"Todo cuanto ha sido, todo cuanto ha temblado dentro de nosotros está aún como diciéndose de nuevo en nuestra vida y en la vida." (Luis Rosales)
jueves, 17 de julio de 2008
Ratos de café
La imagen habla sola.
Unos amigos, con un café humeante en cualquier velador, son el símbolo del diálogo. Ya sé... el corazón ...pelín cursi. Pero mira, a veces las cursiladas -lo que la gente llama cursiladas- son verdades como puños.
Con una taza de café hemos contado aquello que nos ha liberado; lo teníamos encima como una carga insoportable. El gusto amargo de un café bien cargado -el de los cafeteros-cafeteros- ha sido el empujón que necesitábamos para compartr una decisión... y tomarla.
Me vienen a la memoria cafés terapéuticos con mi amiga Esther. ¿Recuerdas las tardes de los martes? Y los cafés de Mercat del Camp, frente a la escuela, compartiendo problemas y buscando soluciones. Ana y María siempre a punto para organizar algún sarao. Y ese café pendiente de hace... buf... siglos con Antonieta.
Y el café solo en soledad, con un cigarrillo, viendo amanecer en tantas noches de insomnio. Y el que me acompaña cuando escribo. Y el que me trae a la cama mi marido cuando estoy pocha. Y el que le llevo yo a él cuando , reventado de trabajar sin tregua, le funciona como un despertador.
A todo esto, en el fondo, la imagen es ese café de media tarde para tomarlo , aunque sea virtualmente, con todo el que entre en mi blog. Ofrecer un café es lo mismo que decir: "Sé bienvenido y hasta la próxima"
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