martes, 28 de octubre de 2008

Llegar a viejo.


Mientras leía pedazos de la Ley de Autonomía personal y Dependencia, que garantiza y regula los derechos básicos, las necesidades y la atención a las personas en situación de dependencia, imaginaba a mi abuela paterna interrogando a los señores que han escrito esos párrafos bienintencionados y bastante complicados.


Mi abuela María, una mujer de rompe y rasga que falleció a los 98 años, seguramente hubiera puesto una condición: “Que no me lleven y me traigan como si fuera un fardo” . “Los viejos, ¡ay los viejos!. ¡Cómo estorbamos!”. Con una mente clarísima, una vida muy vivida... pero prácticamente ciega. Murió en su casa, un 25 de Febrero, hace casi cinco años. Jamás aceptó que la despegaran de su entorno ni consintió otros cuidados que no fueran los que ella eligió.

Mi abuela María me ha devuelto el recuerdo de esta breve historia. Un conferenciante muestra al auditorio un billete “potente”. “¿Quién lo quiere?”, pregunta. Todos levantan la mano. El conferenciante arruga el billete y vuelve a preguntar: “¿y ahora?, ¿quién lo quiere?”. Las mismas manos se vuelven a levantar. Esta vez tira el billete al suelo y lo pisotea. Así, sucio y hecho un guiñapo lo muestra a la concurrencia. “¿Quién quiere todavía el billete?”. Las manos siguen levantadas.


Magnífica demostración la del conferenciante. Todos quieren el billete; da igual que esté manoseado, arrugado. El billete sigue conservando intacto su valor. Lo mismo sucede con nuestras vidas. Jamás perdemos nuestro valor. Ajados, enfermos, sin apenas movilidad porque la artrosis y la artritis nos ha dejado molidos, un poco –o un mucho- sordos, con dificultad para caminar. El conferenciante concluye: “Nada de eso altera la importancia que tenemos. El precio de la vida no radica en lo que aparentamos ser, sino en lo que hacemos y sabemos.”

Pero las cosas como son; la vejez nunca ha sido plato de gusto. Ya en el siglo II, Cicerón desarrolló en su tratado De Senectute cada una de las causas que hacen aborrecer la vejez
. No obstante, encontró todo aquello que compensa lo que se ha perdido. Aunque la vejez nos vuelve inactivos y el cuerpo se debilita, la actividad intelectual no decrece. El viejo -¡qué mal suena esta palabra!- puede poner al servicio de la sociedad toda su experiencia, el cultivo del espíritu. Si los placeres propios de la juventud disminuyen para el anciano, existen otros, como la amistad y la buena conversación. “Debéis retener que yo alabo aquella vejez que descansa en los fundamentos que se han puesto en la juventud (…). Ni el cabello blanco, ni las arrugas pueden, de repente, destruir el prestigio, sino que, si se ha vivido honradamente en la etapa anterior, la última etapa recoge los frutos”.

Si esto es cierto, ¿por qué, como dijo con fina ironía el autor de Los viajes de Gulliver, Johnatan Swift, “todo el mundo quiere vivir muchos años, pero nadie quiere llegar a viejo”?. ¿Hay motivos? . Hay motivos. La catedrática de Ética de la Universidad Pompeu Fabra, Victoria Camps, cita dos: el abandono y la hiperprotección. El abandono del cuidado de los seres más cercanos, “substituido por otro excesivamente profesional y distante” y el temor a “ser tratado más como un objeto de la técnica que como una persona”. “Los mayores no sólo necesitan justicia, sino también solidaridad y afecto. Si queremos evitar que se sientan excluidos porque se les expulsa del mundo activo y queremos superar el paradigma de una medicina estrictamente curativa propiciando el cuidado, habrá que apelar a las actitudes de las personas y no sólo a una gestión de las administraciones públicas” .

