miércoles, 15 de octubre de 2008

Corriendo el riesgo de ser una friki monotemática.



Ésta es la expresión que empleó Ramón Pi en un artículo donde volvía a abordar por enésima vez el tema del aborto. "Friki monotemático". Como comprenderéis, la etiqueta que me cuelguen me da lo mismo. Lo que importa ahora es dar toda la información que esté en nuestras manos, no sólo para que no amplíen los plazos, sino para que el aborto sea considerado un crimen desde el primer instante de su concepción.


He encontrado muchos testimonios de mujeres que han abortado y no saben cómo se puede seguir viviendo con esa carga. De todos ellos elijo uno. Su testimonio fue televisado y recogido en la revista Alba.





“Cuando se llevaron el bote con los restos de mi hijo sentí que me arrancaban la vida”


Mª Esperanza Puente abortó hace años en Dator y denuncia la desinformación médica sobre el síndrome postaborto.
“Aborté hace diez años. Era bastante joven, estaba sola, sin nadie a quien acudir. Tenía miedo, y como te ofrecen esto, pues te lo planteas”.
Son palabras de Mª Esperanza Puente Moreno, portavoz de la Asociación Víctimas del Aborto, dedicada a ayudar a las mujeres que sufren el síndrome postaborto y de las que el mundo se olvida tras pasar por caja y por el quirófano.
(JESÚS G. SÁNCHEZ-COLOMERD el 19 al 25 de febrero de 2005 ALBA)
El seis de febrero Esperanza fue protagonista en La 2 de Últimas preguntas, y los frutos de tan valiente testimonio no se hicieron esperar. Una chica de 25 años, abandonada por su pareja y embarazada de 12 semanas, vio el programa y dejó de pensar en abortar. Otra, de 21. Y una tercera de 36, con cita para abortar, decidió no hacerlo. Las tres se pusieron en contacto con la Asociación Víctimas del Aborto, llamando al teléfono 637 110 328. Esto hace reflexionar. Desde que Esperanza saltó al terreno de juego, ha cambiado el signo del partido. Pero, ¿cuántos abortos no se habrían ejecutado si se las hubiese informado antes? ¿Por qué nunca se ha hecho?.
"Soy portavoz de las Víctimas del Aborto porque soy víctima. Nunca nadie me informó de las consecuencias psicológicas que iba a sufrir tras abortar". Éste es el comienzo del relato de Mª Esperanza Puente, que cuenta a ALBA los recuerdos de la que ha sido la experiencia más dura de su vida: el aborto de su segundo hijo hace ahora diez años. Lo cuenta para que otras mujeres no cometan el mismo error. Es un testimonio doloroso, desagradable, pero, no podía ser de otra manera, es un relato que rebosa Esperanza, para muchas mujeres y para sus hijos.
La situación
"Te voy a explicar por qué soy víctima. Yo era joven y estaba sola. No tenía nadie a quien acudir. Tienes un problema importante, estás sola, llena de miedo, y como te ofrecen esta posibilidad, te lo empiezas a plantear. El tiempo aprieta cada día que pasa y tú sigues sola. Así que llamé por teléfono a la 'clínica' Dator. Yo estaba de tres meses y me dieron cita para el día siguiente, como con prisa, lo cual es normal, porque cuanto más tiempo tengas para pensar, para reflexionar, menos les conviene a ellos"; no en vano, los abortistas viven, y muy bien, del drama de estas mujeres.
"Al día siguiente fui a la clínica. Es algo extraño porque tú no quieres ir, pero la soledad te lleva, no te queda otra, es lo único que te ofrecen. Yo esperaba algo de información, y lo que me encontré en la Dator fue una situación surrealista. Allí no hay una mirada amable por ningún sitio, hay mucha frialdad. En la gente, en el ambiente. Ni una sonrisa. Te pasan a una sala de espera en la que sólo se oyen murmullos, y se tiene una visión tétrica: las caras de las mujeres que allí estamos. Esas caras no se me olvidan nunca".
¡No quiero!
Esperanza asegura que incluso después de tanto tiempo, "tu mente guarda recuerdos" que crees olvidar, "impresionantes", pero "tu conciencia humana natural te indica que no está bien lo que has hecho. Eso está ahí y por un motivo sin determinar, salta en tu cabeza en un momento dado". Entonces comienza el mayor sufrimiento psicológico al que se puede enfrentar una mujer: el síndrome postaborto, el hecho de asumir la muerte no natural de su hijo en su propio seno. "No necesitas ser creyente ni nada. Es algo irreversible que has hecho, que queda ahí para siempre, latente, pero que salta algún día. Lo has hecho, no tiene remedio y eso es algo que no te cuentan en ningún sitio. Por eso soy víctima."
