lunes, 19 de enero de 2009

18 de enero de 2009. Un cuento de Driver.







El cuento de Driver Inquilino, en nómina con contrato indefinido.
Muchas gracias, Diego.


TRANSOCEÁNICO


Apenas unos cientos de años desde el invento del telescopio,los humanos seguimos escrutando los cielos.

Nos preguntamos dónde reside nuestra alma.

Dónde el ángel que nos cuida, y nos sopla.



El Universo.

Una extensión inabarcable de espacio.

Millones de millones de cuerpos celestes.

Giran y giran.

Lo único que tienen en común es su esfericidad.

Son cuerpos yermos.

Sólidos o gaseosos.

Con trayectorias aleatorias.

Regidos por la Ley de Gravitación Universal.

Toda una señora.

Vivimos en la excepción.

El Planeta Azul.

Gracias a la atmósfera, los rayos cósmicos no nos devoran.

El agua, en sus tres estados básicos, sostiene la vida.

Nos preguntamos dónde viven los ángeles custodios, mientras que elevamos las cabezas hacia el cielo.
Y tan cortos somos, que no lo vemos.
Aire.Oxígeno, nitrógeno y argón.
Sin forma definida.

Ni color.


Os contaré la historia de mi abuelo Emilio.

En la década de los años 30 del siglo pasado, vivió la aventura de su vida.

Durante 8 años trabajó para la Compañía del Pacífico.Una empresa de transporte aéreo que operaba en el Gran Océano.

Volaban poderosos hidroaviones entre la costa oeste americana y el continente de Australia. Eran los tiempos de los pioneros.

Los principios básicos de la aeronavegabilidad no eran suficientes para salir vivos de la aventura.

Necesitaban además mucho instinto aéreo.

Sus vidas dependían de ello.

Allá arriba, donde los vientos gobiernan los avatares, no caben errores.

Si vas volando entre las islas de corales y se te ocurre empopar la nave contra el viento, tarde o temprano caerás al Océano.

Sin combustible.

Así que toda una generación de pilotos dedicaron sus esfuerzos al arte de la dinámica de fluidos.
Atentos a la temperatura exterior, régimen general de vientos entre continentes, alteraciones locales del rugir del aire.

De todos estos parámetros dependían los dos conceptos más importantes: autonomía de vuelo y sustentación aerodinámica.

Haz la prueba.

Cuando vayas en el coche saca la mano por la ventanilla y gírala.

Tus dedos se convierten en el alma de tu brazo.

La posición de la palma determina la facilidad o dificultad con la que atraviesa el fluido divino.

Es cuestión de posturas.

Mi abuelo Emilio aeronavegó el Pacífico por las rutas principales de la época.

Sobrevivió a los numerosos incidentes con los que se encontró.

Y me contó una historia de gaviotas.
...


Desde San Francisco hasta Sydney hay que navegar durante doce mil millas náuticas.

Los vientos favorables no están escritos en ninguna carta de navegación.

Hay veces que el camino directo es una trampa.

Y otras que a mil pies te puedes encontrar un torbellino laminar de aire frío, que si te viene de cola, vuelas que te las pelas.

Cada día es diferente.

El movimiento de rotación de la Tierra, la temperatura y la latitud, hacen que varíen estas corrientes poderosas.

Cuando despegaron de San Francisco, mi abuelo se fijó en un grupo de seis gaviotas.

Una pareja de adultos y cuatro crías.

Desplegaron sus alas al tiempo que los poderosos motores del hidroavión consiguieron elevar las sesenta toneladas de peso de la aeronave.

Las gaviotas se elevaron hasta los seiscientos pies de altura y pusieron rumbo oeste.

Mi abuelo siguió el mismo rumbo.

Por instinto.
Tras dos horas de aleteo, los dos adultos trazaron una trayectoria nueva.

Elevaron su aleteo hasta los ochocientos pies y se dejaron caer hacia el sur.