Ojo con de la Ley de Dependencia. Contiene párrafos inquietantes. No sé qué les parecerá a algunos dependientes que la ayuda económica a su familia, si su familia tiene a bien cuidarlo, reciba el calificativo de “excepcional”. “El beneficiario podrá, excepcionalmente, recibir una prestación económica para ser atendido por cuidadores familiares, siempre que se den las condiciones adecuadas de convivencia y de habitabilidad de la vivienda y así lo establezca su Programa Individual de Atención” (Artículo 12.3). En el artículo 17.1 queda más que claro: “Excepcionalmente, cuando el beneficiario pueda ser atendido en su domicilio por su entorno familiar y se reúnan las condiciones establecidas en el artículo 12.3, se establecerá una prestación económica para cuidados familiares”.

Poderes públicos y persona podrían entrar en un peligroso conflicto. Porque se contempla como primera opción la inversión en centros, públicos o privados, para mejorar la calidad de vida de los seres dependientes, relegando el refuerzo de “las condiciones” y “la habitabilidad” de su entorno natural- su casa y su familia- a la cola de las prioridades. Los “dependientes” necesitan, además de salud y dinero, una tercera “prestación”: el amor. ¿También de eso se encargará el Estado?.


Tranquilos... el Estado ya no se encargará de nada porque mucho bombo y platillo , pero para esta Ley no hay dinero.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez contraté a un gitano viejo como vigilante de una obra en Leganés, Madrid.
Para pagar hacemos transferencias a las cuentas de los trabajadores.
El gitano viejo no tenía cuenta corriente.
Me pidió que le acompañara a la Caja de Ahorros para abrir una, pues él no se aclaraba con eso de los papeles.
Le ayudé y a pesar del careto del director de la sucursal, se abrió la cuenta.
El gitano viejo cumplió con su trabajo, nadie robó en la obra, pues en aquel barrio le respetaban mucho.
Un día de Navidad me acerqué por la obra a las 11 de la noche.
Habían como treinta personas alrededor de un fuego.
Me acerqué. Todos los que estaban allí eran gitanos que acompañaban al vigilante mayor para que no estuviera solo en Navidad.
El anciano estaba contando cuentos a los pequeños, y todos escuchaban.
Me senté con ellos y escuché cuentos sobre viajes y estrellas plateadas.

Cuando volví a mi casa en la tele había un especial de Navidad con imágenes de un extraño ser llamado Papá Noel.

No soy envidioso, pero ese día sentí mucha.
Mucha envidia.

Desire dijo...

Hay la sabiduria de los viejitos! Cuanto he aprendido de mi abuelita que hace dos años me ha dejado con tanta pena! Una mujer que ha sufrido tanto criando sola a 4 hijos y encima cargando con un marido enfermo, y ella alli con un sentido del humor a flor de piel y riendose de las bombas que la vida le ponia. Ya se me saltaron las lagrimas, que daria yo por solo un ratito mas de poder hablar con ella.

Modestino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Modestino dijo...

Muy bueno y oportuno el post y muy bueno el cuento de driver. Los viejos ofrecen sabiduría, serenidad, paciencia, sentido común .... no es que no sobren, es que son necesarios.

Y todos tenemos que aprender a envejecer. Yo, que cumplo 50 el mes que viene estoy con el trauma de acercarme a la tercera edad;).

Y me pregunto, ¿cómo seremos los viejos de mi generación?.

sunsi dijo...

Driver, gracias por el relato. Da igual donde te lea. Siempre dando la vuelta para que se vea la cara más humana, la cara amable . Nunca acritud ni sentencias ... nunca restando; siempre sumando y aportando. Es un ejemplo que no cae en saco roto. Son gotas , cada día, que van calando hasta empapar de bondad. Te estoy profundamente agradecida. Dios te lo pague.

Saludos desde Tarraco

sunsi dijo...

Desiré. Es una delicia leer que hay gente que valora a los ancianos. Mi abuela María también se quedó sola y trabajaba cuando casi ninguna mujer lo hacía. Vivió en París una temporada (allí aprendió "latín") y era muy divertido ver cómo, a su edad, se fumaba su pitillo en las celebraciones familiares. Con ella me tomé mi primer café y mi primera cervecita. Salía arreglada, pintada hasta el último día que aún podía salir de casa.
Tengo una espina y gorda. Cuando murió no vivía en Tarragona. No pude acompañarla en sus últimos días.

Un beso

sunsi dijo...