Esperanza ha contado esta historia varias veces en los últimos meses, y aun así tiene que recuperar el aliento para enfrentarse al relato, porque espera que ayude a muchas mujeres, y cuya parte más dura comienza en un primer reconocimiento. "El médico no te dice absolutamente nada. Mientras te examina, por supuesto tú no ves la pantalla del ecógrafo. Verifica una serie de cosas y te mandan de vuelta a la sala. Tú miras las caras. Las chicas más jóvenes recuerdo que lloraban bajito, sin hacer ruido. Nadie comentaba nada con nadie y reinaba el silencio, cuando en tu interior gritabas muy fuerte: ¡no quiero! Pero son gritos ahogados, que no escucha ni quien tienes al lado, sólo los oyes tú. Entonces pasas al psicólogo y esperas que te diga algo, y no te dice nada. Quieres que te digan que no lo hagas. Pero al revés, te dicen que no pasa nada, que es algo muy sencillo, muy fácil, y que cuando acabes, te vas a casa como si nada, cuando la realidad llega después. La cosa es que el psicólogo te descuadra todo, porque esperas una mínima explicación, y allí no te dan ninguna".
Esperanza aún se muestra sorprendida, diez años después, al recordar el trato de un psicólogo únicamente preocupado en que pasara al quirófano para poder cobrar, sin importarle su situación, ni las consecuencias ni nada de lo que rodea a una mujer que, bajo tanta presión, se somete a un acto tan duro.
Luego se olvidan de ti
"Te pregunta qué tal estás, que con la cara que llevas no hace falta ni que contestes, y te dice que tienes que firmar un consentimiento informado." Este documento es de obligado cumplimiento cada vez que una persona se somete a una intervención. La vigilancia y el interés que se pone en este documento es extremo, pues de él depende que una persona acepte o no el someterse a una intervención médica, sabiendo siempre sus posibles consecuencias. Para ello la información médica ha de ser rigurosa, transparente y completa, "algo que no se da en el abortorio, porque no te explican nada sobre las consecuencias psicológicas que se pueden dar. Al revés, se da por hecho que tú quieres abortar, que no vas a sufrir consecuencias negativas psicológicas. Ni se preocupan por eso, y eso es real. En el documento escrito que te dan no dice nada de las consecuencias psicológicas o de los posibles traumas que pudieran darse, ni siquiera lo menciona como posibilidad. Te dicen que no pasa nada, que es muy rápido y que en cuanto acabe, te vas a casa, como si nada. En ese momento te sientes totalmente ida, desamparada. No eres persona. No te preguntan por qué puede suponer un mal para ti el seguir adelante con tu embarazo, que se supone que es el supuesto al que te acoges. Te informan menos que cuando te vas a sacar una muela. Te lo hacen y se olvidan de ti. Y tú apáñatelas como puedas.
La intervención
"Tras hablar con el psicólogo te vuelven a pasar a la sala. Estás desorientada. Al rato te vuelven a llamar y te dicen que te desnudes, sin pudor alguno; no te dan una bata ni nada, y vas desnuda hasta la camilla, y una vez que te colocas igual que si fueses a dar a luz, entra el médico. Recuerdo que tras ponerme una anestesia local, me dijo que como no me tranquilizase, íbamos a estar hasta mañana, y que me iba a doler más. Hizo la intervención. Es rápida y muy molesta. Yo estaba mirando al techo gritando ¡pare!, pero sin gritar. Quería salir corriendo de allí, pero no puedes. Es tan duro asumir lo que está pasando como la manera en que está pasando. Al tiempo que el médico hace su trabajo, las enfermeras tienen una conversación paralela. No están pendientes de ti."
