lunes, 9 de marzo de 2009

Carta de Meadow: "Encuentro con Driver"


Me llegó ayer. El Inquilino es de alivio. De momento, por lo que he leído, Meadow todavía no lo sitúa. Os transcribo la carta y le he colocado un 1. Sospecho que voy a recibir más... Conociéndola a ella y conociendo a Driver... fijo.


ENCUENTRO CON DRIVER. I
Lo he anotado en la libreta. Ya sabes que era y sigue siendo mi vieja costumbre. Siempre por la noche, cuando el silencio del poblado se puede cortar, cuando todas las almas duermen.

“No pensé que lo decía en serio. Leí en el blog de Sunsi que se duchaba y cruzaba el Océano. Por si era verdad le di los datos geográficos y dijo que sí. Que allí estaban sus dos manos para hacer algo, que hacía tiempo que sus preocupaciones bailaban en torno a la hipoteca, que sus enfados tenía que ver con la manipulación de los medios de comunicación, que estaba un pelín harto de lo poco gente que es la gente. Y más cosas. Porque Driver escribe largo…

Yo en pleno lío con Mirta. Ha dado luz a un bebé precioso. Y Driver se presenta justo cuando había que cortar el cordón umbilical… la pobre Mirta sudada como un pollo. Y él allí, plantado, con cara de no saber qué hacer. Pardillo… pensé. Pero del pensamiento a la acción. Le encasqueté al bebé. Me vino de perlas. Porque no había terminado con Mirta. Y para más inri, Rubén pegado a mis pantalones “¿Dónde está el abuelo, Meadow?”. Cómo le explicas a un crío de 5 años que no volverá a ver al abuelo, pero que siempre que quiera podrá hablar con él. Igual me lo llevo una noche de éstas…Aquí las noches tienen más estrellas que en Europa. Cada vez que muere alguien, que es lo más frecuente, miramos al cielo y bautizamos a una estrella con su nombre. Habrá que buscar una estrella para el abuelo Tato. Y que Rubén pueda contarle sus cosas siempre que lo necesite.

Yo es que a veces no doy para más. Sólo tengo dos manos, dos oídos, una boca, dos piernas. En el fondo estoy contenta de la presencia de este nuevo personaje. Es conductor ¡bien!. Podrá suplirme en los viajes para ir a recoger comida y el material escolar que nos manda Miriam a la ciudad. Pobre… le he sometido a la prueba del carburador. Entiende del tema. Y yo me puedo liberar del cacharro que se estropea cada dos por tres. La verdad, prefiero el caballo.

Este Driver es un tipo singular. Bastante discreto. He estado un rato descansando en la orilla del río tan ensimismada que no me he dado cuenta de que estaba de pie, esperando a que me levantara. Supongo que para charlar y que le explicara un poco de qué va el asunto...


Recuerdo cuando llegué. No era fuerte, nada fuerte. Me he hecho fuerte con ellos. Ellos me han prestado su esperanza “a plazos”. Plazos muy cortos que duran un día. Mañana será mañana.


No sé si él es fuerte. Aunque tiene una pinta de pardillo europeo, me da que le sobran ganas. Y cualquier persona que es capaz de arremangarse y soltar amarras merece un respeto y el beneficio de la duda.

Veremos… De momento, Driver es una incógnita agradable.”
8 de marzo de 2009


2 comentarios:

sunsi dijo...

¿El principio de una gran amistad? Verás, Meadow. Driver es de Ley... Al tiempo. Ya seguirás contando.
Por cierto. Déjale a Driver el ordenador... que en esta casa nos tiene mal acostumbrados y notaremos mucho su ausencia.

Bs

Anónimo dijo...

ENCUENTROS CON MEADOW II

Una vez Meadow hubo terminado con el parto se fue a descansar una hora. Parece ser que por aquí eso es mucho tiempo.
Aunque a un europeo, después de una noche entera trabajando, le parecerá que una hora es más una siesta que otra cosa.

Durante el descanso de Meadow, me di una vuelta por el poblado. Es una especie de comunidad agrícola que trabajaba los campos próximos.
No se veían muchas máquinas. Ví un viejo tractor y la furgoneta sin puertas que me había traído desde el aeródromo. Solamente.

Habían niños jugando junto al río, ancianos reunidos en un porche al aire libre y unas señoras preparando comida. Los jóvenes estarían en otro sitio, supongo.

No se oían ni teléfonos móviles, ni el soniquete de la televisión. Allí la vida transcurría lentamente. Parece ser que si corren es por algo que merece la pena.

A un europeo como yo, aquella aparente quietud le traía recuerdos de su infancia. Ese tiempo plácido donde los relojes sólo sirven para aprender a leer las horas.

Cuando Meadow se levantó de su siesta se dirigió hacia el sauce llorón, junto al río. Vi como se sentaba con los pies cruzados y se concentraba mirando el discurrir de agua. Esperé.

Al cabo de un rato se levantó y se dirigió a la furgoneta donde yo aguardaba.

-“¡Hola pardillo, mi nombre es Meadow!, ¿Tú eres el conductor?”

-“Sí- le respondí lacónicamente, guardándome todas las cartas de la baraja en la manga, cual europeo desconfiado-"

-“Bien, iré al grano. Te podemos dar comida y alojamiento durante dos meses, a cambio de que conduzcas la camioneta para llevar gente y mercancías entre el poblado y la ciudad. No da para más.¿Alguna pregunta?.

-¿Alguna condición?- le pregunté por curiosidad-

-Sí. Aquí el tiempo representa la diferencia entre vivir y morir. Así que no lo vamos a perder. Si eres capaz de desmontar el carburador de la camioneta en tres minutos, te quedas. Si te enamoras de mí, te marchas. ¿Vale?.

-Sí. Empecemos.

Me lié con el carburador a toda pastilla, ante la atenta mirada de Meadow. Mientras lo hacía, ella me explicó que la gasolina que vendían en la ciudad tenía tal cantidad de impurezas, que cada viaje había que desmontar el carburador un par de veces para limpiarlo.
Y esa rapidez es fundamental cuando se trata de llegar al hospital a por medicinas, o ir al aeródromo a por ayuda humanitaria y adelantarse a las mafias locales que… siempre intentan robarlas.

Gracias a que no me fijé en sus preciosos ojos azules y sus impresionantes cabellos rubios, logré desmontar el carburador el dos minutos y medio.

Una vez que se aseguró que era capaz de hacer el trabajo, me dijo que me podía quedar, no sin antes puntualizar.

-“Yo lo hago en dos minutos”.

Meadow se dirigió al pabellón donde descansaba la parturienta y la criatura.
De pronto se dio la vuelta y me lo soltó:

-“¡Ah, y gracias, pardillo!"

Una bandada de loros tropicales se posó en la cumbrera del barracón.

Parecía un comité de bienvenida.

Para la criatura recién parida.

Donde la selva y los ríos tienen nombres propios.

Difíciles de pronunciar para un europeo.

Bajo un cielo azul y rotundo.