lunes, 29 de septiembre de 2008

Otra gota.

La he encontrado en un blog de Ángel.

Madre Teresa de Calcuta
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.”

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro de que hayas descansado, pero habitualmente los lunes suelen ser suaves porque los domingos casi todo el mundo descansa, incluidos los malos.

Anónimo dijo...

Maravilloso y profundo el pensamiento de la Madre Teresa de Calcuta. Todo lo que hacemos, por pequeño que sea, vale lo suyo, aunque nos parezca que no.
Desde otro punto de vista, la suma de pequeñas gotas buenas forman el mar y éste, como es muy grande, ahoga el mal. Así que a sumar.

sunsi dijo...

Luisa... a ver... el premio ¿puede ser un vídeo muy divertido que colgaré mañana?.

Me huelo que Martín debe de ser de tu gremio. Demasiado seguro está de que en domingo los malos descansan.

Buenas noches Martín. Tan profundo como tu comentario. Hay que tener muy bien agarrada la esperanza para seguir sumando aunque no se vean los resultados.

Anónimo dijo...

LOS ARBOLES DEL BOSQUE.

Esta es la historia de dos niños que eran hermanos y vieron crecer juntos los árboles del bosque.

Un buen día, el señor Dios decidió levantarse muy temprano y empezar a trabajar. Desayunó mucho, pues el día se presentaba largo. Se puso el traje de jardinero y se dirigió al huerto que había detrás de su casa. Cogió la azada con las dos manos y excavó un profundo agujero, donde depositó dos arbolitos pequeños, muy pequeños. Cubrió sus raíces con tierra fértil, los regó y apisonó la tierra con sus propias manos. Las manos del señor Dios.
Aquel mismo día, un niño y una niña habían venido al mundo en un hospital de Murcia. El niño se llamaba Eduardo y la niña Silvia. Al principio los niños son pequeños, muy pequeños, como los arbolitos, como los pollitos, como los pájaros que vuelan muy, muy alto, y resulta que sólo se ve un puntito en el cielo.
Y así pasó el primer día, y el señor Dios vió que la cosa iba bien, así que se fue a descansar.

El segundo día, los arbolitos seguían siendo pequeños, muy pequeños, así que Dios dijo: “voy a sacar el abono y la manguera, a ver si dándoles de comer crecen”.
Edu y Silvia tomaban la merienda. Mucha leche y muchos potitos. En aquella ciudad habían más niños que también estaban creciendo, así que hubo que traer una vaca enorme que hacía “muuuu”, “muuu..”; también trajeron una máquina para fabricar potitos, pues estaban muy ricos, y cuantos más potitos tomaban, más potitos querían aquellos niños que estaban creciendo.
Y así pasó el segundo día, y el señor Dios vió que los arbolitos estaban bien alimentados; así que se sentó en una piedra plana, y se puso a mirar a su alrededor. Observó los árboles del jardín, las flores del campo y el vuelo de las golondrinas; y como todo era muy bonito, el señor Dios estaba muy contento.

El tercer día se levantó con un viento muy, muy fuerte. Los arbolitos se inclinaban a merced de la tormenta, y el señor Dios los miraba preocupado. Nada podía hacer, pues los arbolitos tienen que aprender solos a resistir la lluvia y la tormenta.
Edu y Silvia aprendían a andar. Allí estaban sus padres para ayudarles. Su papá se llamaba Edu también, y era fuerte, muy fuerte. Su mamá se llamaba Maria Jesús, y era muy guapa. También estaba su hermana Clara que tenía unos ojos muy bonitos. Las abuelas, que eran grandes como montañas, pues habían vivido muchos años. Los amiguitos de Murcia que eran arbolitos pequeños como ellos. Los amigos de Madrid, que aunque estaban lejos, hacían largos viajes para jugar con ellos. Había muchas personas en aquella ciudad que se llamaba Murcia. Personas que eran de su familia, personas que eran de su colegio y hasta personas que iban por la calle y se fijaban en ellos. Una vez fueron a un mercado a comprar zapatos, y un señor grande y gordo les regaló un globo azul para Edu y un globo rojo para Silvia.
Y así pasó el tercer día. El señor Dios veía todo. Veía a Edu y a Silvia que aprendían a andar. Veía los ojos bonitos de Clara. Y hasta veía al señor grande y gordo que regalaba globos a los niños en el mercado de los zapatos. Los niños se caían y se levantaban mientras aprendían a andar, pues les pasaba como a los árboles, que tenían que aprender solos a resistir la lluvia y la tormenta.

El cuarto día Edu, Silvia y muchos amiguitos más se fueron de viaje a Tenerife. Allí vieron unas playas que tenían la arena de color negro; vieron un loro con plumas de todos los colores, hasta de color azul como el mar; había también una piscina para niños y como era verano y hacía mucho calor, se bañaron con los manguitos. Era divertido viajar y ver nuevas cosas. Lo bueno de viajar es que aprendes cosas. Edu aprendió a tirarse del borde de la piscina y Silvia aprendió a subir en el tobogán de abajo hacia arriba. Son cosas muy complicadas, pero viajando las puedes aprender.
En el huerto del señor Dios los arbolitos ya eran más grandes y también aprendían cosas. Por ejemplo: cuando salía el Sol y la luz les alcanzaba las hojas, se les calentaba el cuerpo y por su interior circulaban los alimentos mucho mejor; tambíén aprendieron que cuando llovía y la tierra se mojaba, a través de sus raíces se movía el agua hacia el interior de su tronco.
El señor Dios veía que los jovenzuelos observaban y aprendían, y eso le ponía contento.

