miércoles, 22 de octubre de 2008

"Del resentimiento al Perdón"




Es el título de un libro que estoy leyendo a ratos. Poco a poco, para poder asimilar despacio cómo va desgranando el autor ese proceso. Se me olvidaba. El autor es Francisco Ugarte Corcuera.

Quisiera compartir un interrogante para que quien lea este post pueda reflexionar sobre este tema.


"El resentimiento es un efecto reactivo ante la agresión, que en cuanto a tal tiene carácter negativo. Consiste en la respuesta ante la ofensa que se experimenta íntimamente. Por eso, lo determinante en el resentimiento no radica en la ofensa en cuanto tal sino en la respuesta personal.


Y esta respuesta depende de cada uno, porque nuestra libertad nos confiere el poder de orientar de un modo u otro nuestras reacciones. Covey advierte que "no es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña; es nuestra respuesta. Si perseguimos a la víbora venenosa que nos ha mordido, lo único que conseguiremos será provocar que el veneno se extienda por todo nuestro cuerpo. Es mucho mejor tomar medidas inmediatas para extraer el veneno".


Esta alternativa se presenta ante cada agresión:o nos concentramos en quien nos ofendió con su agravio y entonces surgirá el veneno del resentimiento, o lo eliminamos mediante una respuesta adecuada, no permitiendo que permanezca dentro de nosotros.


Esto explica que el mismo fracaso de una empresa, idéntico desaire provocado por un poderoso, pueden sufrir varias personas a la vez y con la misma intensidad, pero que en unos cause sólo un sentimiento fugaz de dolor, mientras que otros queden resentidos para toda la vida.


¿Es posible realmente orientar nuestras reacciones ante las ofensas para que no se conviertan en resentimientos?"...

Y es posible que alguno piense ¿a qué viene este post? . Como todo, de la vida misma.

Hace poco alguien decía: "No. No me quiero morir sin verla cara a cara. Me hizo mucho daño. Y tiene que saberlo".

Toda la vida esperando esa ocasión, toda la vida alimentando los efectos de la ofensa. Toda la vida. Pensé que sí se puede vivir así; de hecho hay mucha gente que vive con este lastre. Pero, ¿compensa? ¿Qué vida es este tipo de vida?


PDTA. El café que ilustra el post , tomado en un ambiente tranquilo, es una de las mejores formas que conozco para reconciliarme con algunos prójimos.























3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Os suena la frase "yo perdono pero no olvido"?

Pues eso, del no olvido al resentimiento, un paso.

Del resentimiento al rencor, otro.

¿Aquién daña" Naturalmente, a uno mismo.

El objeot de tu resentimiento (es sujeto eres tú) vive feliz, ignorando el "mal rollito"

Nosotros, reconcomidos, inútiles para la vida, ensimismados en nuestro particular infierno.

Necrosados, muertos.

¿Qué hacer? Recortar el tejido muerto, amputar si es necesario y seguir adelante.

Reconocer que somos nostros y nuestra falsa percepción de la realidad, no el otro, el culpable de nuestros males.

Después del adoctrinamiento, me largo a mi cama.

Esto del blog es adictivo.

Anónimo dijo...

Siempre hay alguien que te engaña, alguien que intenta conseguir algo de tí, alguien que te utiliza.
Alguien que te hace daño.
...
Siempre hay alguien que te da su verdad, alguien que te da algo sin esperar nada a cambio, que te regala un trozo de vida.
Que te amam.
...
Y ahí estás tú, jugando con cartas sobre el tapete verde, apoyado en la mesa del día a día, en la habitación de la edad, la tercera planta del edificio de tu vida.

Y unas veces vienen buenas cartas, y otras no.

Así que un día, logras coger fuerzas, subes por las escaleras a la cubierta del edificio, te asomas por la barandilla y ves el vacío.

Tienes que decidir.
O te tiras tú o tiras los resentimientos.

Así que coges una bolsa de basura, la llenas con los abandonos, las traiciones, las estafas, los engaños.

Como la bolsa pesa, hay que cogerla con mucha fuerza, voltearla alrededor de tu cuerpo, y con cuidado para que no te arrastre con su peso, tirarla por encima de las protecciones.

Y entonces te quedas apoyado en el pretil, viendo como la enorme bolsa cae al vacío, acabando en el contenedor de los escombros.

Te esperas. No hay prisa. Es tu momento de gloria.

Al rato viene el camión de la basura. Pasa cada día. Se lleva el contenedor con la enorme bolsa.

Y tú te quedas ahí, viendo alejarse el camión, pensando que pasa todos los días.

Miras al horizonte.
Amanece.
Ya no tienes resentimiento.

Ya no tienes dolor.

Sólo un hermoso y a la vez complicado día por delante.

...
Afortunadamente, los camiones de la basura, pasan todos los días.

Los azules y los grises.

Todos los días.

sunsi dijo...

Pues sí. Adoctrinamiento si lo quieres llamar así, Pepa. Pero el proceso es , para mi gusto, exactamente éste.

Qien no olvida o, por lo menos, no intenta olvidar, no perdona. Y el olvido es un acto de la voluntad. Los recuerdos te vienen justo cuando menos los esperas. Se te plantan como si los hubieras vivido ayer. Tenemos dos pociones: alimentarlos o pegarles una patada. ¿Para qué toquetear la herida? Es mejor que cicatrice. Digo ...

Buenos días. Es un decir porque el sol todavía no ha dado señales de vida.