martes, 29 de julio de 2008

HARTA DE MALAS NOTICIAS


Recuerdo la época del Diari de Tarragona. Mi artículo iba pegado , casi literalmente, al de Gustavo. Gustavo cuenta historias algo surrealistas que te hacen sonreír. Rescato de aquella época un pedacito de un artículo. Sólo pretendo que mi entrada de hoy sea una especie de antídoto de tanta mala noticia.




"Hoy quería contarles una historia, distinta de las que cuenta Gustavo, que va de compañeros y ventanas. Así me la enviaron y tal cual la relato.


Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Sólo esa cama daba a la ventana de la habitación. El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas.


Cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde ella. El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior. La ventana daba a un parque con un lago. Patos y cisnes jugaban en el agua mientras los niños lo hacían con sus cometas. Grandes árboles adornaban el paisaje y se podía apreciar una bella vista de la ciudad. Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con minucioso detalle, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la escena.


Pasaron días ... semanas.


Una mañana, la enfermera entró con el agua para bañarles y encontró el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía. El otro hombre pidió ser trasladado a la cama que daba a la ventana. La enfermera lo cambió. Se aseguró de que estaba cómodo y salió de la habitación.



Lentamente y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior... y se encontró con una pared blanca. Cuando la enfermera entró de nuevo, el hombre le preguntó por qué razón su compañero muerto describía cosas tan maravillosas como irreales. La enfermera le explicó que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni siquiera la pared. "Quizá sólo quería animarle a usted".



La historia se titula “Compartir”. Compartir es un verbo que desbarata la lógica matemática. El dolor compartido divide entre dos la pena, pero cuando lo que se comparte es la felicidad el dos multiplica. Como el hombre de la cama junto a la ventana, podemos quedárnosla o “ir a medias”.


El de la cama junto a la ventana fue a medias con su compañero de habitación hasta el último día. Cada día es hoy y hoy es presente, obsequio. ¿Por qué no operar con la lógica del amor?.



Pensaba que de cuando en cuando podríamos aparcar –aparcar no es sinónimo de olvidar-la violencia que nos envuelve, el malhumor justificado, los acontecimientos que nos angustian, nuestros miedos reales... y seleccionar alguna buena noticia de las que no salen en los informativos. Y decirse “hoy voy a ir a medias”, “multiplicaré o dividiré según convenga”.



“Ir a medias” con nuestros habituales: los que nos topamos recién salidos de la cama, los que nos ponen o nos cobran la gasolina, los colegas del trabajo y de los minutos del café , los de la cola del súper, los que están al otro lado del teléfono...


Y contagiar el “ir a medias” con los que hemos ido a medias. ¡Quién sabe! Tal vez se ponga de moda vivir desdoblando lo que nos hace sentir bien y replegando lo que enturbia las relaciones humanas. Suena utópico, pero ¡quién sabe!


¿Recuerdan la canción?. “Si tú eres así, qué suerte que ahora estés junto a mí”.


Que pasen un buen domingo ( martes) , a poder ser compartido. Y un saludo multiplicado o dividido – según convenga- a mi compañero de página.""






8 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita historia de Gustavo.
Compartir la pared blanca, que encierra historias.
El folio en blanco, que espera un cuento.
La llamada telefónica, que transmite un ánimo.
La historia vivida, que aporta una sensación.
Buen verbo.
Compartir.
Sin el otro no somos.
Sin el JEFE, no soy nada.
...
Al final, subes a tu cabina, arrancas motores, emprendes el viaje diario.
Y sonríes.
Recordando lo compartido.
Sólo lo compartido.

maria dijo...

Me ha encantado releer este artículo. Recuerdo que me produjo alegría el comprobar cómo hay personas que son capcaes de darle la vuelta a la torilla en medio de sus adveersidades...¡Y yo, me ahogo en un vaso de agua..!
Gracias por hacernos ver las cosas desde otra óptica. Estoy de acuerdo en que 'compartir' ayuda mucho; no hubiera sido capaz de definirlo tan bien como multiplicar y dividir...
Un abrazo.
¡Vaya suerte tienes con tus bloggers...

Anónimo dijo...

YO TAMBIEN ESTOY ARTO DE MALAS NOTICIAS.

Cuento esta historia con permiso de Sunsi por si a alguna pareja que quiera tener hijos, y no pueda, le pudiera servir de algo.
Actualmente la edad media de formar pareja se ha incrementado. El personal apura la edad reproductiva y el resultado es que si no tienes suerte, se te pasa el arroz y acabas paseando un caniche por la avenida.
Me puse a intentar tener familia con 30 tacos. No lo conseguía. Durante tres años fuimos a un médico alemán que nos hizo perder el tiempo. Primer golpe..
Me mosqueo y me informo de quien es el “nomber güan” en España.
Doctor Jose Luis Caballero en los madriles.
Vamos a su consulta con un expediente médico de 30 folios.
Los pongo encima de su mesa, y lo primero que hace es tirar el expediente a la papelera y decir: “El pasado no me interesa; comencemos de cero”.
Durante siete años nos sometimos a decenas de pruebas, experimentos, inseminaciones, microinyecciones y demás técnicas de última generación. Resultado: cero patatero.
El tío es la repera, todos los años se iba dos meses a los EEUU para reciclarse y ponerse las pilas profesionalmente. Tuve la suerte de que la persona a la que más pasta le he pagado en mi vida, ha sido el tío más honrado que he conocido.
Un día, tras el enésimo golpe (los embriones se perdían, los embarazos se interrumpían de forma natural, la hipoteca no aguantaba más ampliaciones para financiar el costosísimo tratamiento, la fortaleza psicológica se derrumbaba), me fui a rezar a la iglesia. Le pedí ayuda al JEFE he hice un trato con EL.
“Socio, ayudémonos mutuamente, y que sea lo que tú quieras”.