El quinto día Edu y Silvia fueron a una ciudad que se llamaba Madrid. Como en las ciudades hay muchas casas y muchas calles, no hay sitio para los animales, así que los juntan a todos en un sitio que se llama zoológico y allí los pueden ver los niños. Hay animales muy grandes como los elefantes, que tienen una trompa muy larga que el señor Dios se la puso para que pudieran tomar cacahuetes. También hay un animal con el cuello muy largo que se llama jirafa, y tiene lunares por todo el cuerpo, como el balón de fútbol de mi papá. Me acuerdo de los monos que estaban siempre dando gritos y gritos, y se comían los plátanos de dos en dos. Pero lo que más me gustó fueron los delfines, que nadaban y daban saltos como cuando vamos a la piscina de los Maristas y los niños de la clase se vuelven un poco turuletas y saltan y se ríen.

El sexto día Edu y Silvia se acordaron de sus papás y de sus profesores. Los mayores. Siempre están preocupados para que nos abriguemos en invierno, para que comamos todos los días, para que no nos pongamos malitos, aprendamos a leer y a escribir; y sobre todo, para que tengamos cuidado cuando crucemos la calle.

El séptimo día era el último de la semana; el señor Dios descansaba y nosotros le dábamos las gracias por todo lo que habíamos aprendido esa semana.

Hoy soy un niño pequeño y estoy en clase con mis compañeros. Me asomo por la ventana y veo el bosque del señor Dios. Es un bosque muy grande con árboles de todo tipo, los hay altos y esbeltos como las jirafas, los hay grandes y corpulentos como los elefantes.

Miro dentro del aula y veo a mi profesor que escribe las letras en la pizarra con una tiza blanca. Y allí están mis compañeros de clase, unos son niños como yo, y otros son niñas como mi hermana Silvia. Los hay que corren mucho, como Pedro. También hay una niña que da saltos muy largos y se llama María.

Miro por la ventana, miro dentro del aula, miro a mis padres, a mis amigos….; pero sobre todo, no puedo dejar de mirar a los bonitos árboles que el señor Dios plantó un día en su jardín, que crecen día a día, altos, espigados, potentes.

Siempre que paseo con mi hermana Silvia, cuando pasamos cerca de una arboleda, nos paramos y contemplamos asombrados la obra del gran jardinero, el señor Dios.

Esta es la historia de dos niños que eran hermanos y vieron crecer juntos los árboles del bosque.

Los bellos árboles del bosque divino.

Atentamente. Driver.

sunsi dijo...

¿La Creación vista por los ojos de un niño?. ¿De un niño de Murcia que se fue a vivir a Madrid?
A propósito del loro canario... Mariana me envió ayer un vídeo-regalo para el blog.Otro pájaro que sale a la luz.
Lo cuelgo.
Saludos desde Tarraco.

Anónimo dijo...

Este cuento fue un regalo para mi ahijado Eduardo, que vive en Murcia y es hijo de una amiga de la pandilla de los 20 años.
Tenían que llevar un cuento al colegio para leer en clase de religión.
Así que llamaron al padrino de Madrid para que se metiera en un "driver atasco".
Lo leyeron en clase.Yo tan contento.
Me gusta escribir para niños.
Son menos complicados que nosotros, los mayores.
Y entran en el juego de las palabras con mucha facilidad.

Bonna nit.

sunsi dijo...

Ahora sí encaja a la perfección. ¿Le pusieron buena nota? ¿Le dijeron si había copiado?. Es típica la pregunta:"¿Quién te ha ayudado?".

¿Sabes qué? Si me das permiso, lo fotocopiaré y se lo llevaré a los catequistas de Primera Comunión de mi parroquia. Seguro que lo aprecian mucho.

Gracias de antemano (por el permiso) y saludos desde Tarraco

Anónimo dijo...

¿Buena nota?, no. Se trataba de que los niños de 6 años leyeran en clase un cuento que tuviera que ver con Dios. Pero no habían notas. Se planteaba como un ejercicio de lectura y comprensión.
Una excusa para charlar luego entre todos.
...
No te hace falta permiso para fotocopiar.
...
¡Qué bonito lo de la Catequesis!. Mi hija Pilar que tiene 9 cumplidos, empieza este jueves el segundo año de catequesis.
En el SAFA (colegio Sagrada Familia), invitan a los padres a una catequesis en paralelo a la de los niños.Mi mujer y yo vamos.

Un día contaré despacio lo de las misas infantiles los domingos.
El Padre Eduardo las da para los que se preparan la 1ª comunión.
Pero como es un fenómeno de las comparaciones y los ejemplos, se llena la misa de adultos.
¡Eso si es llenar una iglesia!
Si no llegas con 15 minutos de antelación, te quedas de pie.

Y creo que es porque habla muy claro.

Tan claro y transparente que el resto de la semana sus palabras todavía se escurren por tu cuerpo y mojan tu alma.

Goteos de eternidad.

Anónimo dijo...

En el Loreto, mi parroquia, pasa lo mismo. No cabe un alfiler. La lleva la orden rogacionista. Son sacerdotes italianos, muy simpáticos y que también hablan muy claro y con mucho cariño. Sólo están dos: P. Mario y P. Matteo. Y parecen multitud. Montan lo que sea para niños, jóvenes, familias...Si hay partido de fútbol tipo derbi, te invitan a subir y cada uno trae algo. Están abiertos a todos. Por eso cada domingo te encuentras un follón de lo más diverso. Ellos nunca cierran la puerta. El lugar es maravilloso: el Santuario de Ntra. Señora del Loreto. Desde allí se divisa parte de Tarragona... y el mar.

Yo soy catequista de Confirmación. Hoy por la tarde tenemos reunión. Seguro que entre todos salen un montón de iniciativas.

Saludos