martes, 2 de diciembre de 2008

Educar en la espera.1


El otro día Máster abordó un tema ... menudo tema... que está tocando fondo: la intolerancia a la frustración. Ya no hay más tierra para cavar. A la vista está.

Sigo un poco más. Me sirvió. Y me recordó un episodio antiguo ... que da frutos en el presente.


Paseaba por Avenida Cataluña. Antes de cruzar para ir a casa había una tienda donde el dueño colocaba estratégicamente mil tonterías apetecibles para cualquier crío. Digo estratégicamente porque yo, para verlas, tenía que agacharme. Luego estaban colocadas justo donde alcanza la vista de un niño. Parón diario. "Quiero éste". Éste era un cochecillo en miniatura que igual valía una peseta...es un decir. Una peseta... total, una peseta. A la tercera peseta la menda dice "no, tienes suficientes coches".

"Lo quiero, lo quiero y lo quiero". "No, no y no". Reíros de las sentadas de los universitarios en la agonía de la Dictadura. La de mi hijo sí era una sentada con todas las de la ley. Llantos, pataletas, gritos... y todos los viandantes mirando.


En ese momento sólo tienes dos salidas: o te reafirmas en el "no" o cedes.


Si cedes has perdido una batalla que te lleva a perder la siguiente cuando te pide una piruleta; y una siguiente cuando te pide una muñeca y resulta que no es su cumple; y te pide un móvil que no necesita; y te pide esas botas carísimas porque él no va a ser menos; y te pide y te pide. Y todo por no tomar la otra salida.


La otra salida, real... os aseguro que pasé un trago y sudé como un pollo..., es mantener el "no". La criatura puede estar llorando un cuarto de hora, media hora, una hora... depende del aguante. Mi primogénito es de los que aguanta. Y todo el barrio te mira como si fueras la Rotenmeyer de Heidi. Pero tú ni caso. Tras una hora decides que basta. Que te vas. El estómago en un puño porque la criatura tien sólo un año. Y está allí, tirada, berreando a pleno pulmón. Pero te vas.


Los críos no son tontos. No se quedan sin su madre. Y , al final, se levantan y te siguen. Esa batalla, tan estúpida para los del barrio de toda la vida, fue vital. Mi primogénito aprendió que una marranada en plena calle era un chantaje en el que su madre, con un bombo de ahí te espero, no iba a caer. Con un añito un crío ya entiende esas cosas.


Nunca más. Nunca más se repitió... al menos con un espectáculo semejante. Porque probar... como ya he dicho que no es tonto... siguió probando. Dos, tres, cuatro... batallas ganadas. Y cuando se ganan batallas se gana una guerra. Esta guerra tiene nombre: educar en la espera. Y se empieza desde que nacen. Pocos noes pero firmes.


Sí tiene que ver con la tolerancia a la frustración. Porque el primo hermanos de esta etiqueta es "Todo y ya".


Mañana sigo. Hay más tela que cortar.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Cola en las cajas del Carrefur.
Mil chucherías que ver mientras esperas.
La Sarita que se empeña en un huevo Kinder.
Yo que no.
La Sarita que siiiiiiiiiiiiiiiiii.
Los de la cola atentos al evento.
Y de pronto lo digo en voz alta para que todo el mundo me oiga.
-"Sarita, como no tengo dinero, mejor jugamos al pilla pilla".
."¡¡¡Quiero el huevo!!!"
...
Cuento en voz alta:¡Uno, dos, tres!
Salgo corriendo, giro donde los congelados, un largo hasta la leche Puleva, me escondo detrás de de las lechugas.
Miro y veo a la Sarita atravesando la zona de la carnicería.
"¡¡Driver, que te pillo!!"
...
Fue la primera vez que me llamó así.
Espero que no sea la última.

sunsi dijo...

La Sarita... peleona por lo que leo.
Lo de la cola del Carrefur también tiene su cosa. Un espectáculo de críos que cuelan en el carro lo primero que les viene y a la hora de pagar: ¿¿¿Quién ha cogido estooooo???

Para decir no, papá. Para buscar estrategias, Driver. Casi que me busco un pseudónimo yo también, a ver qué tal funciona.

Saludos y un beso a Sarita.

Anónimo dijo...

Sí... a mi me ocurrió algo parecido en el supermercado. La peque tenía 3 años.

No son tontos, claro que no se van sin su mami... pero hay niños que necesitan mucha distancia para entender que su mami se va... por ejemplo la mía. Cambié hasta de pasillo, ella con su llantina, me iba siguiendo arrastrándose por el suelo... pero si veía que yo me giraba para buscarla se paraba quietecita... así que continué el trayecto sin mirar.

Uff... que trago!!!... yo no hacía más que pensar que no iba a dar resultado.

La gente te mira de reojo y con muy mala cara por dejar a una niña tan pequeña así... tan tiradita y con semejante llanto...

... pero decides ir a ganar la batalla. Minutos como siglos. Miradas que te incitan a decir: "¿la ves mona, ¡eh?... pues venga... que te la regalo. Seguro que tú la haces mejor ¿?"

Al final vences... y una medio sonrisita toda llorosa te dice... ¿me perdonas mami?.

Y sí... se perdona con un achuchón... y ya nadie recuerda las gominolas con forma de fresa.

Batalla ganada... a por la siguiente.

Anónimo dijo...

