Mireia L. me ha pasado esta carta. Tras su lectura una no sabe si es una mala noticia o buena. Supongo que según se mire y quien lo mire. Un coma nunca es un hecho fesivo ni agradable ni fácil de llevar. Por eso me han llamado la atención y -¿por qué no?- me han enternecido las palabras de Juan Antonio explicando qué supone para ellos Paula, la vida de Paula. También me ha sorprendido el tono respetuoso con el que trata el tema desde un inicio. Y, sobre todo, el cariño incondicional por una hija, esté como esté. Porque Paula, de eso no hay duda, sigue viva.
"La noticia y la polémica desatada en Italia, con la enfermedad de la joven Eluana Englaro, me ha inducido a escribirle estas líneas. Adelato que es sólo la opinión de un padre. No pretende polemizar ni menos dogmatizar sobre un tema delicado (quizá de conciencia), y respeto todas las decisiones familiares posibles. Tampoco quiero parangonar el caso de nuestra hija con ningún otro: ni todos los comas son iguales ni siquiera todas las gripes.
El coma de nuestra hija proviene de una enfermedad eminentemente social, una anorexia, que comenzó a los 15 años (5 años peregrinando por distintas clínicas) y que desembocó en tragedia. Lleva así 17 años; hoy ya tiene 37. No ve, no habla y se mantiene con una sonda nasal. Ha conservado parte de sus sentidos: oye música, la tranquiliza y le gusta. Huele el tomillo y la mejorana, que yo traigo del monte, y deshecha los olores fuertes , como la piel de mandarina. Tiene tacto y le gusta que la besemos, que juntemos nuestras caras con la suya y se establezca un flujo de calorcito; que rasquemos con suavidad su cabeza y peinemos su brillante pelo castaño. Le gusta oír nuestras voces a su alrededor, y vuelve sus brillantes ojos negros hacia las mismas. No le gusta sentirse sola. Eso lo sabemos seguro; pero no sabemos más, ni tampoco los neurólogos.
Nuestra economía nos ha permitido hasta ahora cuidarla en casa, sobre todo con la ayuda de su hermana, que la adora. Hace unos meses iniciamos expediente para acogernos a la Ley de Dependencia, hasta ahora sin resultados.
Le hacemos gimnasia, la sentamos en una silla de ruedas, la sacamos para que tome aire cuando el tiempo es bueno. Pero el caso de Eluana Englaro nos ha conmovido.
Nuestra familia jamás le quitaría la sonda a Paula y sólo de pensarlo se nos ponen los pelos de punta. No estoy hablando de religión ni de conciencia; estoy hablando de AMOR. Nuestra hija es la reina de la casa; la queremos con delirio, le cantamos villancicos en Navidad y le damos unas gotitas de champán. Este año un puñado de nieve recién recogida, para que siena frío en sus manos. Hemos tenido que prescindir de muchas cosas, pero ya no queremos recuperarlas, y menos a costa de nuestra "chiquilla". Nos ha enseñado a ser felices con menos.
Con mi respeto para todos"
Juan Antonio T.M.
Aquí os dejo un enlace. Estamos colgando en Sus manos. Y estas manos no nos sueltan ... jamás caemos en el vacío.
7 comentarios:
La verdad es que casi no hay palabras. Sólo de pensar en las circunstancias que la vida puede ofrecer, se estremece hasta el alma...
... se pueden hacer tantas cosas por AMOR.
A mi ante estas cosas lo único que se me queda en el pensamiento es el silencio, sólo el silencio.
Y mis manos, y una oración.
Hola,Ana.
No he podido resistir colgar esta carta. Me ha parecido un testimonio real -es mejor eso que elucubrar sobre el tema-, un amor real que esta familia materializa con detalles reales. El tomillo y la mejorana, la gotita de cava, la nieve en sus manos, el calor de las caricias. Y es "la reina de la casa" . Después
de leer la carta, no cabe duda alguna.
Parece mentira cómo a una situación "trágica" se le puede dar la vuelta como un calcetín.
Un beso, Anita
¿Sabes, Ana? Hay temas que dejan sin palabras. A la vista está. No me han dejado sola a mí. Han dejado sola a Paula.
Gracias por comentar, de veras...
Somos agua, que veces es hielo y otras neblina. Algunas nubes, otras relente.
Ayer estaba con mi hija Sara, estudiando el agua.
Una de sus características es que adopta la forma de la vasija donde se deposita.
Mi hija me miró muy despacio, como preguntándose si sería capaz de decirlo, si yo sería capaz de entenderlo, si la frase tendría sentido...
Y me lo soltó: "¿cómo cuando no sabes qué hacer, se te pone cara de patata y al final improvisas y bailas?".
Nos adaptamos a los problemas.
Defendemos la vida. Por instinto.
...
Somos agua, que veces es hielo y otras neblina.
Algunas nubes.
"Grzebski ha indicado que recuerda vagamente las reuniones familiares a las que se le llevaba mientras estaba en coma, así como los intentos de su esposa e hijos de comunicarse con él."
ESTO ES EMOCIONANTE...
... al final no estamos hablando solos. Porque yo en presencia de personas en coma, siempre hablo, siempre les cuento cosas cuando me quedo curándolos a solas. Al principio suele ser algo como de chiste... te ves ridículo, luego, luego ya no.
El silencio, y la oración... esos siempre quedan para los familiares, que se sienten perdidos, y mis manos... como signo de cercanía, de que pueden contar con nosotras que para eso andamos por allí.
GRACIAS POR ESTA VENTANA, SUNSI.
La vida... la defendemos por instinto, Driver. Pero de cuando en cuando a alguien se le atrofia. Suele estar en las alturas, tiene poder. Y le hace un corte. Y sangra un poquito al principio. Después , qué más da que el corte sea un poco más profundo.
Y Ana... observo muy poca gente que le importe de veras que toquen la vida ajena. Yo me comprometo, ahora, en este instante, de salpicar de vida esta ventana. Sabiendo que hay gente a la que también le importa... y sabiendo que también se puede con la indiferencia.
Gracias de corazón a los dos.
La gente se ayuda.
Es instintivo.
...
Si lees los titulares de la prensa, si comparas las leyes con la realidad, si te metes en un corrillo y comentas las últimas noticias..., lo tienes crudo.
Saldrás caliente. Fijo.
...
Así que no te queda otra que descubrirlo por tí mismo. Es la única manera.
...
Sal a la calle sin un duro. Camina. Camina mucho. Llegará un momento en el que no sepas donde paras.
Hablas con alguien. Le pides ayuda.
Que llamen a tu casa.Por favor.
...
La persona se dará cuenta que un día le puede pasar a él. Te ayudará, pero lo hará por él, no por tí.
Funciona así. El miedo a que un día te abandonen, te empuja.
Y haces lo que el instinto te ordena.
Poner orden.
Necesitamos ver los objetos de la habitación en su sitio.
Por eso ayudamos.
Si no lo hiciéramos, esto sería un infierno.
Podemos vivir calientes.
Pero resulta imposible habitar el bosque en llamas.
Una temporada, tal vez.
Pero hemos nacido para desear la inmortalidad.
Y aunque no la consigamos, nos complace intentarlo.
Cada patatera mañana.
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