lunes, 14 de julio de 2008

A PROPÓSITO DE LAS VACACIONES


Cuelgo un viejo artículo, EL OCIO CREADOR. Tiempos aquellos... vamos a rescatarlos.


No quisiera caer en el tópico de que en Septiembre nos reponemos del estrés de las vacaciones. Pero cuando el río suena, agua lleva. Nos preocupa tanto llenar el tiempo libre que cualquier cosa sirve. No, no lo conseguimos. Pretendemos descansar y otra vez se nos olvida que llevamos la quinta puesta. Nos cuesta reducir la marcha. Nos esforzamos tanto en “desconectar” y “cargar pilas” que acabamos agotados. ¿Es posible que no sepamos exactamente en qué consiste descansar?. No sería extraño que ésa fuese la causa del denominado “síndrome post-vacacional”.

Hacer y hacer . He aquí la cuestión. El dolce far niente no está tan mal si le damos la vuelta y lo convertimos en ocio creador. Hay muchas maneras de parar, de dejar de “producir” para dedicarnos a trabajar el ser. Lo único que necesitamos es olvidarnos durante un mes de algunas horas de televisión, echar las prisas en el contenedor de la esquina y buscar ese oasis de paz que todos llevamos dentro y no hemos sabido descubrir.

¿Cuál fue la última vez que reservamos un “palco” para presenciar el espectáculo de un atardecer de verano?. Esos instantes, cuando el sol se retira porque ya ha cumplido su misión, son el mejor momento para triturar las tensiones, propias y ajenas, lanzarlas al aire… que se las lleve la brisa y queden definitivamente enterradas en el ocaso. Quizá tampoco recordemos la última vez que nos tumbamos en la hierba, envueltos por la sombra de un árbol, y viajamos en el vagón de un buen libro… Y conocimos a esos nostálgicos personajes que se nos colaban en el alma, con sus historias inventadas y vueltas a inventar. ¿Y madrugar… para pasear?…con los primeros rayos de luz por la orilla del Mediterráneo, sintiendo –notando- cómo las olas atrapan la planta de los pies. Una amiga me envió un decálogo que decía, entre otras cosas, que “el placer ( el contacto con la arena mojada) recompensa más que el sueño”. ¿Y aquella vez - ¡buf!…hace tantos años- que nos escapamos del ruido para escuchar el silencio?. El silencio. “Después de la palabra, la segunda potencia del mundo”, decía Lacordaire. Se puede intentar de nuevo y recuperar los tesoros que nos tiene reservados. Y hacer del silencio una necesidad para saber encontrar en el futuro pedazos de silencio todos los días. El silencio DICE, el silencio HABLA… dentro. Si escuchamos, posiblemente resolvamos más de una incógnita. Y quizá los tiros del tan ansiado reposo veraniego vayan por ahí. Cambiar durante un tiempo el frenético hacer por el cultivo sosegado del ser. ¿Recordamos cuándo fue la última vez que nos dedicamos sencillamente a contemplar?. Nuestra retina absorbe todo lo que le ponemos delante; hace fotografías y las clasifica en el álbum de la vida. ¿Por qué no buscar lo que la naturaleza nos ofrece, todo lo que aún no hemos sido capaces de destruir con nuestras manos torpes y nuestra inteligencia limitada?.

La Belleza, la Bondad, el Bien que se ocultan en las pequeñas cosas …son gratis, nos permiten soñar con los ojos abiertos y nos regalan el mejor descanso.

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