No, no nos hemos vuelto majaras. A veces, la cosas suceden cuando menos lo esperas... y en esta casa la "culpa" casi siempre la suele tener el bueno de Driver.
Pelaba patatas mientras pensaba en un fundamento filosófico para contestar a Máster ( no, si al final la culpa va a ser tuya, amiga del Boalo). Se me ha escapado cuando lo he escrito, me refiero a que pelaba patatas mientras filosofaba para mis adentros. Y Driver, que si desde luego cómo se puede hacer un tortilla tomista o aristotélica. Y Ana, convencida de que la esencia de la tortilla es casi filosofía pura. Vale la pena tener un blog aunque sólo sea por estos ratos tan divertidos que pasamos .
Los he retado ... Soy ingenua. Claro que lo han hecho. Y en un pis-pas.
Estos son los relatos de Ana y Driver, respectivamente. Para que luego digan que los hombres y la mujeres somos iguales.
MI MUNDO ENTERO, POR UNA TORTILLA.
"A eso de las cuatro de la tarde, con el sol entrando a raudales por la ventana de la cocina, empezaba el momento mágico. Así era. Así es hoy en el recuerdo.
La casa toda permanece en recogimiento. El silencio de la siesta lo cubre todo. Es hora también de lectura para el que no duerma, y de tejer. Eran las cosas que podías hacer a las cuatro de la tarde para no romper el silencio de lo que comienza con aroma de eternidad; hora de siesta, hora de lectura… hora de punto… y de fondo el ruido leve de un plato, los pasos de mamá en la cocina, casi podías sentir el ruido al rasgar las patatas, saber que estaba ahí, con su silencio.
Recuerdo siempre a mi madre en la cocina, con el sol de la tarde a su mismo ladito, allí, en el silencio de su presencia. Me gustaba asomar entonces por la cocina, sin la intención de hacer nada más que ver su figura ligeramente encorvada sobre la trébede de la cocina, pelando patatas, cortando patatas… tiene unas manos preciosas. Su silencio era de eternidad. Estaba ausente, y sus manos delgadas, seguían el ritmo de las cosas que se hacen siempre con infinito cariño. Y yo me preguntaba en qué lugar de su vida descansaría su mirada, en qué lugar de su infancia, en qué momento se había parado su silencio. Yo pensaba entonces en mi abuela Ana, la imaginaba.Luego volvía a mi libro, o a mi madeja de punto… y me encantaba sentir el batir de huevos.
Era como un tamborileo en toda la casa, como un eco corto, vibrante. Para entonces el olor a tortilla lo cubría todo. Y de repente te dabas cuenta del silencio. La presencia de mi madre siempre ha sido de silencio: sólo en instantes muy fugaces, si estabas atenta, podías captar que su presencia es de infancia, de ruido de infancia. A veces creí ver toda su niñez en su mirada, justo en ese momento de la tarde en que ella elegía para hacer la tortilla, no sé si era la tarde, el silencio, el sol o las patatas, pero sé que era entonces cuando mi madre volvía a ser hija.
Luego… allí quedaba la tortilla esperando la hora de la cena, plantada en la cocina, amarilla como un sol, redondota. La cena estaba preparada. Le eternidad se había hecho tortilla.Cada vez que preparo una tortilla, no puedo evitar el recuerdo de mi madre, de todo su silencio, de toda su alma de infancia. Y soy consciente de que llegará un día en que daré todo mi mundo… todo lo que tengo… por una de aquellas tortillas… por verla esperar en mi cocina, la hora de la cena."
(Ana)
TORTILLAS DE NUESTROS PADRES.
Nos había tocado la china. Demasiado jóvenes para morir. Pero era seis de junio y los que estaban allí eran los hijos de nuestros padres. Con un miedo atroz.
...
Las órdenes eran claras. Tomar la playa a toda costa. Decían que la libertad del mundo dependía de nosotros.
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La lancha de desembarco era un ataud flotante. Sólo le faltaba que se abriera la trampilla grande.Y justo eso fue lo siguiente que pasó. Nos ametrallaron. Y los aliados caíamos muertos. Sobre la playa.