Modestino, hoy día 50 años no es nada. Igual lo digo porque a mí también me queda poco ... Aunque hay que reconocer que es un número demasiado redondo y echa para atrás.

Lo que tú te planteas, lo hablamos alguna vez con mi marido. ¿Cómo seremos cuando nos pille la vejez? Él está aterrorizado. Con el tiempo los defectos se acentúan y , el pobre, se imagina como una oreja grande , escuchándome con paciencia y yo todo el santo día dándole la charla, filosofando sobre temas que no tienen remedio o subiéndome a una silla largando un mitin.

Me acabo de dar cuenta de que hace días que no llamo a mi suegra. Lo hago ahora mismo.

Saludos. Hoy hace un frío en Tarragona...

Anónimo dijo...

No me des las gracias Sunsi.
Sólo soy un mensajero.
Un intermediario.
Uno que está de paso.
...
Estoy pagando.
Tenía una deuda.
Y tengo que pagar hasta el último céntimo.
Un trato es un trato.
...

EL TRATO

Cuento esta historia con permiso de SuNSI por si a alguna pareja que quiera tener hijos, y no pueda, le pudiera servir de algo.
Actualmente la edad media de formar pareja se ha incrementado. El personal apura la edad reproductiva y el resultado es que si no tienes suerte, se te pasa el arroz y acabas paseando un caniche por la avenida.
Me puse a intentar tener familia con 30 tacos. No lo conseguía. Durante tres años fuimos a un médico alemán que nos hizo perder el tiempo. Primer golpe.
Me mosqueo y me informo de quien es el “nomber guan” en España.
Doctor Jose Luis Caballero en los madriles.
Vamos a su consulta con un expediente médico de 30 folios.
Los pongo encima de su mesa, y lo primero que hace es tirar el expediente a la papelera y decir: “El pasado no me interesa; comencemos de cero”.
Durante siete años nos sometimos a decenas de pruebas, experimentos, inseminaciones, microinyecciones y demás técnicas de última generación. Resultado: cero patatero.
El tío es la bomba, todos los años se iba dos meses a los EEUU para reciclarse y ponerse las pilas profesionalmente. Tuve la suerte de que la persona a la que más pasta le he pagado en mi vida, ha sido el tío más honrado que he conocido.
Un día, tras el enésimo golpe (los embriones se perdían, los embarazos se interrumpían de forma natural, la hipoteca no aguantaba más ampliaciones para financiar el costosísimo tratamiento, la fortaleza psicológica se derrumbaba), me fui a rezar a la iglesia. Le pedí ayuda al JEFE he hice un trato con EL.
“Socio, ayudémonos mutuamente, y que sea lo que tú quieras”.

En aquella época estaba muy nervioso y pasaron dos cosas que marcaron mi vida.
La primera fue que un día estaba leyendo el periódico en un parque, y ví como un padre le pegaba un tortazoº del catorce a su hijo de cuatro años por una chorrada. Así que me levanté (soy normalmente muy pacífico), atravesé el parque a la carrera y me tomé la justicia por mi mano; agarré al padre por el cuello y le di un poco de su propia medicina mientras le gritaba “eso no se hace capullo”. Luego tuve algunos problemillas legales. Pero miraba al cielo y no observé ninguna señal reprobatoria por parte de mi JEFE. Moralmente no tuve problemas.

La segunda cosa que me pasó fue que el médico que nos trataba, tiró la toalla. Le echó güevos y fue honrado. Tras haberle pagado muchos millones de las antiguas pesetas, se confesó: “Soy el número uno de España, pero estoy jodido porque si el porcentaje medio de embarazos con final feliz con estos tratamientos es de 16%, yo siendo la leche sólo consigo el 17.50%; aquí el que manda en esto de la vida es el JEFE”.

Oí la voz de mi JEFE, lo juro por mis muertos más frescos, que me decía: “Driver se generoso, no atranques, se generoso”.

Le dije a Jose Luis Caballero que me trajera mi expediente. Sesenta folios. Me puse de pie, los rompí con rabía y tiré los pedazos a la papelera.

“Jose Luis: empecemos de cero patatero. Tienes mi confianza”.

