Y todo lo que acarrea después. Porque cada decisión es personal e intransferible. Y la gracia está en apechugar con ello y cargar con la responsabilidad que conlleva.
No sigo con los trompazos que me voy a quedar magullada.
Quería dejarlo claro porque si no, la vida es un juego sucio y la convivencia con uno mismo y con los demás se convierte en una manipulción y , en cualquier caso, se hace insoportable.
Quizá alguien se pregunte a qué viene este post, que parece un mazazo más que otra cosa. Creo que, a veces, concurren una serie de circunstancias que te empujan a resumir todo aquello que no querrías olvidar y que te orientan a la hora de actuar, de conversar, de escribir. No es más que eso. Y hoy puede ser un buen día ... como lo podría ser mañana o la semana que viene.
Gracias por vuestra paciencia.
4 comentarios:
Tenemos la vida llena de trompazos, trompicones, costalás, arrugamientos, escoceduras, pepinazos y colisiones.
Unas veces aprendemos.
Otras insistimos.
Unas veces somos ángeles.
Otras demonios.
Días de luz.
Tardes de infierno.
Somos volubles.
Humanos.
T'a t'o también dicho que mo dejáis sitio, hedbannos........
¿Qué decís de cuando nos pisamos los corndones de nuestros zapatos?
¿O las chanclas?
¿Y cuando nos decalzamos, para correr mejor, tropezamos y nos rompemos el meñique del pie?
¿Y cuando a nuestro resbalón asiste medio mundo?
Nada, levantarse -con la gallardía que nos sea posible- y seguir ... con nuestra vida.
Tienes razón Driver. Lo que pasa es que hay trompicones y trompicones. Una cosa es caerte de una silla y otra caerte de un quinto piso.
Si te caes de un quito piso y sobrevives... de eso no te olvidas nuca.
"I tan" que somos volubles...
Hedbana... sabes tú perfectamente cuál es la principal fuente de inspiración de este post.
Lo peor... cuando te caes en mitad de la calle y asiste medio mundo. Y te preguntan y te quieren llevar casi en brazos y tú "nada, nada , que no ha sido nada, de verdad, no se preocupen..."· Y te duele un montón pero lo único que quieres es que dejen de mirarte.
Cualquier cosa menos quedarte en el suelo...
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