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Me acurruqué entre unas protecciones metálicas, completamente paralizado por el pánico.No puedo describir lo que me rodeaba.Después de más de cincuenta años sigo sin poder describirlo.La guerra es un sinsentido.
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Corrí, disparé, vomité. Todo a la vez.
...
Después de cinco horas de batalla, perdí el oído. Y la cabeza. Un zumbido profundo se apoderó de mi alma. Mi inocencia se quedó rota en una duna. Corrí detrás del sargento e hice lo que me mandó. Más por instinto de supervivencia que por fidelidad castrense.
...
Cuando atardeció estábamos donde teníamos que estar. Y llegó el momento del descanso.
...
Yo estaba vivo. La intendencia nos repartió tortilla y agua. El rancho me recordó que tenía una familia. El nudo en el estómago, mi inocencia perdida. La bandera, las historias de la libertad.
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Pero lo cierto es que no llegué a probar ese rancho. Porque al atardecer, busqué una trinchera y exploté a llorar.
Como un animal perdido."
(Driver)
14 comentarios:
Puestos a liarla, éste para Ana y sus compañeros del hospital.
Para que sostengan el mundo mientras nosotros descansamos.
¿lo viste Ana, es divertido escribir!
Te lo dije, compi.
¿DONDE ENCONTRAMOS LOS PUNTOS DE APOYO?
A los niños nacidos en Alcázar de San Juan, la industria del ferrocarril les deja fácil la opción de la adopción. Sin moverte del pueblo, es relativamente cómodo convertirte en agujero (los que manejan las agujas), en gorrista (los que llevan gorra en los trenes) o mucho mejor en comodín (los que se sientan horas y horas tras un escritorio).
Mi padrino me preguntó un día que qué quería ser yo: agujero, gorrista o comodín.
No le contesté.
No tenía edad para saber lo que quería ser, pero sí la suficiente para comprender que aquella forma de plantear el tema decía mucho sobre el mismo.
Yo sólo le hacía caso a mi padrino.
Su forma de hablar y sobre todo su forma de callar, me proporcionaba más información que la escuela.
Así que una de mis aficiones favoritas, en plena época de persecuciones de ranas y sapos, fue la de escucharle.
A los dieciocho años, justo antes de irme a la mili, ocurrió un encuentro que marcó mi vida.
Un joven sociólogo que llevaba a cabo una encuesta epidemiológica en nuestro pueblo le preguntó a mi padrino: “ ¿Cuál cree usted que es la tasa de mortalidad en esta zona?”.
Después de hacer una pausada reflexión, mi padrino le respondió con seguridad:
“ Yo diría que una muerte por persona”.
Esa lúcida respuesta me hizo levantar la mano en el cuartel de Leganés, cuando el sargento Ambrosiano preguntó: "¡¡voluntarios para conductores?".
Hay dos cosas que no se pueden hacer en la mili siendo conductor de ambulancias. La primera es saltarse el reglamento. La segunda es destrozar el vehículo. Yo conseguí hacer las dos cosas el mismo día.
Ya sabéis que eso de las maniobras es un juego que se supone que sirve para estar preparado para la guerra. Pero a decir verdad, nadie está preparado. Ni los sistemas, ni los reglamentos. De aquí el secreto militar.
Ya que la puedes cagar, lo mejor es que no se entere nadie.
Aquella mañana de marzo, los BMR de nuestra unidad estaban destripando terrones de tierra por un campo de entrenamiento. Algún cretino se había equivocado en algo, y uno de los muchachos pisó con su tanqueta de transporte una mina. El vehículo salió despedido por los aires, y fue a destriparse contra unas rocas.
Nos avisaron a los de las ambulancias.
El sargento Ambrosiano dijo aquello de "saquen a mis muchachos de allí".
Las dos ambulancias que fueron antes que yo se vieron atrapadas por un terreno blando y hostil. Yo mantuve la radio encendida y escuché los pormenores : cuarta, tres mil quinientas, cuidado con el olivo, esto patina , nos paramos; tercera, cuatro mil, el morro se unde, cuidado con el árbol, nos paramos.