Y el muchacho se picó y volvió a empezar de cero.

Por seguir las instrucciones de mi JEFE, empecé en paralelo al tratamiento de inseminación in vitro, un expediente de adopción.

Tras mil golpes, mil oraciones y algunos actos de generosidad y fe, aquella partida de póker vital acabó materializándose en el límite de la edad donde se te pasa el arroz, apenas semanas antes de volar a China a por dos niñas, en un embarazo feliz que ahora es mi hija mayor de 9 años.

Así que esa es mi historia. Espero que le sirva a alguien.

A mí me sirvió para aprender a rezar la oración que resume mi vida.
Todas y cada una de las mañanas que Dios me ha regalado, alzo mi mirada a las nubes y rezo la oración que aprendí a base de golppes. Sencilla pero real:

“Gracias JEFE, te debo una”.

Cada día intento hacer algo por devolverle el favor.

Un trato es un trato.

Anónimo dijo...

Lamento estar siempre como el enanito gruñón, pero me niego a dejarme llevar por los tópicos.

Primero, la vejez es un hecho biológico. Punto.

Segundo, cada uno se hace mayor como es.

Tercero, no necesariamente vejez, sabiduría y bondad son términos equivalentes.

Cuarto, todos eso nada tiene que ver con la ley de dependencia que no sólo nos habla de ancianos, sino de situaciones de dependencia, en términos generales.

Desde el punto de vista estrictamente jurídico, la ley de dependencia es una ley materialmente orientada e inspirada por una ideología muy concreta.

Desde el punto de vista político, trata de dar respuesta a un problema social que, al margen de
bucólicas y alegóricas interpretaciones, es un HECHO: cada vez hay más personas en situación de dependencia.

Cuestión distinta es, pués, que la ley dé o no respuesta adecuada a ese hecho o, bien, que la ideología subyacente se acomode a nuestros gustos, pensamientos u orientaciones políticas.

Llegados a este punto, es conveniente no olvidar otro hecho: la composición demográfica de nuestro país.

Tenemos una pirámide de población envejecida.

En consecuencia, cada vez más, nos encontraremos con personas dependientes con uno, a lo sumo dos, descendientes.

Por tanto, familias cada vez más jóvenes incorporándose a la vida productiva que no podrán disponer de un entorno adecuado a las necesidades de las personas dependientes.

Creo que el tema de la entrada plantea cuestiones de mucho calado que, tal vez, convenga examinar con un cierto rigor.

Y se que sonará borde, pero todos tuvimos una abuelita encantadora y todos conocemos ancianos no tan encantadores.

Pero el mundo va más allá de nuestro entorno y la realidad es que la vejez no tiene nada de encantadora, ni de alegórica ni de bucólica; con frecuencia, va acompañada de abandono, de soledad, de pobreza, de enfermedad.

Así que la literatura pastoril está muy bien, pero no es real y sería muy injusto atribuir a una ley (y al gobierno que la saca adelante) las culpas de esa cruda realidad.

Corolario:

Debido a nuestra particular forma de hacer la cosas, se legisla con precipitación y sin ponderar adecuadamente las consecuencias de esa legislación.

Pero ese es otro problema.

sunsi dijo...

Queridísima amiga Pepa. Pim pam pum ¡fuego!. Nos devolviste a la dura realidad. Yo es que no sé cómo no te dedicas a escribir artículos de opinión. Serías la estrella, de veras. Y nadie dejaría de leerte porque en uno u otro punto se picarían. Y estarían pendientes de tu próximo artículo "¿Con quién se meterá esta vez la pluma incisiva de Pepa? ¿Es pluma o es bisturí?

¿Te crees que no conozco gente mayor que se dedica a hacer la vida imposible a todo quisqui?
Envejeces como vives... y los defectos se vuelven gigantes.

Ya sé que la ley de dependencia no sólo habla de ancianos. En su momento, anunque parezca increíble, me leí el Anteproyecto. Y me lo leí con otra finalidad que no era precisamente los ancianos. Quería encontrar algo para los jóvenes con patologías neurológicas. Penoso. Pero, de paso, me di cuenta de que esta ley ayuda sin contar con la opinión del ayudado.