Esperanza, mientras se acerca a esta parte de su relato, ya no puede contener las lágrimas, y a duras penas prosigue con lo más atroz del aborto, que fue ver los restos de su hijo metidos en un bote: "Lo echan en un recipiente de cristal y se queda ahí, apartado en un lado. Tú lo ves. Es curioso cómo antes del aborto no te dejan ver la pantalla del ecógrafo por si te arrepientes, pero una vez que estás en la camilla, les das igual. Lo dejan allí apartado, lo ves. Si estás de tres meses, no ves sólo líquido. Yo vi trocitos de carne.
Luego una enfermera se lleva el bote. En ese momento es como si te arrancasen con él la vida. Lo sientes aquí dentro", dice Esperanza golpeándose el pecho, "tu vida se va tras el recipiente, y ya no vuelves a ser la misma nunca. Te han arrancado de cuajo tu personalidad, tu vida, tu integridad. Lo notas salir de dentro. Y se lo llevan como el que carga un saco de patatas. Esa imagen no se te borra de la mente en la vida".
Esperanza continúa con el testimonio sin parar, porque si para, se viene abajo. Se lo sabe casi de carrerilla de haberlo repasado quién sabe cuántas veces en su memoria.
"Te vistes como puedes, sola, nadie te ayuda, y pasas a una salita diferente a la anterior, porque no permiten que las chicas que están esperando vean cómo te sacan de allí. Al final aparece una enfermera, te pregunta si te mareas, y si le dices 'no', te contesta: 'Pues hala, ya puedes irte a casa'".
En la calle
"Quieres salir a ver si te da el aire, pero dentro te has dejado algo, no estás entera, y se te cae el mundo. No sé ni cómo llegué a casa. Era viernes y estuve los tres días metida en la cama, sin levantarme ni para comer ni para ir al baño. Pero llega el lunes. Así que te levantas, te vistes, y te vas a trabajar. Como si nada. Eres otra, pero la gente no lo sabe. Es imposible llevar algo así".
Sobre el síndrome postaborto, Esperanza apunta como factor determinante el "no poder perdonarte. De las chicas con las que he hablado yo, les pasa de todo. Algunas ven a lo mejor un niño de cuatro años, que es la edad que debería tener su hijo, y se echan a llorar. Es algo que puede salir enseguida, a los cinco años o a los veinte, por un programa de TV, o por algo que cuenta una vecina. Eso está latente ahí, y un día salta. Entonces prepárate, porque en España nadie da ayuda para superar esta patología. Estás sola.
Manipulación
"Los médicos del Estado no ofrecen ayuda, el Estado no informa, los medios de comunicación manipulan. Te lanzan el mensaje de que abortar es libertad, es progreso, de que no pasa nada. Por lo que no puedes contar tu caso, porque te tratan como si fueses rara. Te hacen un juicio. Pero los medios de comunicación deben informar. ¿Por qué no se televisa un aborto? Hemos visto imágenes de todo tipo, pero jamás hemos visto un aborto. Nadie dice qué es lo que pasa allí. Hablan del aborto como si no fuese nada, como si fuese normal, y eso te hace daño; lo que dicen respecto al aborto el Estado y los medios es todo mentira. Por favor, que empiecen a hablar, a decir la verdad. A llamar al pan, pan. Que sean valientes. Hoy te venden que tienes que ser joven, divertirte, que cómo vas a atarte con un hijo... ¡Ahí se habla de hijo! Ésa es la manipulación. Si es hijo para atarte, es hijo también para hablar de abortar, guste o no guste. Los conceptos hay que aclararlos, porque no tenemos ni idea".
Esperanza ha terminado el testimonio de algo que le sucedió hace ya diez años. En este tiempo ha solicitado ayuda médica, y nadie se la ha dado excepto la Asociación de Víctimas del Aborto de la que ahora es portavoz, una asociación que "sí es feminista, porque el aborto es algo que nos afecta a todas las mujeres, ya que es en nosotras en el lugar donde se transmite la vida, o donde se elimina". Lo dice una víctima que se ha atrevido a contar los que casi nadie dice: el aborto es un mal; posiblemente, el mayor de todos.
Por darnos tu valiente testimonio, gracias Esperanza.
Nota: Tomado de Asociación Víctimas del Aborto (www.vozvictimas.org) y Novedades Fluvium.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún a riesgo de ser malinterpretada o de pasar por tibia (aún peor) cuanto escucho sobre el aborto, a favor o en contra, me produce siempre la misma sensación: su uso para imponer nuestra forma de ver el mundo al conjunto de la sociedad.