Escuché la voz de mi padrino:”en caso de duda, poco equipaje y a recular”.
Así que me introduje en el camino a 120 en tercera, frené bruscamente antes de llegar al olivar, y sin dejar de perder todo el impulso, reduje a segunda e hice subir el motor a seis mil, me planté en la loma subiéndola a base de motor y patinaje artístico,rocé el desequilibrio compensando los vaivenes con irresponsables giros de volante, logré acercarme a 15 metros del BMR, sacamos al pobre desgraciado de Alpedrete que sangraba abundantemente, me deslicé colina abajo reduciendo a base de motor, ya que los frenos hacía tiempo que no funcionaban, logré incorporarme al camino de tierra con tres ruedas reventadas, inventé la rodadura con llanta metálica, y logré depositar al accidentado en el puesto médico en tres minutos, treinta y cuatro segundos.
Pasé 3 meses en un calabozo.
Después me licenciaron.
No encontraron otra forma de resolver mi tema.
Así que eso es lo que soy. Un conductor.
Mi trabajo en la vida civil consiste en llevar gente accidentada de un sitio al otro.
Lucho contra el tráfico, las inclemencias del tiempo, el reglamento de la Comunidad Autónoma y la muerte.
Cada día me levanto con el deseo de ayudar a salvar vidas.
En algunos casos, con poco esfuerzo se consiguen grandes logros. Hay días en los que puedes destriparte, para al final transportar carnes sin vida. Ese es el juego.Y hay que saber jugarlo.
Trato de ser lo más profesional posible. Estudio recorridos. Estoy con un mapa mental permanente del tráfico en mi cabeza.
Desayuno adrenalina y me siento útil.
Hasta que un día...se me ocurrió dejar de ser profesional, y claro, la cagué bien.
...
¿Qué hacía aquel pescador de sesenta y cinco años en Madrid?
Parece ser que arreglaba unos papeles de su jubilación en el Ministerio.
¿Cuál fue el incidente?
Atropello por parte de un autobús urbano.
¿Por qué la cagué?
Fuí el primero en llegar. El viejo estaba bien jodido. El médico le inmovilizó todo menos el brazo derecho. Antes de meterlo en la ambulancia me cogió con su brazo y me dijo que no quería morir allí, que lo llevara a Denia.
No fuí profesional, me salté el reglamento de La Comunidad Autónoma y me pillé la nacional III.
...
Me encanta conducir.
...
Mientras el viejo me hablaba sobre la juventud y sus aventuras en Marruecos, yo me deslizaba a ciento setenta por el término municipal de Motilla del Palancar.
...
Tal vez sea el viento, el bramido de la sirena, el desplazamiento progresivo del paisaje...
Me había saltado un reglamento autonómico, cuatro disposiciones ministeriales sobre transporte de heridos, el reglamento interno de la empresa. Me caería un buen paquete.
……………………
Pero qué pasa, yo llevo al viejo a Denia.
……………………
La alfombra de asfalto rodaba bajo el liviano peso de mi saeta.
……………………
Kilómetros.
……………………
Kilómetros.
Al llegar a Denia, me dirigí directamente al Hospital.
Descargaron al abuelo.
Me dijo : “ Gracias, hijo”.
……………………
Me senté un rato en el capó a mirar el mar.
………………………
No sé dónde encuentra un hombre su punto de apoyo.
Sólo sé que se trata de vivir en libertad y de morir en paz.
……………………
¿O será tal vez vivir en paz y morir en libertad?.
Driver.
A ti, Driver, ya no te lo digo porque ya lo sabes...
Ana ¡qué bonito escribe Ana! Intuyo que éste es el principio de una buena amistad con sus palabras. Después de codearte y disfrutar con los libros y las palabras de los demás... ahora es tu turno, Anita.
Saludos al tándem.
Me he reído con tu comentario... Sunsi... no, no somos iguales...
...lo que nos puede descubrir una sencilla tortilla!!!
Mientras Driver permanecía en la batalla, yo me quedaba al lado de mi madre, en la cocina.
