miércoles, 23 de julio de 2008

Gracias.

Le he pedido permiso a Driver si podía publicar un comentario suyo. Cree en la gratuidad de la literatura, como los trovadores medievales... y me ha dicho que sí. No sé si Driver considerará que mi interpretación coincide con el fondo de su relato. Pero me conforta pensar que el hombre, como las gaviotas, puede amar a su Creador ... rezar desplegando sus alas como una ofrenda, haciendo todo aquello para lo que ha sido creado.

La gaviota agradece la brisa del mar, los últimos rayos del sol, el descanso al acabar la jornada, el espléndido panorama que su Creador le regala cada día. Y después vuela. Vuela libre, vuela agradecida de ser capaz de volar alto. Su agradecimiento es su pregaria. Su pregaria es contemplativa, sosegada. Su pregaria es sencillamenente decirle a Dios ¡Gracias!.

Gracias también a ti, Driver.

"Si le preguntas a las gaviotas por las leyes que rigen la aeronavegabilidad, ninguna te responde. Resulta imposible entablar con ellas una conversación sobre las leyes de Newton. Son gaviotas.

Pero si te acercas al atardecer a cualquier puerto de la costa, puedes aprender a rezar.

Es cuestión de mirar detenidamente....Cuando la Gran Bola Amarilla roza la línea del horizonte, estas aves se situan en las barandillas de los paseos, en los mástilles de los veleros, y esperan.

Las masa de aire recalentadas por el poniente dejan espacio a los frescos volúmenes de las capas altas de la atmósfera; corre el viento fresco del atardecer.Y en esos momentos son cuando las gaviotas rezan. Alzan el pescuezo, sienten la brisa, y tras una jornada donde el Creador les ha regalado vida y alimentos, extienden sus alas, se dan impulso y vuelan majestuosamente. Trazan sobre el puerto trayectorias de agradecimiento, círculos de respeto, espirales sentidas.

Son justas con su Creador....

Las buenas gaviotas son libres. No dejan de rezar ni un sólo día."

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Sunsi: te agradezco que publiques el mini cuento de las gaviotas.
Tu interpretación coincide con el sentimiento que provocó el comentario; estamos hablando de seres humanos que rezan y dan las gracias.
La cuestión es que vivimos enfrascados en teorías, contradidcciones y exceso de información.
Me pongo a escribir y surge, primero una imagen, luego una comparación y al final una idea.
Y cuanto más simple sea todo, más respuestas cubre.
Cuanto más abierto, más reconfortante.
Cuanto más brutal, más creíble.
Cuanto más bello, más apetecible.
...
Si quiero hablar del amor materno, por ejemplo, me pongo a teorizar y aburro a las ballenas.
Pero si cuentas una historia sobre una osa y un osezno, le das un toque divino, humanizas algún gesto y te diviertes, entonces es posible que conmuevas un corazón, alegres una mañana, o refuerces tu alma.
En fin; amo la escritura.
Admito encargos.
No cobro.
Simplemente me divierte.
Y me da la oportunidad de explicar, y de explicarme, las cosas de forma sencilla.
Con los ojos de una gaviota.

alejops dijo...

Qué imagen más majestuosa... He llegado a sentir-pensar, leyéndolo, que somos más tontos que las gaviotas.
Y qué razón tiene driver cuando dice que "vivimos enfrascados en teorías, contradidcciones y exceso de información". Felicidades por el "minicuento", driver.

Anónimo dijo...

Driver, por favor, sigue sentándote frente a la pantalla del ordenador y sigue imaginando.
Lo que aflora después, con palabras metafóricas, es un regalo.

¡Hola, alejops!Precioso comentario, ¿verdad?. Ojalá el trovador siga regalando historias con esa pluma envidiable.

Anónimo dijo...

Enhorabuena driver,admiro tu don y me alegro de que lo compartas con los demás y podamos sacar provecho de él. Genial el mini cuento, suscita muchos pensamientos. A mí me sugiere que los hombres, como las gaviotas, cuando acabamos la jornada y nos vamos a dormir,hemos agotado una "vida" y al día siguiente, cuando despertamos de nuevo, debemos dar gracias a Dios por la "nueva vida" y aprovechar ese día para darle gloria... y así hasta que ya no despertemos en este mundo y, si de verdad hemos dado gloria al Creador, apareceremos en el cielo donde nos recibirán con los brazos abiertos. Hemos de vivir con sosiego y paz, con serenidad, los acelerones no merecen la pena. Basta con contemplar a esas gaviotas.

Gracias Sunsi por pedir permiso e incluir ese maravilloso texto en tu blog. Comparto tu interpretación.

Anónimo dijo...

Vale Sunsi, te hago caso, me siento ante la pantalla y tecleo.
Tras un breve recorrido por tu blog veo que eres madre y que nacistes en mi año.
Así que ahí va un regalo.


EL SALTO

La alegría. En estado puro. Era ella.

Todas las ciudades del mundo tienen una avenida donde salta una niña.

Las baldosas de la avenida eran blancas y azules. Una baldosa azul y tres baldosas blancas. Una y tres. Azul y blanca.

El camino de casa al colegio pasaba por la avenida bicolor. Era el mejor momento del día. La niña del cuento se disponía a cruzarla. Se concentraba, pues cada día lo hacía de una forma.

Los lunes de una en una; azul-blanca-blanca-blanca-azul.

