Dios ¡que no me sea indiferente! Ni el dolor , ni la injusticia, ni los espaldas mojadas...! Pero yo le pido más a Dios. Unas manos pedigüeñas con las que poder agarrar su Amor para poder amar. Unas manos vacías de todo lo que no me ate demasiado para poder abrazar. Le pido a Dios esta noche que me dé tiempo para aprender a ser útil... aunque sea sólo un poco. Útil, con unos brazos laaaargos para arropar. Disculpad la confidencia. La noche tiene eso. Parece que no importe demasiado que te descubran.
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