Vergüenza me da ser tan comodona!!
...ainsssss.
Gracias Driver.
... o quizá seamos iguales.
No sé... a los dos nos sabe la tortilla a casa, a familia, a madre y a padre...
... el ser humano siempre tan igual y a la vez, siempre tan diferente...
POR CIERTO... QUE ESTOY HACIENDO UNA TORTILLA... jajajaja
El tema me recuerda señoras,
aquellos versos de Quevedo,
muy desconocidos y...casi olvidados.
TORTILLA DESEADA.
¡Oh, sol del mediodía!
¡Oh círculo sabroso!
Alegrais pronta el alma mía,
tortilla deseada,
sabor glorioso.
Cortada en sector circular,
geometría divina,
pinchada con tenedor o palillo,
sois mi eterna compañera,
la más jugosa de las damas,
que el diente hincara.
Es tu recuerdo un tormento,
de huevo, patata y alimentos,
pues a eso de la una, te veo,
surgir potente,
en el más profundo,
de mis sueños.
Renegando de la alta cocina,
la de reyes, condes e ilustres,
es tu sabor tan puro,
que comerte se me torna,
condición divina.
Prefiero caer preso del turco,
ser de osamenta adornado,
firmar con Lúcifer trato alguno,
que de tu compaña,
verme despojado.
Driver... ¿son de Quevedo o nos tomas el pelo? No me suenan nada...
Anita. Ojalá la tortilla sea como una alianza (es redonda) entre tú y la palabra. Como me temo que igual no te lanzas a un blog, que sepas -igual que Driver- que eres Ana Inquilina. Hospédate cuando quieras y publica lo que quieras. ¿Aceptas el pacto?
Un beso
¡Tomaos el pelo, mi señora!
¡Por el Rey, juro que nones!:))))
Que si bien es cierto que los versillos tortilleros no fueron publicados en imprenta alguna, lo es más que sacáronme de algún apuro pecuniario en Venta de Baños, donde pararon mis huesos un frío día de noviembre, donde sin oro ni fortuna, tuve que enfrentarme a la suma de dos maravedís por una escasa cena, cuando mi fortuna se circunscribía a una solitaria onza.
Así que tuve que recurrir a la diosa fortuna y canjear el versillo por la cena.
Y aun así, salí perdiendo, pues la tortilla más que seca, se encontraba petrificada, cual dama poseída de encantamiento.
En fin..., lances de la Corte.
¡Oh Ana!
¡Dama del Insalud!
¡Princesa del inyectable!
¡Señora del gotero!
Haznos ver tu poder
y acepta de Sunsi,
Acepta el pacto.
Y así podremos conocer
de qué material
está hecha tu alma;
si de simples aspirinas
o de nobles actos.
Despierta a las letras
diviértete con ellas,
total, aquí donde la Sunsi,
quien no escribe,
jalea.
Acepto el pacto...
;))
(me estoy muriendo de la risa...)
Hace tiempo que no leo a Pepa... ande anda???
Pepa... con tu permiso, acepto.
Sigo sin creérmelo, Driver... siento ser tan escéptica.
Los versos dedicados a Ana... estoy como ella, muerta de la risa.
Me alegro de que aceptes, Anita. Tienes dos vías: o por e-mail o a través de un comentario que lo subo en un momento y se recicla en post.
Pepa...ande andará nuestra pica-pleitos. Se la echa de menos. Vaya que sí. Igual se ha pasado el fin de semana de guardia. Si es así, mejor no provocarla. Voy a investigar...
Un saludo a los dos.
Se va llevar un disgusto por mis letras... pastoriles... que a lo mejor eso es lo que la tiene abrumada... y encima el pacto...
ay... pobre Pepa!
;))
sobrecogida.
anodada.
sorprendida.
respetuosa.
humilde.
en silencio...............
.................
reagrupando mis defensas.
¡ja!
La que os espera, hedbannos bios....
Temblad... hedbanos. Pepa en silencio ¿para cargar la batería?
Yo me las piro... No vaya a ser que me pille en pleno zafarrancho de combate.
Con Dios, hedbana excavadora.
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