En aquella época estaba muy nervioso y pasaron dos cosas que marcaron mi vida.
La primera fue que un día estaba leyendo el periódico en un parque, y ví como un padre le pegaba un tortazo a su hijo de cuatro años por una chorrada. Así que me levanté (soy normalmente muy pacífico), atravesé el parque a la carrera y me tomé la justicia por mi mano; agarré al padre por el cuello y le di un poco de su propia medicina mientras le gritaba “eso no se hace capullo”. Luego tuve algunos problemillas legales. Pero miraba al cielo y no observé ninguna señal reprobatoria por parte de mi JEFE. Moralmente no tuve problemas.

La segunda cosa que me pasó fue que el médico que nos trataba, tiró la toalla. Le echó güevos y fue honrado. Tras haberle pagado muchos millones de las antiguas pesetas, se confesó: “Soy el número uno de España, pero estoy jodido porque si el porcentaje medio de embarazos con final feliz con estos tratamientos es de 16%, yo siendo la leche sólo consigo el 17.50%; aquí el que manda en esto de la vida es el JEFE”.

Oí la voz de mi JEFE, lo juro por mis muertos más frescos, que me decía: “Driver sé generoso, no atranques, sé generoso”.

Le dije a Jose Luis Caballero que me trajera mi expediente. Sesenta folios. Me puse de pie, los rompí con rabia y tiré los pedazos a la papelera.

“Jose Luis: empecemos de cero patatero. Tienes mi confianza”.

Y el muchacho se picó y volvió a empezar de cero patatero.

Por seguir las instrucciones de mi JEFE, empecé en paralelo al tratamiento de inseminación in vitro, un expediente de adopción.

Tras mil golpes, mil oraciones y algunos actos de generosidad y fe, aquella partida de póker vital acabó materializándose, en el límite de la edad donde se te pasa el arroz, apenas semanas antes de volar a China a por dos niñas, en un embarazo feliz que ahora es mi hija mayor de 9 años.

Así que ésa es mi historia. Espero que le sirva a alguien.

A mí me sirvió para aprender a rezar la oración que resume mi vida.
Todas y cada una de las mañanas que Dios me ha regalado, alzo mi mirada a las nubes y rezo la oración que aprendí a base de golpes. Sencilla pero real:

“Gracias JEFE, te debo una”.

Cada día intento hacer algo por devolverle el favor.

UN TRATO ES UN TRATO.

Anónimo dijo...

Sí, Guadalupe. Tengo mucha suerte. ¿Todavía recuerdas ese artículo? Madre mía , qué memoria. Me ayuda releer lo que escribí hace tiempo. Las personas evolucionamos con ritmos distintos. Entonces, en ese momento vi claras algunas cosas. Si las escribes puedes releerlas y volver a empezar, con más ganas... puedes rescatar viejas ilusiones que por algún que otro tropiezo se han marchitado, puedes volver a regar el terreno se ha quedado seco. Gracias por tus comentarios.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola,Driver. Como le decía a Guadalupe, el martes era un buenmomento para volver a colgar un artículo que escribí hace tiempo. A veces suceden cosas que te hacen perder la confianza en la humanidad en general y en los que te rodea en particular. Y releo escritos que en su momento me ayudaron y que jamás pasan de moda.

¿Guardar o compartir?... Compartir. De cuando en cuando tienes la tentación de "pasar", "esto no va conmigo" "para qué pringarte". Y no. Porque lo otro desemboca en soledad abonada por el egoísmo. "Café para dos" , "Fumar un cigarrillo a medias" ... Recuerdo esta canción. Como eres de mi quinta supongo que recuerdas tú también la melodía de Paloma San Basilio.

Es dura la historia que cuentas. Conozco otros casos muy cercanos que se resolviereon en el momento que decidieron contar de verdad con el Jefe. No es difícil imaginar la alegría del momento en el que nació tu hija.

Un saludo y gracias por animar a los que tienen dificultades desde este blog. Ya sabes. Estás en tu casa. Escribe lo que quieras que siempre es bien recibido.

maria dijo...

Compartir es un verbo de difícil conjugación. Pero cuando se aprende a conjugar genera riqueza en donde está quien lo conjuga. Quizás es también un verbo que define algo de difícil comprensión y que debería ser la base de nuestra cotidianeidad: amar en lo grande y en lo pequeño..., a los grandes y a los pequeños... Es lo que sana y acaricia el corazón pues nos acerca la Verdad y al AMOR.
¡Genial 'Juntos' de Paloma Sanbasilio!

APELO dijo...

Sunsi veo que triunfas en la Globosfera! Enhorabuena. Recuerdos al juez.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por pasarte por aquí, Apelo. Aún recuerdo tu último post. Para mí y supongo que para otros es un punto de referencia.
El juez está de "vacaciones", es decir,con sentencias pero en casa y sin tantas prisas. Le daré recuerdos de tu parte.
Saludos