Dicho esto,vaya por delante que en absoluto soy partidaria del aborto; de igual forma, debo reconocer que, frente a determinadas circunstancias, yo no se que haría.

Centrandoun poco: el aborto no es un tema ajeno a nosotros ni a la sociedad en la que vivimos; de lo cual se sigue que vivimos en la sociedad que hemos creado entre todos, por tanto, también ese es nuestro tema.

Como partes integrantes de la sociedad (¡ojo! de la sociedad occidental y desarrollada)que hemos contribuido a formar y a crear somos responsables de cuantas actitudes pensamientos, ideologías, etc... es posible encontrar.

Así ¿cómo podemos siquiera pensar en negar el derecho al aborto cuando hemos abierto la puerta a la manipulación de la vida y de la muerte?

El feto, el embrión, el nasciturus, no existe sino en función del cuerpo que lo acoge y su existencia será permitida en tanto en cuanto:

a) Sea querida y/o deseada.
b) Sea normal
c) En defecto de las anteriores o no, sea UTIL.

Y, sorpresa, nos encontramos de nuevo ante un viejo concepto: la UTILIDAD de la vida y, llevado a su extremo, de la PERSONA.

Existirán las personas (o no) en la medide en la que sean UTILES para la sociedad, o bien llevando el rezonamiento a su extremo, para el ESTADO.

Por tanto, la vida misma será o no permitida en función de su utilidad y, en consecuencia:

- Discapacitados INUTILES

- Enfermos INUTILES

- Viejos INUTILES

- Reproducción no deseada INUTIL

Y así "ad nauseam".

Para los que logréis llegar al final de mi aburrida y farragosa elucubración ¡BIENVENIDOS A 1984!

sunsi dijo...

Aún a riesgo de ser malinterpretda...escribes. Un punto a tu favor.
Lo que consideras farragoso, lo he leído de corrido. ¿Es posible que metas en el mismo lote formas de vida, cultura y el concepto de persona.

¿Que tenemos lo que merecemos? Pues quizá. En el momento en que la ciencia se desligó de la ética franqueó una frágil frontera y se llevó por delante la ley natural.
El feto, el embrión y el nasciturus (¿puedo darle la vuelta a tu frase?) existe en el cuerpo que lo acoge. Sencillamente, no intervenimos y llega un momento en el que se desprende del claustro materno.

¿Recuerdas el principio aristotélico del cambio? El paso de potencia a acto. ¿Recuerdas el principio de todos los principios? De la nada, nada surge. El feto es en potencia todo lo que será hasta que llegue el momento de su muerte. Todo. El feto es un estadio del proceso de la persona. ¿Qué mas da entonces cargarnos a la persona en ese estadio que en cualquier otro?

Y ahí le has dado. La utilidad. ¿Qué es ser útil? Porque si me apuras, podríamos entrar en un psiquiátrico y cargarnos a todos los "usuarios". Ya no es que no sean útiles; es que encima dan trabajo y necesitan cuidadores y enfermeras y médicos que pasan revista todos los días. Personal que pagamos entre todos. Peor imposible.

Y así "ad nauseam".

Bueno, Pepa. Seguiremos, si tú quieres.
Abrazos

sunsi dijo...

Oído cocina, Luisa. Estamos en ello. Y a por ello. Pringadas hasta las cejas para que los dejen nacer y asumiendo el riesgo de ser frikis monotemáticas... ¿Qué más da? No jugamos... ¡el alma! Un beso. Tú me das mucha fuerza.

Anónimo dijo...

Desde luego, a mí no me hace falta convencerme de nada; estoy profundamente convencida de que la vida es sagrada, cualquier vida.

Ahora bien, de igual modo estoy convencida de que es imposible ir en contra de los tiempos; es decir, intentar influir en una "forma de ser" de nuestra sociedad que apunta en una dirección diametralmente opuesta a nuestras convicciones.