Llegando al punto de la literatura pastoril... ya no he podido más. Te prometo que las carcajadas las oyen los vecinos de la calle de atrás. Eres tremenda.Estoy por preguntarle a tu madre cómo eras de pequeña y de adolescente.

Lo tuyo es bajarnos de las nubes y ejercer de abogado del diablo. Y yo te lo agradezco. Suerte que yo tengo las pilas puestas por la noche, que durante el día en otoño me arrastro.

Me despido como lo hago con katt ... besiños...

Anónimo dijo...

Pepa.
Yo voy en el camión.
¡Pero tú vas en la excavadora!
¡Menuda potencia!
...
Saludos.

Lumroc dijo...

Driver, eres mucho Driver.

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Un día, caminando por Travesera de Gracia, camino del trabajo de mi mujer, con un resultado bioquímico en la mano, que venía a decir, más o menos, que yo de hijos, pues que no, al menos míos, me paré en un portal … a llorar.

Me sentía fatal. Fracasado. Inerte. Con miedo, con mucho miedo. Mi mujer estaba como loca por quedarse embarazada ….

Cuando me recuperé, me guardé los análisis en el bolsillo y, sacando fuerzas de donde no tenía, complete mi trayecto. Cuando ella me vio, aunque hice de todo para que no se notara, me dijo: ¿vas a contármelo ahora o esperarás a que lleguemos a casa?

Le ofrecí el papel. Lo leyó en silencio.

No dijo nada.

Pasado el rato, me miró y me abrazó. Y allí, en medio de la ciudad, me dio un besazo, de rosco, largo, intenso, de los que en los 70 hacían que te detuviera la policía.

“No pasa nada, no pasa nada, no pasa nada …..”

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Dios quiso que encontráramos un viejo doctor de los de antes. Una sencilla operación resolvió el tema. Pocos meses después se quedaba embarazada de mi hijo mayor.

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Tu historia me ha recordado éste episodio de mi bigrafía.

Si tú, Driver, le debes una. Yo, me parece, que le debo tres, o cuatro…

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Y ya me perdonará Sunsi, que utilice su blog para saludar a este viajero.

sunsi dijo...

¿Perdonar qué? lumroc, siempre que quieras. Y no te digo si es para dirigirte a Driver... el ave de paso que recala en este blog y yo agradezco tanto.

Saludos a los dos

Anónimo dijo...

Pues sí Lumroc.
Los hombres lloramos, a veces.
Las mujeres conducen excavadoras, a veces.
Los ancianos son sabios, de vez en cuando.
Los niños inocentes, casi siempre.
...
Y los tópicos son inútiles. Por que van cambiando con los tiempos.
...
Me alegro que al final se te solucionara el problema.
A mí también se me solucionó.
Dios aprieta pero no ahoga.
...
Seguiré con mi penitencia.
Regalar cuentos.
Hasta que el JEFE indique otra cosa.
Seguiré conduciendo.
Saludos, amigo.

Anónimo dijo...

Este blog es una delicia.
No puedo evitar leerlo en cuanto puedo.
Aprendo mucho. De las personas que participan. De lo que dicen.De como lo dicen. De cómo son.
Gracias a todos

Anónimo dijo...

Pues porque mi opinión es tan parcialmente equivocada o acertada como la de cualquiera.

En cuanto a mis cualidades literarias, mejor no hablar.

Y sí, reconozco que la literatura pastoril reafirma mi natural poco amable.

Y de pequeña era tan petarda como ahora, pero más joven, más delgada y con mucha más gracia (de graciosa y de la otra)

Un saludo a todos

Anónimo dijo...

Pepa.
Pues a mí me parece realista y graciosa tu forma de encarar los temas.
Y siempre se agradece que alguien te devuelva a la realidad.
Como decía el Serrat cuando era más jovenzuelo: "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".
Yo me he reido con lo de la literatura pastoril.
¡Imagina a un conductor de camión, vestido de pastor, leyendo cuentos a las ovejas!
¡Con la carcajada casi me salgo del carril!
A ver si soy capaz de un emoticón desos.
Saludos. :)