... la batalla que parece que no voy a ganar... es la de los despistes...

... soy la mami de la niña más despistada del universo univesal.

En fin...
...

sunsi dijo...

Tu hija y mi hijo... echan un pulso... y a ver quién gana.

Bueno, lo de los súpers es horroroso. Sí, te miran de esa manera, como si fueras una madre mala. Pobre criaturita, si sólo quiere una gominola...

El problema llega cuando quieren un BMW!!!! Ésos son los que luego también tienen que tirar la toalla en otros temas que no son precisamente gominolas. Pero se empieza por una chuche...

Besos, Ana

Máster en nubes dijo...

Y a la vez, porque es compatible, que importante poder también dar lo que otra persona pide y dárselo ya. Sin remordimientos, porque me da la gana, y en ese momento es lo que tú necesitas.

Se me ocurre, no sé.

Y ahora porque me sale de las narices os voy a hacer el salón de belleza en casa: y montas una sala de masajes, mascarilla y pintado de uñas (transparentes, por supuesto) para las niñas. Se quedan fascinadas. Encantadas. Y tú te mueres de risa.

Qué alegría también cuando puedes "dar" y quieres "dar" lo que alguien te pide o ni siquiera te pide.

sunsi dijo...

Pues claro, Máster , que eres lo que no hay, gracias a Dios.

Es que esto es otro tema que no tiene nada que ver. Lo que tú explicas, vamos, es que si no existe significa que vives en un cuartel. Sólo faltaba.

Sorprender es lo más bonito que existe en una familia.

Cuando ves que un hijo pasa un mal momento o no... que tampoco hace falta ponerse dramáticos. Y le regalas un detalle porque sí. Que sabes que le apetecía y que , encima, no te lo había dicho porque es más bueno que el pan.

O ese día que están hasta arriba de exámenes o no y alquilas una buena peli con Coca-Cola, palomitas y haces un pastel. No es pastoril. Es un regalo que nos hacemos todos. Unos porque no lo esperan... otros porque son felices al ver que ellos lo son.

El "quid", creo, es que se aprecie lo que hay, el detalle que lleva un corazón detrás. Y como hay cariño, también se sabe cuándo no puede ser .

Divago... ¿me perdonas? Es que es lo que tú dices, pero complementado con unos límites.
El difícil equilibrio de esducar.

Besicos, Máster. Gracias por el contrapunto.

Máster en nubes dijo...

Oye, que nada de contrapunto ¿eh?
Sé que en las familias "normales" eso existe, es que lo veo. Veo que las personas que saben decir que no, son muchas veces las que dicen mucho que sí sin dinero y sin nada, hombre, si tienes pelas para alquilar el vídeo mejor.

Me estoy acordando de una amiga mía montando moros y cristianos en su casa en el pasillo con los niños, me muero de risa.

Y me estoy acordando de otras cosas que me han contado amigas (las chicas nos contamos demasiado) ... pero que no puedo reproducir porque son íntimas y personales, pero preciosas.

En fin. Joe, de verdad, si al final son cuatro cosas, cuatro síes y un par de noes.

sunsi dijo...

Ahí le has dado, Máster. Al final son un par o tres de cosas. Mañana sigo porque ese par o tres de cosas tienen mucha más importancia de los que muchos creen.

Por contrapunto entiendo esa idea que hace que el panorama quede completo. Sin tu contrapunto, podría parecer que una madre es la bruja piruja y un padre el capitán general de su casa. Y no es así. Bueno... yo creo que no es así.

Si supieras cómo nos acaloramos las mamás cuando hablamos de estos temas... Y yo , a veces, me siento como una marciana. Los corrillos a la salida del cole dan para hacer una tesis.

Besos, guapa. ¡Gracias!

Anónimo dijo...

Alguna vez ha salido lo de los corrillos del cole... uff... Sunsi... no eres la única marciana.

Es difícil encontrar el corrillo adecuado... en el cole es casi un milagro!.

El mundo hoy es muy variado y complejo... cada familia es un mundo... y cada madre un universo... mira que las hay complicadas... supermegaorganizadas... y marcianas (muy pocas, entre ellas, yo).

Anónimo dijo...

¿Corrilos?
Ni me lo recordeis.
...
Este año estuve en uno.
Propuse organizar una actividad de "cuenta cuentos".
Los papás y las mamás me miraron extrañados y por este orden: primero el camión aparcado en doble fila, segundo las zapatillas llenas de grasa, y por fin me miraron el careto o rostro compungido.
¡Cuentos! ¿Para qué?.
...
¡Y encima me tocó pagar los cafés!
Toítos los cafés y toítas las tostadas.
Toit@s.

sunsi dijo...

Ya recuerdo, Ana. Lo hablamos a propósito de un café y de lo bien que se está en la cocina. Yo , en muchos, es que no me hallo. Me busco y no me encuentro. Bienvenida al club, camarada.

Pero cómo se te ocurre, Driver. Ossssea, un cuenta cuentos... pero dónde vas... En inglés aún habría colado. O en alemán. Y los críos sufriendo porque no entienden nada. Pero da igual. Inmersión a toda costa. ¿Y cuentos sin fichita con preguntas de comprensión? ¿Escuchar cuentos por mero placer? ¿En qué asignatura lo incluyes?

Ahí va otro marciano. También gracias a Dios.