El abuelo las siguió, pese a las protestas del copiloto.

Tres horas después la cosa se complicó.

El viento empezó a venir de cara.

Rebasado el punto de no retorno, el único camino que quedaba era seguir.

Las dos gaviotas adultas incrementaron la frecuencia del aleteo, subieron a los mil doscientos pies.

Sus cuatro crías, dos machos y dos hembras, les emularon.

Y allí se lo encontraron.

Aire limpio.

Un chorro de oxígeno puro.

Treinta nudos de potente fluido divino.

De cola y en dirección oeste.

Sobre las islas de corales.

El mayor de todos los Océanos es atravesado por un grupo de gaviotas.

El torbellino ventoso clamaba bíblicamente.

Las aves comprobaron complacidas que la formación en V invertida era la más eficaz.

Esta frágil ave, creada por Dios para enseñar a rezar a los humanos, había encontrado la postura perfecta.

Las alas, ni muy desplegadas ni muy pegadas al cuerpo.

A esa velocidad de crucero la postura era aerodinámicamente perfecta.

Y en el torbellino de aire limpio, con el cuerpo estilizado al máximo, avanzaban en unos minutos el equivalente a una hora aleteando.

Mi abuelo las siguió.

Y allí, en medio del Océano Pacífico, guiado por una bandada de aves, descubrió la esencia de la vida.


La búsqueda de aire limpio.

Viento de popa.

Que nos empuja a cruzar los mares.

En solitario o en formación.

Oxígeno, nitrógeno y argón.

Sin forma definida.
Ni color.

Si quieres encontrar las cartas de navegación donde se describen los mejores vientos,

si realmente buscas a tu ángel custodio,

si estás dispuesto a luchar el tiempo que te resta por algo que merezca la pena…,

ni sueñes con encontrar una guía de vientos en las estanterías del Servicio de Meteorología,

ni una manual de navegación en las escuelas de pilotos.

Entra en una iglesia.

Fíjate en el Libro que el sacerdote abre cada domingo.

Escucha las historias que nos narra.

Allí están las coordenadas de vuelo.

Oxígeno en estado puro.

Capaz de empujar tu frágil cuerpo.



Atentamente: Driver para Sunsi, el día de su cumpleños del año de Nuestro Señor, dos mil nueve.
Driver. Mi abuelo también se llamaba Emilio... y el de Jesús. La vida es una constante casualidad... o tal vez no.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida es una constante casualidad...o tal vez no.
...
Hablas con alguien, nombras a amigos y conocidos, y al rato surge un nombre conocido por ambas partes.
¿Juan Fernández Ochoa?
Pero hoooooooooooooooooooooombre, ¡no me digas que conoces a Juanito!
...
Embarcas. Te vas a tomar un cafelito al bar de la cubierta 6. Y te tropiezas en la barra a la chica que te dio calabazas con 18 años. Un marido de dos por dos, y media docena de hijos.
¡Qué tal?
Pues mira aquí, viviendo.
...
Llegas a Florencia, subes a la Cupola del Duomo (la cúpula de la catedral) y cuando estás a punto de abrir un regalo y dárselo a tu moza, suena su móvil.
Que te vengas para Madrid.
Que se ha pegado un castañazo un avión en Barajas.
...
Y te quedas con careto de pardillo.
Viendo pasar la vida.
Observando cómo las casualidades hacen carambolas a tres bandas.
Sobre el tapete verde.
El tapete de la biosfera humana.

Anónimo dijo...

Inmensas las palabras.
Lectura que es brújula.

Saludos a todos.

Anónimo dijo...

La verdad es que no creo ni en la casualidad ni en el destino, ni en la suerte.

En general, "jugamos" según van llegando las cartas.

De vez en cuando, pintan bastos.

Otras, llevas mano de triunfos.

Las más de las veces, un poco de todo.

Acertamos o nos equivocamos, según descartamos.