Sencillamente: nuestro mundo ya no es así; casi prácticamente la totalidad del pensamiento social, político y filosófico, parten de la idea de que nos es aceptable que las convicciones religiosas (tal vez la misma idea de Dios) supongan un freno para la evolución de la ciencia, de la técnica ......

Es decir, el hecho religioso ha dejado de formar parte de la sociedad, no es una CUALIDAD COLECTIVA, más bien al contrario: trascender las convicciones personales al ámbito social (colectivo) se percibe como algo de carácter negativo.

¿Podemos hacer algo en ese contexto? No lo creo; lo cierto es que, por frustante que nos pueda parecer, no se pueden poner puertas al campo.

¿Cuál sería, pues, nuestro papel? Tal vez, un poco, como el de los cristianos primitivos: dar testimonio de fe y vida.

¡Nada menos!

sunsi dijo...

Pepa . Ya sé que no hace falta convencerte. Nos conocemos...

Tu última frase casi casi me la has sacado de la boca. Los primeros cristianos formaron sus comunidades, predicaron con su vida y su palabra en el contexto de una sociedad pagana.
Según qué vida humana entonces tampoco tenía valor. Los espectáculos en los circos romanos son un ejemplo. Y los cristianos fueron carnaza de sus diversiones cuando ofrecían su vida por Cristo. A veces se habla de los mártires como si fuera una historia de ficción o el argumento de esas pelis antiguas...

¿Dónde están (estamos) ahora estos cristianos? Si a veces no nos atrevemos ni a discrepar... por no ser señalados con el dedo o ser tildados de reaccionarios...

Posiblemente sea esto que tú dices. "Tabula rasa" y a empezar de cero. Primero con uno mismo, con la coherencia de vida, después con una sólida preparación y dando testimonio cada cual en su lugar de trabajo, en su ambiente, con sus mistades.

Otra cosa que casi se me queda en el tintero. La caridad, el amor ."En eso conocerán que sois mis discípulos" .

Cuando quieras seguimos ¿con café o una cervecita?
Un abrazo

Anónimo dijo...

Cuando quieras, forastera, cruzamos el Mississipí y nos tomamos unas cañitas, que el cafelito me pone de los nervios (si es que eso es posible)

Creo que los cristianos estamos en "el silencio abrumador de los bondadosos"

Nuestra coherencia, nuestro testimonio, escondido entre la masa, noya a ser que se me note ...

La caridad y el amor, para con los nuestros, la gente como nosotros, los otros: los diferentes, los enfermos, los desviados, los de izquierdas o de derechas, los nacionalistas/no nacionalistas y, sí, también, los pro-abortistas y los pro-eutoanasia y los pro-eugenesia (esto ya parece el anuncio de Coca-Cola)LOS QUE NO SON COMO NOSOTROS ¿amor? ¿caridad?

¡Por Dios! ¡Qué cosas dices! No se lo merecen y, además, nos pides que seamos ¿qué? ¿santas?


Puees ¿qué más puedo hacer si ya honro a mi padre y a mi madre, no mato, no robo, no cometo actos impuros, no levanto falsos testimonios y no miento?

¿Comprender, compadecer, respetar a quién no sólo piensa de forma diferente sino que cree en todo lo que detesto?

Huy, no, no...... ¡hasta ahí podíamos llegar!

Lo dicho, cañita cuando y donde quieras...... prometo contener mis excesos verbales, incluso los escritos (que no literarios)

P.

sunsi dijo...

Eres la monda, Pepa. Dominas el arte de la ironía como nadie. ¿Sabías que lo del "silencio de los buenos" lo dijo Gandhi? Creo que guardo un ppt por ahí. Lo colgaré porque es muy bueno.

Resumo lo que dices. Sale en el Evangelio: "Amar a nuestros enemigos". ¿Qué te parece? Pero hay quien le enmienda la plana.

Y otra: Puedo no respetar una idea pero a las personas ¡siempre!.

Son las aceitunitas virtuales para la cerveza que nos vamos a tomar, forastera.

Besiños

Modestino dijo...

Hay un tema a añadir en esto del aborto: nacen muchos niños con síndrome de down, con deficiencias, y es porque, sencillamente, no les dejan nacer. Esto se llama, sencillamente, eugenesia, y es equiparable a lo que hacían en la Alemania nazi.

sunsi dijo...

Gracias, Modestino. Para un próximo post.