Los martes de a dos sin retroceso; azul-blanca, blanca-blanca, azul-blanca…

Los miércoles de a dos con retroceso, azul-blanca, blanca, blanca-blanca, blanca, blanca-azul, azul…

Jueves, día de libertad, sin orden: blanca o azul, azul o blanca, blanca o azul, azul o blanca.

Viernes, con ritmo: blanca y azul, azul y blanca, azul y/o blanca, blanca y/o azul.

Sábado: no hay colegio pero toca también.


Blancas con blancas.
Azules con blancas.
El cielo azul.
Las nubes.
Blancas.

Las niñas de los cuentos aprenden solas las canciones de la vida.
Cantan entre los huertos las melodías de los colores.
Precipitan los ritmos ancestrales.

La educación oficial se concentra en la tabla de los contenidos y los continentes. La educación natural se fija en las tablillas rojas del vallado de la casita, en la bisagra verde de la cancela, en las baldosas bicolores de las avenidas.

Los papás de la niña del cuento, la matricularon en un colegio donde el ejercicio físico era muy importante.
Al final de cada trimestre se organizaban competiciones deportivas, donde las ganadoras eran dignificadas con las hojas de los laureles de un bosque que se extendía alrededor de la ciudad.

La niña del cuento tenía unas piernecillas de goma, pues de tanto saltar, sus músculos se habían plastificado para siempre.
Cada vez que tenía que coger algo de la alacena, procuraba que estuviera en el último estante, para así, obligarse a saltar.
Si estaba paseando con una amiga y jugaban a coger flores, siempre se lanzaba a por las más altas.

La niña del cuento corto se dirigió con sus papás al festival deportivo del colegio.
Como la niña de la ciudad rodeada de laureles era pequeña, sus profesores le habían encomendado la tarea de llevar agua a las niñas mayores.
Así que la niña del cuento iba y venía con sus botellas de agua mineral, de un lado para otro. Saltando.

Las niñas mayores, los papás de las niñas mayores y los profesores contratados por los papás de las niñas mayores, se tomaban las competiciones muy en serio.
Las niñas para hacerse mayores se tienen que responsabilizar, dominar sus emociones y disciplinarse. Para conseguir este objetivo nada mejor que competir. Competir para ganar.

Las niñas mayores de la ciudad donde había avenidas bicolores, saltaban para ganar. Así que la técnica consistía en coger carrerilla, lanzarse a toda velocidad, elevarse sin pisar la raya blanca y caer en el cajón de la arena, lo más lejos posible de la marca blanca.

Tan fácil y tan complicado a la vez.

Conforme avanzaba la competición, los aledaños de la pista se poblaban de niñas tristes que habían sido eliminadas. Las unas por pisar la raya blanca, las otras por no alcanzar la marca de 180 cm considerada como mínima.

La tensión aumentaba conforme la marca de clasificación era mayor.
Con los 185 cm una niña mayor con cabellos rubios lloró amargamente. Con los 190 cm una oleada de adrenalina se apoderó de la tribuna de los padres. Con los 200 cm los profesores del colegio empezaron a sentir que estaban en las Olimpiadas.

Al final de la competición se entregaron los premios a las ganadoras y se recogieron las lágrimas de las perdedoras.

La niña pequeña de nuestro cuento se había pasado la tarde llevando agua a las niñas mayores, a las que lloraban y a las que estaban muy serias.

Había algo que no comprendía. Si saltar era tan divertido, por qué no había ni una cara alegre.

Tenía que hacer algo al respecto.

Tal vez las grandes decisiones de la historia se tomaron así, de una forma sencilla.

Si la Tierra es redonda, navegando hacia el este, volveré por el oeste.

Si la manzana cae sobre mi cabeza, será porque algo la atrae.

SI LO BELLO ES EFIMERO, LA BELLEZA ES ETERNA.

La niña le dijo a su padre que mirara. Se dirigió a la pista para saltar con alegría. Se concentró como cuando tenía que pasar por la avenida bicolor.

Tomó carrerilla, batió alegremente la zancada y voló.

Blanca-blanca-blanca-blanca-blanca.

Azul.

La alegría. En estado puro. Era ella.

Anónimo dijo...

Driver: qué... ¡maravilla!.Es que no sé qué más decirte.La alegría de correr, de saltar, de jugar con las baldosas porque sí... frente al sufrimiento de tener que llegar a una meta porque ha de ser así.

Espero encontrar algún día en una librería los minicuentos de Driver con una postdata: precio módico... sólo para cubrir gastos. "Yo los cuentos los regalo"

Muchas gracias

Anónimo dijo...

"y así hasta que ya no despertemos en este mundo y, si de verdad hemos dado gloria al Creador, apareceremos en el cielo donde nos recibirán con los brazos abiertos. Hemos de vivir con sosiego y paz, con serenidad, los acelerones no merecen la pena. Basta con contemplar a esas gaviotas."

Eso es, Martín. Un proyecto para toda una vida. Tomo nota.

Anónimo dijo...

Lo de este hombre - Driver - no tiene parangón. Leer cada uno de sus escritos, ya sea en este blog on el de Suso, es una bocanada de aire fresco para los pulmones... y un pensamiento para el corazón.

Anónimo dijo...

Buenas tardes, anónimo. Pues sí. Y es que la escritura es un don. Lo que más me llama la atención es que Driver trata este don "de usted", lo respeta y lo regala.

Comparto totalmente este enfoque. Escribir, pensar y escribir... son "de oficio". El cliente no te paga y quien te pga lo hace con algo que no tiene peso pero que ensancha el corazón.