La clave, tal vez, sea aceptar nuestra propia fabilidad, nuestras limitaciones, nuestras debilidades.
Y aprender de nuestros descartes.

Y vivir cada día, al día, concentrados en esta mano, jugando con los cinco sentidos.

Y confiar en que, en la próxima, jugaremos mejor.

Con Dios, hedbannos..........

Placer en saludar, anita diminuta.......

Anónimo dijo...

Pepa,con tantos descartes,bastos, oros y triunfos,me has provocado un cuento sobre una "timba" de póker.
Te aproveche, jovenzuela.

UNA DE POKER.

En aquella timba se jugaban hasta las pestañas. Poker descubierto. Apuesta mínima 50 mortadelos.

Los jugadores eran semiprofesionales.
Eso significa que cuando se arruinaban semiarruinaban a toda su familia.

Todos utilizaban gafas de sol sobre sus ojos y sobre su corazón. Sobre sus ojos para disimular los envites de la adrenalina, y sobre su corazón para no pensar que se estaban jugando el pan de sus hijos.

Aquel lunes de enero, una picapleitos de Tarraco, que tenía amigos en Asturias, se metió en la timba.

A cara descubierta.

El moreno de sus rasgos reflejaba los kilómetros de autovía que acumulaba en el tacómetro vital.
Aquel rasgo duro y a la vez tierno de la currante de toda la vida.

Media hora, echo media hora y me piro.
Todo dependía de la última jugada, un palo y me largo con la pasta.

Dame dos, paso, dame tres.
Subo a 150 mortadelos.
Paso. Tus 150 y 150 más.

Acojona la taquicardia.
Los jugadores, atrincherados tras sus gafas oscuras, disimulaban el miedo y la ansiedad.

De pronto, nuestra picapleitos atisbó su ventaja. Lo simple se imponía. Leyó con agilidad el paisaje humano. Se dió cuenta que en aquel mundo de la timba, y en el cotidiano también, se disimulaba tanto y se mentía tan a menudo, que una cara limpia era toda una provocación.

Optó por la opción B: provocación.

Puso su cara de los domingos, sonrió acordándose de un chiste que se acababa de contar a ella misma, y lo dijo:
"Tus 150 y 150 más, colega".

Nadie de la timba estaba preparado para enfrentarse a una simple cara dominical.

Paso, paso, paso, paso.

Los 500 mortadelos para la picapleitos, que con una pareja de doses, les había desconcertado.

"¿Nunca usas gafas?"-le preguntaron-

"El sol siempre me ha sentado bien"

En ese mismo instante, en una playa del Levante español, un guiri paseaba con gafas de sol por la playa, y un poco más lejos, caminaba una chica de Asturias.

El giri no se enteraba de nada.
Y la chica lo estaba sintiendo todo.

Todo el Sol del Mundo.

A cara descubierta.

Anónimo dijo...

Ruborizada oye...............

¡Mi seductor caballero!

sunsi dijo...

Diego, Ana, Pepa... Una consante casualidad... o tal vez no. Últimamente empleo casi demsiado "quizá", "tal vez", "igual...". Cuando era joven decía rotundamente NO o absolutamente SÍ. Blanco o negro. Con el paso del tiempo observo muchas tonalidades. Los noes y los síes me caben en la mano.Son pocos. Lo demás... ¿Suerte? ¿Casualidad? ...Da igual el nombre. Pisamos un espacio y estams sometidos al tiempo. Podemos trascender pero no con el objetivo omnisciente del que ve todas las conexiones. En pate está previsto y el resto se deja a nuestro libre albedrío.

Me cuesta mucho ahora decir "Esto es así y punto pelota".Pocas, muy pocas verdades que abarcan la mano cuando se cierra. Y cada vez te deshaces de más YO DIGO y te abandonas y luchas, a partes iguales. Los tacos que cumples, por lo menos en mi caso, me sacan vendas y me ayudan a ver matices que antes no distinguía.

Saludos a los tres